Rachel estaba cambiando de ropa a los niños ayudada por la niñera y la agente Nolan, quien no había querido dejarla aún. —Todavía no hemos capturado a los cabecillas, agente Harper —le dijo a Brian cuando le informó que ya podía retirarse porque la inminencia de un ataque era muy poco probable— Mientras ese sujeto y la loca madrastra anden por allí ella y los niños no estarán cien por ciento seguros. Al final, Brian tuvo que ceder porque en gran parte ella tenía razón, igual habían retirado a la mayoría de los escoltas y también el equipo que custodiaba el edificio completo y la mayoría de los equipos que custodiaban la mansión Hamilton. Sin embargo Brian había dejado a dos hábiles agentes para su custodia personal, así como un buen equipo para resguardar la seguridad de la propiedad de los Hamilton. En particular porque no habían logrado capturar a Víctor Case, el escurridizo mercenario que causó la muerte del viejo Hamilton. No creía que este estuviera muy dispuesto a atacar a la
Rachel bajó la carta que temblaba en sus manos. Brian se acercó para abrazarla y ella se aferró a él. Era tan doloroso que alguien hubiera hecho tanto mal a su familia, y también era doloroso saber que alguien estaba arrepentido y que eso no cambiaba casi nada. Al rato ella se soltó de los brazos de Brian y se limpió las lágrimas. —¿Y ahora qué podemos hacer? —le preguntó a Brian. —Eso depende de la información que nos haya dejado Grassman —dijo Brian quien tenía una actitud contemplativa— Me ha dejado sorprendido la actitud y posición de Grassman a última hora, pero lo entiendo y lo compadezco. —¿Sabes algo? —le replicó Rachel— Yo también siento compasión por él, es tan extraño. —Te entiendo —le dijo— Es raro sentir el dolor de otra persona como si fuera el de uno mismo. Rachel se limitó a asentir. Entonces tomó el sobre que estaba junto con la carta y se lo dio a Brian, quien lo abrió y se puso a leer para evaluar si la información era valiosa. Mientras Brian leía el material
Ivonne y Grant estuvieron hablando un buen rato después de que Perlman se calmó, Ivonne lo dejó gritar y maldecir hasta que se sentó, agotado.—No sé cómo pude ser tan ingenuo —se quejó Perlman, ya más tranquilo— Debí suponer que Alexander era lo suficientemente astuto y desconfiado para poner a alguien detrás de nosotros.—No seas tan duro contigo mismo —le dijo Ivonne— Yo misma lo menosprecie bastante, pero resultó más astuto de lo que pensaba.—Sí, pero yo lo conocía demasiado bien —se lamentó— Debí saber que no era fácil engañarlo. Pero ahora me preocupa el alcance de su venganza, imagínate que si tuvo tiempo de hacer un testamento y de tomar medidas para que no pudiéramos mover ni un centavo de las cuentas, qué no habrá planeado para tendernos una trampa.Ivonne se quedó pensativa por unos momentos. Grant tenía razón, con Alexander no se podía jugar, una muestra de ello eran las humillaciones que le había hecho pasar. La pregunta ahora era: ¿Qué más había proyectado Grassman para
—¿Me podría decir desde donde se hizo este movimiento? —le preguntó al empleado.—Sí, por supuesto —dio para luego ponerse a teclear con rapidez en el terminal— Lo hizo usted misma, desde las oficinas de Grassman Corp. —dijo después de consultar la pantalla. Ivonne se puso pálida, porque la fecha era del mismo día que habían matado a Alexander Grassman. De inmediato supo que, de alguna manera, Alexander Grassman había averiguado acerca de la cuenta que ella y Grant habían estado alimentando con dinero de la empresa creyendo que este no se había dado cuenta.Ivonne se puso tan pálida que el joven cajero lo notó de inmediato.—Señora, ¿se siente usted bien? —le dijo con acento preocupado— ¿Hay algún problema con la cuenta?Las palabras del joven hicieron volver a Ivonne a la dura realidad.—No, joven, gracias —le dijo tratando de reponerse— Ya sé lo que ocurrió, no hay problema. ¿Me permite un nuevo formulario?—Aquí tiene, señora —dijo el joven mirándola con curiosidad— Si lo desea pu
—¿De qué rayos me estás hablando? —le preguntó Grant asombrado de la reacción de Ivonne.—¿De qué crees que hablo? —le dijo con furia pero tratando de mantener la voz baja para no llamar la atención en este sitio público— ¡De la mocosa esa! —le dijo con ira contenida.—Esa mocosa, como tú la llamas es más dura de pelar de lo que piensas —le recordó Perlman— Por ella perdimos muchísimos hombres, y finalmente eliminaron a todo nuestro personal.—Pero ahora ya no estará tan protegida —la cara de Ivonne se veía deformada por la ira que sentía por dentro.—¿Crees que van a bajar la guardia mientras yo ande por allí? —le dijo con aire incrédulo— Y eso si acaso no sospechan que tú estás viva, querida.La sola posibilidad le causaba desasosiego. Una cosa era actuar en la sombra, amparado por alguien poderoso como Alexander Grassman, y otra valerse por sí misma, siendo una prófuga de la justicia.«¡Y sin dinero! —gritó en su mente»Por un momento miró a Grant Perlman y se dio cuenta de algo qu
Los guardias que estaban descansando en la casa después de su acostumbrada ronda matutina, corrieron a buscar sus armas. Rachel estaba con los niños y la agente Nolan, mamá Emma había salido con una de las mucama y un guardia para realizar unas compras para la casa.—Ve al refugio con los niños —le dijo la agente Susan mientras preparaba y revisaba su arma.—No —dijo Rachel de inmediato— No pienso esconderme del ataque, espérame un par de minutos aquí.Rachel corrió hacia el cuarto de la niñera, esta estaba saliendo de su habitación con cara de asustada, en cuanto vio a Rachel corrió hacia ella y la abrazó.—¿Qué sucede, señora? —dijo con el pánico reflejado en la voz.—No estoy segura —le respondió soltándose de ella y tomándola por una mano— Vamos, necesito que entres en el cuarto seguro con los niños.Ambas corrieron a lo largo del pasillo del tercer piso donde se encontraban, cuando llegaron al cuarto de los niños ya Susan tenía a los niños listos. De allí salieron hasta el cuart
—¿Tú? —dijo Rachel alejándose un poco hacia atrás, cojeando de la pierna derecha, donde la pierna del pantalón ya se estaba manchando completamente de rojo.—Sí, soy yo, niña tonta —le dijo Ivonne con la furia velándole los aún hermosos ojos verdes— No sabes las ganas que tenía de que llegara este momento.Rachel no dijo nada, pero su cerebro trabajaba a toda velocidad, buscando la manera de escapar de este trance en que estaba metida. Nunca se imaginó que ella viniera en persona, que se atreviera a tanto. Los huesos de su suegro y de su esposo debían estar temblando en sus tumbas ante tanta osadía e impertinencia.—No sé cómo te atreves a venir a esta casa, a profanar su tranquilidad —le dijo Rachel también con la ira reflejada en su semblante.—¡Uy, Sí! El santuario de los Hamilton —se mofó Ivonne haciendo que Rachel hiciera un gesto como de írsele encima— Quieta, niña. No hagas que te dé otra herida para acompañar a esa —le dijo señalando la herida en la pierna de Rachel con la pis
Rachel no lo podía creer, estuvo a punto de desmayarse pero su férrea voluntad la sostuvo. Por un momento se olvidó que estaba herida en el brazo y en la pierna y se volteó para caminar hacia la escalera, para ir al encuentro de su amado, pero la pierna cedió y se fue de lado cayendo en los brazos de Ivonne, quien aprovechó para tomarla por el cuello pasándole un brazo mientras sacaba un cuchillo de su pantalón y se lo ponía en el cuello.Un Patrick Hamilton un poco más delgado de lo que era normalmente, comenzó a descender por la escalera.Ivonne lo miraba como solo se podría ver a un fantasma.—¡Tú estás muerto! —le gritó como una histérica mientras retrocedía arrastrando a Rachel, quién aún no reaccionaba por completo al tener delante al hombre que todos creían muerto.—Por desgracia para ti, no lo estoy “mamita” —dijo con auténtica ironía.Ivonne seguía retrocediendo hasta que chocó con Grant Perlman que estaba blanco como un papel de la impresión. Este se sobaba la mano lastimada