La recuperación de Oliver iba viento en popa, ganaba cada vez mas fuerza y sensibilidad en sus piernas; pero aun así había decidido mantenerlo en secreto para su familia. Lo quería de ese modo al menos hasta que estuviera seguro de volver a ponerse en pie y es que no deseaba darles falsas esperanzas, mismas que podían no volverse realidad. Un buen día estaban haciendo sus ejercicios, cuando de pronto este la detuvo. - Hay algo que quiero intentar - le dijo inesperadamente. - ¿De que se trata? - le preguntó deteniendo los ejercicios que le estaba haciendo. - Llevamos un tiempo con estos ejercicios y creo que es momento de comprobar si puedo ponerme en pie - le dijo ansioso por averiguarlo. - Si así lo quiere lo aremos, solo deseo estar segura de que se sienta listo. No solo en lo físico, sino también en lo emocional ante un posible resultado fallido - le dijo consiente de que esa posibilidad existía. - Lo estoy, deseo hacer esto - le aseguró convencido al respecto. - De acuerdo;
Al salir de esa casa se sintió profundamente afectada por lo que pasaba y es que se sentía culpable por todo lo que había ocultado, por el gran secreto que se estaba llevando consigo en sus entrañas. Estaba consciente de las mentiras que acaba de decir, pues se marchaba por cobardía. Lo peor de todo es que no tenia otro empleo esperándola y valla que lo necesitaba, ni mucho menos una casa donde vivir y en su estado eso le tenia profundamente preocupada. Se marcho con su mochila al hombro, su ultimo pago y un bono; pero con una criatura creciendo en su interior. Oliver, Patricio, Paolo y Frederick regresaron a media tarde, felices por el magnífico día que habían pasado fuera; mas él estaba agotado y decidió retirarse a su habitación. - ¿Donde esta Emilia? - les cuestiono pues necesitaría de su ayuda. - Hijo, creo que debemos hablar - le dijo Luisa acercándosele. - Perdón, pero ahora no madre. Solo quiero descansar un poco - le respondió sin poner mucha atención a lo que tuviera pa
Lo mas lógico habría sido marcharse, después de todo ya había cumplido con su cometido o al menos eso era lo que se repetía sin parar. Aún así cuando volvió al coche no se marcho, sino que permaneció en este hasta unas horas después cuando cayó la noche y el local se dispuso a cerrar. Un rato después esta salio al fin; mas no lo hizo sola, sino con el resto de los empleados. Estos la acompañaron calle adelante hasta la parada del autobús, donde estos siguieron de largo y ella esperó unos pocos minutos hasta que paso su transporte. Este la siguió hasta la calle donde la había seguido tiempo atrás, aquella donde hacia voluntariado. Apenas bajo del autobús Emilia comenzó a caminar por la calle en penumbra, misma en la cual unos tipos pronto comenzaron a seguirle el paso de cerca. Al ver eso Oliver deseo salir del coche para ayudarla y es que no tenían apariencia muy amable y le preocupada sus intenciones para con ella, sobre todo ya que estaba embarazada. Estos pronto le alcanzaron y
Al día siguiente por la tarde Luisa fue junto a su chofer y guardias a la dirección que Oliver le indicó como la casa de Emilia. Ella estaba preparando algo de cenar cuando escuchó como alguien llamaba a la puerta y al asomarse por la ventana vio que en la calle estaba uno de los autos de la familia Grant. Creyó se trataba de Oliver y se dispuso a abrir furiosa. Estaba dispuesta a reñirle por su presencia, mas al salir con quien se encontró fue con Luisa. - ¿Señora, que hace aquí? - le pregunto en verdad confundida por su presencia. - Vine a hablar contigo, si me lo permites claro - le contesto con su clásica dulzura. - Claro, ande entre por favor - le dijo haciéndose a un lado para permitir que entrara a la casa. - ¿En que puedo servirle? - le pregunto guiándola hacia la sala de espera, misma en que solían reunirse los voluntarios a descansar. - ¿Cómo estas? - le pregunto mientras la ayudaba a tomar asiento. - Bien, por fortuna ambos estamos muy bien - le contesto pasando las
En ese momento entró la empleada con la mujer de la puerta, la cual apenas entro se acerco a Oliver para saludarlo con un beso en los labios. El ver eso le hizo sentir un profundo dolor en el pecho, mismo que tuvo que reprimir a base de pura voluntad y orgullo. Permaneció con la cabeza en algo y mirada al frente. Entonces el doctor Alvarez reparó en su presencia y le volteo a ver con cierta preocupación, pero se quedó sentado en su lugar a la mesa. - Anda toma asiento, vamos a cenar - le insto Sandra tomándola del brazo para que fuese con ella. - No gracias, estoy cansada y lo mejor sera que me retire a descansar a mi habitación; de cualquier modo gracias - le respondió excusándose y es lo que menos deseaba era tener que sentarse a aquella mesa. - ¿Estas segura? - le pregunto Luisa. - Si, por supuesto - le contesto mostrándose segura al respecto. Salio entonces del comedor, viendo como la mujer aquella se sentaba junto a Oliver y colocaba de forma discreta una mano en su muslo, h
El bebé entonces la pateo de nuevo y con mayor fuerza. - No estés molesto o triste, él no sabe que tú eres su hijo. Sabes cariño, es un poco tonto aveces; pero no estarás solo, en mi encontraras todo cuanto necesites. Te prometo que sera así - le dijo con amor infinito. - Tú y yo seremos muy felices mi amor, viviremos en una bella casa con un gran jardín en el cual te are un columpio para que juegues todo lo que quieras - le estaba diciendo mientras caminaba por el lugar con lentitud, tratando de que se durmiese. Por desgracia no lo hizo; el bebé la pateo de nuevo una y otra vez en el mismo sitio, así que se llevo una mano hasta ese punto tratando de calmar el dolor que sentía. En ese momento se abrió la puerta del invernadero, apareciendo por esta Oliver para sorprenderla con su llegada. Lucia muy elegante y verdaderamente apuesto, a pensar de todo le parecía guapísimo. - ¿Estas bien? - le pregunto y es que al entrar la vio un tanto encorvada y con una expresión de dolor en el r
En esos momentos ellos llegaron ante el invernadero, viendo que el árbol solo había destrozado las paredes de cristal y esparciendo los vidrios por todos lados. Muchas de las esquirlas cayeron sobre las plantas de Luisa destruyéndolas, pero eso era lo de menos. Los daños materiales eran fáciles de reponer, lo que les preocupaba en verdad era el estado de Emilia. Se metieron con cuidado entre los destrozos hasta llegar a la habitación, donde no la encontraron. Por fortuna ella si les escuchó llegar y comenzó a gritar para tratar de llamar a su atención. Cuando Oliver entro al baño se quedó pasmado por lo que ahí encontró, pues la tina estaba llena de agua con sangre y ella estaba tirada en el suelo apenas cubierta por su bata; pero lo que mas le asusto fue ver que bajo ella había un charco de sangre. Al ver eso no lo penso ni un segundo y se le acerco para hincarse a su lado. - ¿Te has hecho daño? - le pregunto mientras apartaba de su cara el cabello. Emilia entonces le volteo a ve
Al colgar volteo a verlo, tomando una de sus manos al sentir de nuevo una contracción. - Respira con calma y aguanta - le aconsejó brindándole todo su apoyo. - Eso intento, pero no puedo mas - le dijo demasiado cansada, justo cuando una nueva contracción le asaltó. - ¡Toma mi mano! - le pidió este creyendo podría ayudarla a superar el dolor. Emilia sentía tal dolor que accedió, esperando así poder mitigar un poco la agonía que sentía. -Debes hacerlo por el bebé. ¡Resiste! - le dijo colocando la otra mano en su vientre con cariño, gesto que a Emilia no le paso desapercibido. - Hay algo que debes saber - le dijo tratando de respirar profundamente para hablarle. - Calla, guarda tus fuerzas - le aconsejó. - No, esto es algo que debí decirte desde hace mucho y no pude - insistió tratando de aguantar. - Lo que sea no debe ser algo tan grave, solo calma y dejalo para después - le insto preocupado por lo mal que parecía estar. - Tengo que hacerlo ahora, porque puede que luego sea de