Al día siguiente por la tarde Luisa fue junto a su chofer y guardias a la dirección que Oliver le indicó como la casa de Emilia. Ella estaba preparando algo de cenar cuando escuchó como alguien llamaba a la puerta y al asomarse por la ventana vio que en la calle estaba uno de los autos de la familia Grant. Creyó se trataba de Oliver y se dispuso a abrir furiosa. Estaba dispuesta a reñirle por su presencia, mas al salir con quien se encontró fue con Luisa. - ¿Señora, que hace aquí? - le pregunto en verdad confundida por su presencia. - Vine a hablar contigo, si me lo permites claro - le contesto con su clásica dulzura. - Claro, ande entre por favor - le dijo haciéndose a un lado para permitir que entrara a la casa. - ¿En que puedo servirle? - le pregunto guiándola hacia la sala de espera, misma en que solían reunirse los voluntarios a descansar. - ¿Cómo estas? - le pregunto mientras la ayudaba a tomar asiento. - Bien, por fortuna ambos estamos muy bien - le contesto pasando las
En ese momento entró la empleada con la mujer de la puerta, la cual apenas entro se acerco a Oliver para saludarlo con un beso en los labios. El ver eso le hizo sentir un profundo dolor en el pecho, mismo que tuvo que reprimir a base de pura voluntad y orgullo. Permaneció con la cabeza en algo y mirada al frente. Entonces el doctor Alvarez reparó en su presencia y le volteo a ver con cierta preocupación, pero se quedó sentado en su lugar a la mesa. - Anda toma asiento, vamos a cenar - le insto Sandra tomándola del brazo para que fuese con ella. - No gracias, estoy cansada y lo mejor sera que me retire a descansar a mi habitación; de cualquier modo gracias - le respondió excusándose y es lo que menos deseaba era tener que sentarse a aquella mesa. - ¿Estas segura? - le pregunto Luisa. - Si, por supuesto - le contesto mostrándose segura al respecto. Salio entonces del comedor, viendo como la mujer aquella se sentaba junto a Oliver y colocaba de forma discreta una mano en su muslo, h
El bebé entonces la pateo de nuevo y con mayor fuerza. - No estés molesto o triste, él no sabe que tú eres su hijo. Sabes cariño, es un poco tonto aveces; pero no estarás solo, en mi encontraras todo cuanto necesites. Te prometo que sera así - le dijo con amor infinito. - Tú y yo seremos muy felices mi amor, viviremos en una bella casa con un gran jardín en el cual te are un columpio para que juegues todo lo que quieras - le estaba diciendo mientras caminaba por el lugar con lentitud, tratando de que se durmiese. Por desgracia no lo hizo; el bebé la pateo de nuevo una y otra vez en el mismo sitio, así que se llevo una mano hasta ese punto tratando de calmar el dolor que sentía. En ese momento se abrió la puerta del invernadero, apareciendo por esta Oliver para sorprenderla con su llegada. Lucia muy elegante y verdaderamente apuesto, a pensar de todo le parecía guapísimo. - ¿Estas bien? - le pregunto y es que al entrar la vio un tanto encorvada y con una expresión de dolor en el r
En esos momentos ellos llegaron ante el invernadero, viendo que el árbol solo había destrozado las paredes de cristal y esparciendo los vidrios por todos lados. Muchas de las esquirlas cayeron sobre las plantas de Luisa destruyéndolas, pero eso era lo de menos. Los daños materiales eran fáciles de reponer, lo que les preocupaba en verdad era el estado de Emilia. Se metieron con cuidado entre los destrozos hasta llegar a la habitación, donde no la encontraron. Por fortuna ella si les escuchó llegar y comenzó a gritar para tratar de llamar a su atención. Cuando Oliver entro al baño se quedó pasmado por lo que ahí encontró, pues la tina estaba llena de agua con sangre y ella estaba tirada en el suelo apenas cubierta por su bata; pero lo que mas le asusto fue ver que bajo ella había un charco de sangre. Al ver eso no lo penso ni un segundo y se le acerco para hincarse a su lado. - ¿Te has hecho daño? - le pregunto mientras apartaba de su cara el cabello. Emilia entonces le volteo a ve
Al colgar volteo a verlo, tomando una de sus manos al sentir de nuevo una contracción. - Respira con calma y aguanta - le aconsejó brindándole todo su apoyo. - Eso intento, pero no puedo mas - le dijo demasiado cansada, justo cuando una nueva contracción le asaltó. - ¡Toma mi mano! - le pidió este creyendo podría ayudarla a superar el dolor. Emilia sentía tal dolor que accedió, esperando así poder mitigar un poco la agonía que sentía. -Debes hacerlo por el bebé. ¡Resiste! - le dijo colocando la otra mano en su vientre con cariño, gesto que a Emilia no le paso desapercibido. - Hay algo que debes saber - le dijo tratando de respirar profundamente para hablarle. - Calla, guarda tus fuerzas - le aconsejó. - No, esto es algo que debí decirte desde hace mucho y no pude - insistió tratando de aguantar. - Lo que sea no debe ser algo tan grave, solo calma y dejalo para después - le insto preocupado por lo mal que parecía estar. - Tengo que hacerlo ahora, porque puede que luego sea de
- Creó que ese no es un tema a tratar con ustedes, solo deseo saber si ella era consciente de los peligros a los que se exponía al continuar con su embarazo - le dijo Oliver volviendo al tema de su salud y es que el resto no era de la incumbencia de nadie mas que ellos dos. - Así es, sabia lo que un embarazo le podría costar - le contesto. - Y aun así decidió seguir adelante con el embarazo - comento Luisa con lágrimas en los ojos y es que como madre que era entendía esa valentía que había demostrado. - Nunca tuvo dudas al respecto y es que estaba decidida a llevar a termino su embarazo a pesar de los peligros que eso le podría significar. Su hijo era mas importante para ella que su propia vida - les dijo aún cuando nunca lo había mencionado y es que eso era claro por su actuar. - ¿Tenía que tener cuidados especiales? - le pregunto Oliver de pronto y es que después de todo lo que habían hablado se daba cuenta de la clase de peligro al que se había visto expuesta. - Debería hacerlo
En el momento en que ella le escucho sintió como su corazón se aceleraba y su mundo daba vueltas. Al voltear a verla Oliver se dio cuenta de que había palidecido y le veía atentamente, lo cual le preocupó. - Dejame ponerlo en la cuna - le dijo consciente de que eso era lo mejor para su salud. Cuando lo dejaba se le hizo no solo fácil, sino normal darle un beso en la frente, así que lo hizo. Al voltear a verla de nuevo se dio cuenta de que su semblante era peor. - ¿Sabes que eres su padre? - le pregunto con voz débil y temblorosa. - Si - le contesto mientras se me acercaba. - ¿Cómo? - le pregunto siendo poco clara en su cuestionamiento, mas él sabia a lo que se refería. - ¿Qué tanto recuerdas? - le cuestiono tratando de indagar antes de comenzar a hablar. Esta se le quedó viendo un momento, para luego cerrar los ojos tratando de hacer memoria. - Recuerdo que era su fiesta de compromiso. Yo estaba en el invernadero entonces caí y usted me saco de el baño para llevarme a la casa
Luego de algunos minutos cuando al fin se decidió a entrar la encontró cambiando el pañal a Paul. Con los días se sentía mas fuerte y había insistido en encargarse enteramente de él en un afán de independencia, pero también de preparación para lo que se avecinaba. - ¿Cómo están los dos? - le pregunto nada mas atravesar la puerta de la habitación. - Bien. Has llegado hoy mas temprano de lo normal - le dijo apenas volteando a verlo un segundo. Durante ese tiempo su relación había sido cordial, aunque cortante y solo lo hacían por el bien de hijo. - En efecto. Cuando llegaba me he encontrado con tu médico y hemos hablando - le dijo esperando ver su reacción al respecto. - También hablo contigo. Me dijo que ambos estamos bien y que podemos irnos del hospital al fin - le dijo sin tomarlo muy en cuenta y es que estaba ocupada con su hijo. Después de todo lo ocurrido no podía verle el rostro, no por vergüenza por sus actos; sino que lo que experimentaba cuando le tenía cerca era algo