La luz del sol entraba apenas un poco a través de las gruesas cortinas de la ventana. Grant Perlman abrió los ojos y se estiró cuan largo era en la cama, a su lado estaba Ivonne completamente desnuda y apenas medio cubierta por la sábana de seda.Pensó en levantarse sin despertarla, pero apenas hizo un movimiento para salir de la cama ella abrió los ojos, y luego de unos segundos le sonrió con coquetería.—¿Ya me vas a dejar, querido? —le susurró.—Solo iba al baño, amor —le dijo mientras le acariciaba la mejilla con el dorso de la mano.—No tardes —le dijo ella arrebujada en las sábanas.Grant no tardó mucho tiempo después de vaciar su vejiga, cuando se metió en la cama ella se le recostó en el pecho luego de darle un beso en los labios.—¿Y cuándo retomaremos con mi venganza, querido? —le preguntó ella después de un rato.—Pronto —le aseguró— De hecho, mañana me reuniré con Scrubb, sus muchachos están ansiosos de tomar revancha por el ataque que falló, la condenada muchacha viajaba
—¡Adelante! —se escuchó la voz de Brian por los auriculares de los equipos de radio que todos llevaban abiertos, así que podían escuchar las voces de los comandantes directamente.Fueron avanzando en medio de la lluvia de proyectiles, pero los agentes iban detrás de los vehículos de asalto blindados, por lo que ninguno había sido herido a las primeras de cambio. El helicóptero de los mafiosos hizo entrada desde un helipuerto cercano. El piloto maniobró para quedar detrás de las unidades para comenzar a disparar, pero se encontró con bazucas de misiles dirigidos que lo hicieron elevarse rápidamente mientras lanzaban bengalas para evitar que los cohetes detectaran el calor del motor.Sin embargo, la aeronave no dejaba de disparar ocasionalmente contra los vehículos y el personal de asalto que avanzaba hacia la guarida de los hombres de Scrubb. Algunos de los defensores habían caído por los disparos de los agentes de las dos agencias del gobierno.Brian había apostado francotiradores en
La mayoría de los hombres que le quedaban a Scrubb se miraban entre ellos, la duda les asaltaba en esos momentos. Sabían que si no se rendían iban a terminar muertos, los agentes del gobierno no les habían dado cuartel, si seguían disparando eran hombres muertos.Scrubb los miraba también, casi que podía escuchar sus pensamientos.—Si alguno se atreve a dejar su arma y pretende salir por ese portón se puede dar por muerto —dijo escupiendo sangre, la herida que tenía en un costado le había alcanzado el pulmón.Casi todos ellos estaban heridos, unos levemente y otros con heridas mayores, y aún había otros que estaban heridos de gravedad en el sucio suelo del galpón.Pero ninguno se atrevió a tratar de abandonar el edificio, sabían que Scrubb les dispararía sin misericordia. Algunos estaban pensado en la manera de escapar con vida al menos, tal vez pasaran una temporada en la cárcel, pues solo eran empleados, y eso era mejor que una muerte segura.Afuera del galpón los hombres se prepara
Rachel estaba muy emocionada, a pesar de no haber podido participar en el operativo contra la banda de Scrubb, quien los había mantenido en jaque durante bastante tiempo. Brian le había dicho que habían puesto una orden federal de captura contra Víctor Case, el mercenario responsable directamente de la muerte de Randall Hamilton, y de quien se sospechaba que había disparado contra Patrick.También le había dicho que era solo cuestión de tiempo cuando capturaran a Grant Perlman y a Ivonne Coleman. Los interrogatorios que habían hecho a los hombres de Scrubb había dado muy buenos resultados. El fiscal general había emitido las órdenes de captura ante tanta evidencia, así que los días de libertad del par de tortolitos era cuestión de tiempo.Unas lágrimas, más de alivio que de pesar, corrían por el hermoso rostro de Rachel Hamilton. Al menos se haría justicia para su suegro y para su amado esposo., y en un tiempo bastante corto (eso esperaba) podría volver a una vida normal, sin tantos g
Ese día Grant trató de comunicarse con el bufete de abogados que llevaba los asuntos de Alexander Grassman, pero la secretaria le dijo que los dos representantes de la firma estaban en la corte suprema atendiendo unos asuntos importantes y que al día siguiente ellos lo contactarían.A Perlman no le gustó para nada que le dieran largas, nunca había sido muy paciente porque le gustaban las cosas de inmediato, pero sabía, a pesar de su frustración, que no podía hacer nada para acelerar este proceso.Frustrado salió de la oficina y paso a buscar a Ivonne, comentándole las respuestas que había recibido de los abogados, pero esta lo tranquilizó, al fin y al cabo ellos iban a manejar todos los asuntos legales de la empresa, aparte de manejar la fortuna de Grassman a discreción.—No te preocupes, querido —le dijo Ivonne con su voz seductora— Cuando tengamos el manejo legal de la empresa despediremos a esos imbéciles y buscaremos a alguien más dispuesto a servirnos.—Está bien —dijo Perlman so
A Ivonne no le gustó para nada el hecho de que Grassman hubiera escrito un testamento apenas dos días después de llegar de Italia. Se acomodó en su asiento y procuró que no se le notara nada en la cara, sin embargo, una tenue palidez se podía notar debajo de la capa de maquillaje que llevaba.El notario se dispuso a continuar la lectura después de una breve pausa.La lectura continuó con las disposiciones sobre algunos bienes menores que Grassmana dejaba a instituciones de caridad, como varias casas que estaban a su nombre en diferentes estados del país y que eran utilizadas por instituciones benéficas. Se disponía que las propiedades pasaran a manos de las instituciones que laboraban allí y que antes pagaban alquileres.También dejaba una buena cantidad de dinero a todo el personal que trabajaba en la casa de los Hamptons, incluyendo al jardinero, La mayoría de los empleados se mostraron emocionados e incluso algunos derramaron lágrimas al escuchar lo que les dejaban.Ivonne ya se es
Cuando recobró el conocimiento, Ivonne se dio cuenta de que estaba acostada en un cómodo sofá y que los abogados que había llevado con ella estaban a su alrededor así como una mujer, que tenía toda la apariencia de una secretaria de las oficinas del notario. Sintió la ácida fragancia de las sales aromáticas que habían usado para ayudarla a recuperar el sentido. Pero de inmediato todas las cosas vinieron a su mente y en verdad deseaba que todo esto hubiera sido un sueño producto de una mala digestión o algo parecido, pero al ver a las personas que la rodeaban y en especial, el sitio donde se encontraba, tuvo que aceptar la realidad. ¡Alexander Grassman la había dejado sin un solo centavo de su dinero! «¡El muy maldito! Me ha dejado en la ruina—era todo lo que se repetía en su mente, una y otra vez» —Ya estoy bien —dijo mientras rechazaba un vaso con agua que le estaban acercando a la boca, aunque tenía los labios y la garganta resecas como arena del desierto. Con algo de dificultad
Rachel estaba cambiando de ropa a los niños ayudada por la niñera y la agente Nolan, quien no había querido dejarla aún. —Todavía no hemos capturado a los cabecillas, agente Harper —le dijo a Brian cuando le informó que ya podía retirarse porque la inminencia de un ataque era muy poco probable— Mientras ese sujeto y la loca madrastra anden por allí ella y los niños no estarán cien por ciento seguros. Al final, Brian tuvo que ceder porque en gran parte ella tenía razón, igual habían retirado a la mayoría de los escoltas y también el equipo que custodiaba el edificio completo y la mayoría de los equipos que custodiaban la mansión Hamilton. Sin embargo Brian había dejado a dos hábiles agentes para su custodia personal, así como un buen equipo para resguardar la seguridad de la propiedad de los Hamilton. En particular porque no habían logrado capturar a Víctor Case, el escurridizo mercenario que causó la muerte del viejo Hamilton. No creía que este estuviera muy dispuesto a atacar a la