La luz de las antorchas iluminaba el pasillo por el cual transitaba, siendo acompañada por sus damas y un par de sirvientas del harem. La piel pálida de la princesa resplandecía suavemente en contraste con ligera claridad, dándole un aspecto como de otro mundo. Algo superior que no debía estar entre mortales.Muchos empleados la observaban fingiendo un muy mal disimulo. Era de esperarse, entre tantas pieles morenas y bronceadas pocas veces tenían la oportunidad de contemplar una tez blanca, mucho menos una tan pálida como aquella. A simple vista parecía suave y delicada, similar a la porcelana blanca.Habían oído que una princesa de otro reino había llegado para unirse al harén del su rey y señor. Sentía lástima por la delicada flor primaveral, sumida ahora en un fuego que quemaba con la misma fuerza que las llamas del infierno. Había sido condenada a un destino peor que la muerte si debía ir a los aposentos del rey.Un dragón devorando a un cordero, eso ocurría nada más caer la noche
La noche envolvía el reino de Celestria en su manto oscuro y estrellado. Seraphina una niña de cabello oscuro y ojos transparentes como el agua, se encontraba en su habitación, mirando por la ventana la luna que brillaba con un fulgor plateado en el cielo y las estrellas que centelleaban como diamantes en la negrura del universo infinito.La pequeña Seraphina había sentido algo especial en ella desde que tenía memoria. Un poder oscuro y misterioso, como sombras danzantes en su mente, la había acompañado desde su nacimiento. Las noches eran su refugio, cuando el “Sueño Oscuro” cobraba vida dentro de su pecho y salía de sus manos desesperada e incontrolablemente.En medio de esa densa noche, su madre, entró en la habitación, su vestido de seda y encaje resplandeciendo incluso en la penumbra. El semblante de la mujer se volvió pálido en cuanto observó el cuadro que estaba frente a ella. Una atrocidad similar a los habernos del mismísimo infierno.Seraphina se dio la vuelta nada más escuc
Las sombras se alzaban entre las altas torres de piedra del castillo de Drakmoria, sus secretos insoldables ocultos a los ojos curiosos. En el trono de obsidiana, el Rey Thorian se erguía con su figura imponente a penas visible en la penumbra.La sala del trono estaba silenciosa, solo interrumpida por el suave crujir de las antorchas. Thorian miraba fijamente un mapa desplegado ante él, sus ojos brillaban con una luz misteriosa mientras trazaba con los dedos los contornos del continente de Eldoriam. Había alcanzado un punto crucial en su reinado, una encrucijada de poder y ambición.—Mi señor, el mensajero ha regresado. —anunció una voz desde las sombras.Thorian asintió con la cabeza, sin apartar la mirada del mapa. El mensajero avanzó con pasos cautelosos, sus ojos nerviosos observando las sombras que se retorcían en la sala.—Habla. —ordenó Thorian sin mirarlo.El mensajero tragó saliva antes de dar su informe.—Majestad, el reino de Celestria se ha fortalecido en las ultimas seman
—Déjeme ayudarla, alteza. Sus padres ya esperan por usted. —Seraphina asintió y abrió la puerta del carruaje para bajarse. —Con cuidado. —dijo la mujer al ver que casi caía de rodillas. “¿Por qué no están esperándome los reyes aquí?”Aquel pensamiento le provoco unas fuertes nauseas.Las piernas de Seraphina habían cedido momentáneamente debido al tiempo que paso sentada en la misma posición dentro de la carroza. Por suerte su nana le permitió usarla como apoyo mientras se recuperaba correctamente.—Muchas gracias por traerla sana y salva, Sir Gareth. —agradeció a su caballero, que solo asintió sin más, despidiéndose con una ligera reverencia.—Disculpen, esto es bastante encantador, pero creo que…—Seraphina no pudo terminar la oración, pues de repente todo a su alrededor se volvió oscuro.—Paso por mucho durante la noche, majestad. —Alguien estaba hablando con su madre. —Es horrible lo que esos demonios le hicieron al templo de la diosa Solara. —exclamó con rabia. —Debemos dejar desc
—Ve a preparar tus cosas, en unas pocas horas almorzaremos con el emisario de Drakmoria para acordar los términos de tu traslado. —informó el rey. Seraphina asintió con renovado interés.—¿Puedo estar presente? —preguntó. No podía cambiar su destino, pero al menos estaría allí cuando otros lo dictaran en su lugar.Se negaba a permitir que la mantuviesen en la oscuridad de la ignorancia.—Por supuesto. —concedió su madre de inmediato. —Ahora márchate, la doctora dio instrucciones precisas para tu reposo. —le recordó moviendo la mano en un gesto despedida.La princesa hizo una última reverencia para luego salir de la sala. Ni siquiera reparo en sus damas, solo camino en línea recta sin mirar hacía ningún lado. Lo único que deseaba era llegar cuanto antes a su alcoba.Iba en automático y para se dio cuenta ya había subido las escaleras y abierto la puerta de su cuarto. Las manos le temblaban y el corazón latía desbocado.—Váyanse todas. —les ordenó a las empleadas que allí estaban limpia
—Como informé, el Rey Thorian está dispuesto a dar marcha atrás con su declaración de guerra y a cambio solo exige que se le envíe a la princesa Seraphina como concubina. —expresó elocuentemente.La mencionada apretó los dientes para contener la respuesta sarcástica. Necesitaba escuchar atentamente la conversación.—Obviamente tendría que mudarse al palacio de Eclipsa. —explicó. —Su alteza no sufrirá ningún daño y se le continuará brindando la calidad de vida que corresponde a su estatus. También contara con seguridad personal.“O carceleros personales.” Pensó Seraphina, no engañaban a nadie con eso.—Los preparativos para recibir a la princesa ya están listos, así que podemos marcharnos cuanto antes. —prosiguió el emisario. —Se le asigno una habitación exclusivamente para ella y no tendrá que compartir espacio con el resto. —afirmó.Seraphina entendía que se refería a las demás de las concubinas y casi suspira de tranquila, al menos tenía un problema menos encima de sus hombros. Aunq
El viaje fue estresante y tumultuoso, lo peor de todo fue el traslado por agua. Seraphina descubrió que se mareaba demasiado en un bote, ni siquiera podía estar más de unos minutos en la cubierta sin que las náuseas la golpearan, así que paso la mayoría del tiempo encerrada en su lujoso camarote solamente para ella.Por suerte le habían permitido traer algunas damas de compañía que se encargaban de mantenerla estable, lamentablemente ninguna era su nana. Agradecía a la diosa que pronto llegarían a las costas de Drakmoria, extrañaba dormir correctamente después te tener que estar casi una semana en el mar.Observaba como caía una gota por la hendija de madera que había en su camarote, cuando tocaron la puerta. Seraphina se puso de pie inmediatamente.—Adelante. —anunció cubriéndose con un chal color marrón.¿Quién diría que las noches podían ser tan frías?Uno de los miembros de la tripulación entró y le hizo una reverencia.—Alteza estamos cerca de la costa, Lord Emrys me ha pedido qu
—Su Majestad es un hombre inteligente y justo. Pasó muchos años con el ejército de Drakmoria, así que eso lo convierte en un estratega formidable. —comenzó a decir. —No he visto a un soldado como él en medio del campo de batalla, pero también es un compañero absolutamente leal. —Sus palabras eran tangentes.—Parece que lo admira mucho. —Ninguno de esos adjetivos coincidían con la imagen del hombre que se había formado en su mente. —¿Qué hizo para merecer tal deferencia? —preguntó con un toque de burla deslizándose por su lengua.Se detuvieron repentinamente, Seraphina lo observó sorprendida hasta que cayó en cuenta de que frente a ellos estaba un carruaje esperándolos. Era una carroza magnifica color negro, decorada con cortinas borgoñas; el logo de la familia real resplandecía en el mismo tono plateado del cabello de la princesa.—¿Me permite ayudarla? —Seraphina aceptó la mano que Lord Emrys le ofrecía y subió al carruaje, él lo hizo detrás. —Respondiendo a tu pregunta, el rey Thori