La tasa del café aún conservaba el calor, los panes estaban rellenos de queso y jamón listos para ser empacados en la bolsa de papel e introducidos en la pequeña lonchera de mano. La ensalada era de verduras, pollo asado y un postre complementaban el almuerzo de Calvin, estaba revisando el periódico algo molesto, la propiedad había sido subastada antes de lo previsto, la señora Delie, había hecho un mal arreglo, su oferta había sido mejor, con las mejoras y remodelaciones sería una hermosa propiedad, la ganancia no estaba nada mal ciento cincuenta mil dólares, pagaría la comisión a Candela la astuta y sagaz mujer que trabajaba desde su llegada a Victoria Texas, una linda y agradable ciudad, donde Calvin tenía su oficina principal.
Viajaba con regularidad a Houston donde tenía su otra oficina, la señora Wallis era la encargada de atender los clientes, en sus inicios era desde la casa de Wallis, precisamente desde su garaje, ella no había colocado objeción alguna al respecto, ya que eso colocaría pan y leche en la mesa para sus dos hijos.
Ahora tenían una pequeña oficina cómoda, y agradable donde atendía los clientes que llegaban buscando alguna propiedad para rentar, o comprar.
Calvin había iniciado como vendedor alrededor de quince años atrás, recién llegado a Texas las cosas no habían sido fáciles, pues en su pequeño pueblo no había tantas oportunidades.
El asunto fue que con mucho trabajo, ahínco e ilusiones lograron comprar su propiedad, Madelin trabajaba en la oficina de correos de la ciudad, llevaba unos veinte años en general, había iniciado en su ciudad natal Denver, allí conoció a Calvin, se mudaron a su ciudad, tenía una pequeña casa, sus padres habían fallecido dos años después de su matrimonio con ella, así que la propiedad fue un poco remodelada, para alquilarla y ellos tomar un rumbo nuevo a Texas, Victoria una bonita ciudad pequeña y agradable en la cual se habían sentido a gusto.
Aunque intentó en varias ocasiones quedar embarazada no fue del todo exitoso, cuando ya no tenía esperanzas, llegó Pamela a sus vidas.
Ahora era una linda jovencita de 16 años, que estaba por ingresar a la universidad, en poco culminaría sus estudios, le esperaba una buena oportunidad, el buen tío Elmer y su esposa Karen habían ofrecido su hogar en Austin para que la joven viviera con ellos y continuara sus estudios, quería estudiar Biología marina y Madelin sabía que lo lograría, era una aplicada estudiante.
Madelin respiró hondo, le había comentado a Calvin de las sobresalientes notas de Pamela, por lo cual le había dado el permiso para el paseo escolar a una hora de allí, sería un campamento para jóvenes de fin de semana, siete profesores, el director, la psicóloga y varios padres de familia acompañaban el grupo, actividades deportivas, competencias, ejercicios y charlas harían parte de su estadía. Calvin continuaba absorto en su periódico sin prestar mucha atención, algo dijo que, si estaría un fin de semana fuera, pues no había nada que hacer, por él, no hubiera acudido a ningún campamento donde los chicos solo fumarían marihuana, y tendrían todo tipo de desacato.
-Calvin, no me escuchaste verdad, es un campamento organizado por el colegio, con apoyo de la iglesia, no habrá marihuana, ni dramas pasionales, estarán muy ocupados, además hay varios concursos, pero no me atiendes porque tu periódico es mucho más importante-.
-Te seria bien entender que debo estar al día de las novedades, o crees que con tu salario solamente mantendríamos esta casa, y los demás gastos…pero que sabes tú de negocios, solo puedes opinar de tus cartas que todos los días cuentas, y no sé qué más cosas importantes soluciones en tu estafeta de correo-. Frunció su ceño con enojo, sacudía su página de sociales para hacerla a un lado.
-La economía es mi interés, o que está sucediendo en el congreso, pero asuntos de campamentos ocúpate tú, para eso eres la madre-.
-Lo tengo claro-. Madelin respiró para tomar una bocanada de aire y levantarse, tomando su paquete del almuerzo miró su reloj y se marchó a su trabajo.
-Por cierto, Madelin, llegaré algo tarde, después de diez, me reuniré con Candela y Rigo, haré un presupuesto para la remodelación de la casa que compré ayer, es una gran ventaja que el banco me abra la puerta cada vez que requiero efectivo para un negocio-.
-Si muy interesante-.
-Es supremamente interesante, bien, para que hablar contigo de negocios, es como que tú me cuentes de una carta de defunción, no es importante para mí ¿O sí?
Ella escuchaba las palabras frías de Calvin, por lo que no se dió a la tarea de contestarle nada, mejor callar, cualquier cosa que opinara o dijera sería una gran estupidez para él.
Calvin tomó su almuerzo, observaba todo ordenado de manera extraordinaria, si así fuera Madelin para la economía y los negocios que maravilla de mujer. Pero no lo era, y a cambio de eso, poseía un espíritu apacible, sereno, siempre apuntándole que debía serenarse antes de actuar, como si ella fuera perfecta, única e intachable. Solo era una trabajadora conformista en una estación de correo.
El auto iba a una prudente velocidad lo que pudo lograr que ella reaccionara a un perro que ahora se hacía a la carretera impidiendo que ella pasara, por suerte el freno hizo lo suyo a tiempo, era un hermoso perro dálmata, parecía perdido o quizás abandonado.
-Ven, eres una hermosura…veo que estas agotado, cansado y extraviado…piensa Madelin…piensa rápido-.
Se atrevió acercarse a paso tranquilo, el animalito estaba cansado, y agotado, por suerte era muy noble, ante su acción de atenderlo, él le lamia la mano, se echaba a sus pies y emitió unos ladridos bajos.
Madelin tomaba agua de la botella que siempre traía con ella, buscó un vaso que tenía a la mano y echó agua, el can se animó al tomarla rápidamente, la miraba con ojos tristes.
-Bien amiguito veamos de quién eres, le echó una mirada al collar, el nombre Mai estaba grabado y junto al nombre un número telefónico.
-Es tu día de suerte amigo, vamos. Arriba-. la puerta del auto se abría y ahora Mai tomaba asiento con mucha reverencia.
-Veo que eres todo un ejemplo a seguir, bien vámonos, te dejaré en el jardín, estoy segura que no harás ningún daño, cuidarás las flores, y si en la noche no logro que tus dueños lleguen por ti, te traeré a casa, total el jardín es bastante amplio, podrás entrar en casa una vez que llegues para que veas mi casa, pero…cuando llegue Calvin irás al jardín, tengo un lugar que está techado, y te hare un lugar cálido para dormir, te va gustar mucho-.
Parecía que Mai estaba de acuerdo porque se sentó con mucha comodidad, dando dos ladridos, para guardar silencio.
Madelin llegaba a su lugar de parqueo, abriendo la puerta Mai descendía del auto, caminaron a paso tranquilo, ella abría la pequeña verja que daba acceso al jardín, era un día soleado, pero justo había un árbol, verde grama y allí le llevó para que se quedara.
-Iré por comida, siempre hay algo para cuando llegan algunos amigos tuyos a solicitar alguna buena miga-.
Entrando saludaba a sus compañeros, tenía quince minutos, no era habitual para ella llegar sobre la hora, hasta media hora antes ya estaba en su trabajo, al menos allí era un ambiente que salia de la monotonía de cada día. Mai se acomodaba en el verde césped y después del agua y alimento, se dispuso a dormir. Como le habría gustado a ella hacer lo mismo en ese instante, tumbarse boca arriba y dormir tan profundo que nada la lograra despertar.
Hace tiempo que Calvin era alguien desconocido, la pregunta que ella se hacía no era una sola, eran muchas, porque sentía la profunda decepción de la vida, en puntualidad la de ella.
Los hilos de su vida se estaban rompiendo poco a poco, apenas si podía hacer malabares en las pocas hebras que quedaban. Era como si caminara en una cuerda delgada, templada y a punto de caer ella en un salto al vacío.
En ese momento marcaba su tarjeta, se despedía de Louis, para tomar su turno, un café fue colocado en su puesto, lo bebía y disfrutaba, si al menos así fuera en casa, disfrutar de las cosas de la vida.
Esa noche tomaría un buen chocolate en casa, de pronto y de la nada chocolate vino a su mente, se sentía cansada, y el cansancio era de su alma, de su corazón, de sus sentimientos y emociones. Le gustaría pedir unos días, quizás dos o tres para estar en casa, en cama bajo cobijas, mirar la televisión o sencillamente ir al jardín y recibir el aire que sus plantas le daban, todos los días para ella eran iguales, , la vida estaba corriendo veloz, los días para ella se habían convertido en una monotonía, y con los días vendrían cambios, verdades y muchos argumentos. Madelin sonrió feliz, aun eso le quedaba la felicidad que su corazón podía albergar, esa nada ni nadie se la podía arrebatar.
Llegó a casa, y preparando su chocolate lo tomaba con serenidad, mirando las estrellas y observando como Mai le miraba con aquella sencilla mirada. Una mirada tierna y un gesto amable.
Tres días habían pasado desde que Mai estaba con ella, lo podía llevar al trabajo pues su presencia no se sentía en lo más mínimo, parecía que el perro la entendía mejor que los humanos. Su hija había regresado del campamento con buenas ideas, era una buena chica, aunque a veces algo de rebeldía salia a flote, pero nada preocupante, pues era relacionado a quedarse en la banca de la iglesia relegada, y no unirse al grupo de actividades del domingo, había inculcado en Pamela la oración. Pamela solía en su habitación cerrar la puerta al ver los días difíciles en que Calvin estaba molesto y decía esas palabras que lastimaban, Pamela se arrodillaba en su cama para decir algunas palabras que le dieran tranquilidad. Aunque su padre no era un hombre de golpes, o maltratarla con palabras obscenas, decía cosas que lograban bajarle su autoestima, hacerla ver fea, insegura, eso sí, resaltaba su inteligencia para luego decirle que era solo una zorra inteligente para leer libros y nada más. Pamel
Úrsula avanzaba por el amplio corredor en dirección a la oficina de Calvin, su vestido de flores azules era realmente hermoso, el cabello rubio recién cepillado había quedado perfecto, un corte arriba de los hombros le hacía lucir sensual, sabría apreciarlo el hombre que ahora estaba detrás del archivo revisando unos documentos.Se detuvo y con suma delicadeza cubría sus ojos.-Oh…creo que eres un fantasma, hazte visible ante mi-.Las carcajadas no se hicieron esperar.-Veo que has acertado, soy tu fantasmita travieso-.- ¿Que tan travieso será este fantasma? Calvin recorría sus caderas, alzando la amplia falda de Úrsula acariciaba su piel.-Es enloquecedor tu perfume-.-Deja, podrían vernos…eres un hombre casado con promesas que no cumplirás nunca-.-No empieces de nuevo, hasta cuando te tendré que repetir que no puedo divorciarme aun, Madelin… tu no tan tonta primita me dejaría en la calle, ¿Crees que se va quedar sin nada? La casa y la mitad de esta empresa le pertenecería…no seas
Úrsula abrazaba a Calvin quien, en un intento por mantenerse calmado en la sala de cine, miraba su teléfono para entretenerse en tonterías. -Clavin- La voz de Úrsula era un susurro. -Concéntrate en la película, desde que empezó ni le has prestado atención. -Úrsula es una cursilería, ella está a punto de morir, así que lo mejor que puede pasar es que descanse en paz- Dicho esto hacia señal de persignarse con su mano derecha. -Calvin deberías tener algo de respeto, así sea una película…es una historia real…tan real como la nuestra, solo que no me estoy muriendo y tú eres casado, eso sí…en vías de divorciarse nunca- -Te crees la perfección en pintura, siempre lo mismo Úrsula, si gustas hasta aquí llegamos-. -Calvin cariño, no te molestes conmigo-. -Ya te dije que las cosas con calma… si no la tienes entonces busca otro- -No…no volveré a molestarte-. Úrsula se acomodaba en la silla, en aptitud de distancia de Calvin, su rostro se tornó inexpresivo, con una mirada que en realidad era
El día domingo como de costumbre Madelin despertaba seis en punto, asistía con puntualidad al servicio de la mañana, ese momento de paz y comunión le daba las renovadas fuerzas para seguir adelante, últimamente el dolor en algunas zonas de su cuerpo se intentaba agudizar, pero no sería el motivo que ella faltase al servicio. El reverendo Jake y su esposa Mía, eran dos personas agradables, serviciales, y siempre al tanto de todos, eran alrededor de trecientas personas quienes asistían a los servicios de la mañana, luego siempre se ofrecía un desayuno, allí podían hablar y compartir de sus experiencias y situaciones.Edna se sentía mucho mejor, y asistiría también, le había telefoneado para decirle que almorzaran juntas. Pamela era del coro de la iglesia, ese día cantaría como solista. Madelin se sentía feliz, allí estaría con su amiga un buen par de horas.Esa mañana estuvo el sermón como hecho para ella, el reverendo había dado su sermón sobre el amor, el amor que podía perdonar, que
Varios días transcurrieron desde aquel domingo en familia, Úrsula pasaba alguna tarde por casa para saludar, siempre era quien tomaba la iniciativa de preparar el café, hasta ofrecerse para quedarse a preparar la cena.Madelin viajaría con Edna a Austin para su chequeo médico, pero por alguna razón su madre estaba llegando a casa, ese era el mensaje que Pamela le daba, aún tenía tres horas disponibles antes de viajar, irían en su auto, Mai las acompañaría, seria bien recibido en casa de su hermano y su esposa.Sus pequeña maleta y bolso de mano con todo lo necesario estaba listo, Pamela en esos días estaría con la abuela, estaría tranquila, igual el viaje solo tomaría dos días.El timbre sonó y Pamela dando dos saltos de alegría abrazaba la abuela.-Abue…que bien que decidiste venir, así me harás pastel de zarzamoras, es mi preferido-.-Oh, querida claro que sí, pero eso sí, no creas que te escaparás de lavar los platos y dejar la cocina impecable-.-No cambias abue.-.La mujer soltó
Madelin caminaba por el amplio pasillo de la clínica acompañada de Edna, solo tendrían que esperar tres pacientes para su turno. Podían ir por un café y alguna galletita, estas eran una completa tentación para Madelin.Edna hacia el pedido conocía de sobra los gustos de su amiga, las galletas estaban recién salidas del horno y el olor a coco, canela, vainilla, inundaba todo el lugar. Madelin miró su reloj, estaba segura que en pocos minutos le llamarían.-Edna, gracias por este exquisito café, las galletas son cortesía-.-Es grato saberlo…-.Caminaron sonriendo hacia la sala de espera y tomar sus lugares, la enfermera ingresaba al consultorio, al cabo de diez minutos invitaba a Madelin a seguir.-No tardaré-.-Entraré contigo de ser necesario-.-Quédate tranquila, es solo una cita de rutina-.-Eso dices siempre-.-Porque siempre es así…creo que quieres controlarme y no lo permitiré-. Le miraba con aquella seriedad…para después soltar una risa que logró hacerle escupir el café a Edna d
Calvin miró a Úrsula mientras su voz era algo tensa. La conocía bien, siempre buscando oportunidad de algún numerito de esos característicos de ella.-Gracias Úrsula, siempre tan atenta y amable-.-Haré el almuerzo-.-Vaya que ayuda la que me brindas, iré por unas cosas para la ensalada, ahora regreso, puedes ir adelantando-.-Claro tía-. Sonreía con aquella picardía tan suya, inocencia y juego en su mirada, como en sus palabras.Calvin tomaba el periódico para darle un vistazo a los clasificados, deseaba encontrar un lugar más grande para mudar las oficinas de Victoria, cada día llegaban más clientes, nuevos proyectos, y requería una bodega, su oficina también estaba sujeta a cambios.-Bien Úrsula espero que cocines algo delicioso…me iré al estudio a leer mi periódico-.Ella le salia a su encuentro.- ¿Dónde crees que vas? -.-A leer, hay que estar atento a las noticias ¿Qué, no lees noticias? -.-Claro que no, son tristes y caóticas, no me gustan-.-Deberías alimentar tu cerebrito c
Madelin acomodaba algunas cosas esa mañana en el refrigerador, eran las seis en punto. Su madre y pamela dormían plácidamente.Su maleta estaba en el vestíbulo aun sin ser llevada a la habitación, para sorpresa de ella notó que Calvin no estaba en casa, no era extraño para ella, siempre encontraba alguna excusa de peso para tales ausencias a ciertas horas.Pero llegaría a solicitar desayuno, ella preparaba su almuerzo, los días de placidez habían terminado.Las palabras del buen doctor le resonaban en sus oídos, debía tomar decisiones drásticas y medidas extremas sobre sí misma.Pasos silenciosos en la cocina le hicieron girar con serenidad.-Madelin que bueno que estás de regreso, no te imaginas estos días, tu marido pobre…tuvo que trabajar tanto este fin de semana que debió quedarse dormido en su oficina anoche, bien Madelin te estaba esperando, quiero saber si iras a ver a tu padre, en cualquier momento podría detonarse algo, y ya sabes…-.-Madre eres asombrosa, lo primero que espe