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Capítulo 6 Secretos Confesados

Varios días transcurrieron desde aquel domingo en familia, Úrsula pasaba alguna tarde por casa para saludar, siempre era quien tomaba la iniciativa de preparar el café, hasta ofrecerse para quedarse a preparar la cena.

Madelin viajaría con Edna a Austin para su chequeo médico, pero por alguna razón su madre estaba llegando a casa, ese era el mensaje que Pamela le daba, aún tenía tres horas disponibles antes de viajar, irían en su auto, Mai las acompañaría, seria bien recibido en casa de su hermano y su esposa.

Sus pequeña maleta y bolso de mano con todo lo necesario estaba listo, Pamela en esos días estaría con la abuela, estaría tranquila, igual el viaje solo tomaría dos días.

El timbre sonó y Pamela dando dos saltos de alegría abrazaba la abuela.

-Abue…que bien que decidiste venir, así me harás pastel de zarzamoras, es mi preferido-.

-Oh, querida claro que sí, pero eso sí, no creas que te escaparás de lavar los platos y dejar la cocina impecable-.

-No cambias abue.-.

La mujer soltó una carcajada. Pamela tomaba el equipaje de la abuela, para llevarlo a la habitación. En aquel momento justo Brandon ingresaba para llevar a Pamela a la tienda de mascotas, compraría unas cosas para su pequeño Tom, un gatito que había adoptado con Pamela.

Se despedía de su madre rogándole que cuando llegara le llamara inmediatamente.

En la cocina Madelin y su madre se dieron cita para tomar un té.

-Hija hay algo que quería hablar contigo, es necesario que ahora lo diga, no he podido dormir, no tengo paz…mi mente me aturde cada noche, lo siento, debí ser honesta contigo, pero creo que la verdad es tan necesaria, como a veces lo puede llegar a ser una mentira, aunque claro no justifico lo que pasó…-.

-Mamá…puedes decirme las cosas, soy adulta, ya no tengo viente años, ya no soy tan frágil, si ese es tu miedo-.

-Mi miedo no eres tú, mi temor es tu padre-.

- ¿Y qué tiene que ver papá con todo esto? -.

-Madelin, hace muchos años atrás conocí un chico, apenas era una estudiante, nos enamoramos, pero las cosas no pudieron continuar, él se marchó al extranjero a estudiar, quedé embarazada de ti, cuando conocí a tu padre, le dije que éramos solo tú y yo, tu padre había muerto en un accidente, él aceptó casarse conmigo, te quiso como su propia hija, pero en estos días, recibí esta carta-.

Cori extendía la carta ante Madelin, quien leyó en voz baja, allí un hombre que se identificaba como Leroy le pedía a su madre que por favor le dijera del paradero de su hija, sabía que ella había dado a luz una niña, tenía muchos datos precisos, llevaba más de quince años buscándola, y por fin, había llegado el momento de que su hija y él se reencontraran, quería conocerla, hablar en persona de lo sucedido, eso sí, en ningún momento quería causar problemas, solo quería ver a su hija, su salud se estaba deteriorando, deseaba poder compartir con su única hija, su hija amada, a quien siempre soñó con volver a ver. Le pedía a su madre que le respondiera cuanto antes, enviaba su dirección, teléfono, esperaría una llamada de Cori, y la sorpresa que Madelin su hija, quisiera verle.

-Mamá…esto es una bomba que acabas de lanzar-.

-Lo se hija…sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero…tu padre está enfermo, es un escritor reconocido, te acuerdas de aquella novela, “Bajo las estrellas” fue su primera novela dedicada a ti, la noche que nos despedimos, él dijo que volvería por las dos, solo que yo…decidí lo mejor para ti-.

-Entonces no nos abandonó…-. Los ojos de Madelin parecían desconsolados.

- ¿Y qué?  Yo era joven, no sabía si de verdad volvería por las dos, así que tomé mi mejor decisión-.

-Pero con muchas mentiras en el medio mamá-.

-Tu padre se convirtió en un escritor reconocido, aquella novela fue para recordarte a ti, era una noche bonita, llena de estrellas…así que creo que deberías visitarle, a lo mejor desea legarte lo que posee-.

-Ay mamá…no estoy pensando en herencias, tengo bastante con todo lo que sucede en esta casa, por si no te has dado cuenta-.

-Calvin es un bueno para nada, además creería que anda con alguna amante, alguna de esas mujeres desvergonzadas que les da igual, hombre casado sí, pero no significa que esté atado-.

-Madre…yo necesito pensar, el hombre que llamé papá durante toda mi vida, no lo es, mi verdadero padre aparece, y tú solo piensas en herencias…ya me tengo que ir, Edna llegará en unos minutos, por favor, no hagas comentarios con nadie-.

-Oh… ¿Piensas que soy capaz? -.

-Si, y no es que lo piense, lo sé, no hagas comentarios con nadie-.

-El reverendo no es nadie, además puede aconsejarte-.

-Madre, eso incluye al reverendo, no quiero que estemos de boca en boca, esta ciudad es pequeña, por lo tanto, suele ser un tanto atractivo todo lo que tenga que ver con chismes y rumores-.

Cori hizo ademán de colocar un candado en su boca.

-Tiraré la llave, silencio total-.

-Mejor mamá, cuídate, te llamaré cuando llegue-.

-Este paquete es para tu hermano-.

- ¿Mi hermano lo sabe? -.

-Si…lo siento, pero tenía que hablarlo con alguien-.

-Bien mamá…-. Madelin miraba a Cori, no era una mala mujer, solo que no podía mantener las cosas entre cuatro paredes.

-Madelin, tu padre vivió muchos años en Asia, estuvo en Singapur, y varios lugares, ahora que regresó…creo que puedes conciliar con él, además serias su única heredera-.

- ¿Mamá, es eso lo único que te interesa? -.

-No, claro que no hija, pero…es algo que puede beneficiarte-.

-Adiós mamá, regresaré mañana en la noche, o quizás pasado mañana, no tendrás inconveniente en quedarte una noche más-.

-Para nada, vete tranquila-.

Se despedía de su madre, la carta la había doblado y guardado en su bolso, sentía como si una bomba acabara de estallar en su comedor. Su madre parecía no tener corazón o culpa. Quería solamente mirar todo el beneficio que tomaría con ello, pero no era su pensamiento.

Quizás tomara la decisión de ver a su padre, al final de la carta, las palabras eran emotivas y eso le hizo doler el corazón.

Edna llegó media hora antes, una vez que todo quedó acomodado en la cajuela, partieron, Mai estaba feliz parecía que estaba enseñado a viajar. Aun no tenían noticias de su dueño, pero pronto alguien tocaría su puerta y seria su amo.

Leonard miraba el correo que tomaba del buzón y se quedó sorprendido con una carta que procedía de Victoria Texas. Mirando el remitente no asoció a nadie, desde un año se había desvinculado de Texas, es más, ni quería regresar, siempre resultaba un sabor agridulce para él.

Así que decidió leerla en la noche con calma, estaba en Miami disfrutando de las playas, sus vacaciones no habían concluido, y en Houston le esperaban con una montaña de trabajo, dudando un poco, decidió llamar a su madre.

-Madre…creo que estabas en tu clase de baile, escucho al profesor y su famoso un, dos, tres-.

-Cariño, que sorpresa, por fin te acuerdas de tu pobre madre, si…así es, pero estoy en receso, hoy estuvo muy revolucionada la clase, bien cariño ¿Cómo van tus vacaciones? -.

-Bien madre, tomando sol, y disfrutando de la habitación, vista al mar, jacuzzi, todo en uno… ¿Qué te parece? -.

-Que lujos…-.

-Te invité, pero no quisiste venir, te lo pierdes…por cierto mamá ¿Conoces alguien de la estafeta de correos de Victoria? Si, una tal Louis, me envió una carta, es extraño no recuerdo alguien de la estafeta, pocas veces fui, ahí es donde…-.

-Si cariño…ahí se extravió Mai, pero ten fe que podrás reunirte con el de nuevo-.

-Ha pasado un año largo mamá-.

-Lee la carta, me da curiosidad…-.

-En la noche madre, justo voy para la playa, una chica me espera-.

-No te creo, no has querido salir con nadie, ni siquiera con Mimi, es tan bella, talentosa, de buena familia, una adorable chica, pero no sé qué te pasa Leonard-.

-Mamá, Mimi, puede ser todo eso, pero no tenemos nada en común, la última vez nuestra cita se limitó a tiendas, ropa, calzado, maquillaje, no me espanta hacer compras, solo que no tenemos nada que hablar-.

-Dale tiempo hijo, eres muy exigente-.

-Madre, quiero algo real, no imaginario-.

-La chica es real-.

-Pero vive en un mundo imaginario, creo que le gana a todo Walt Disney World…y eso se queda corto-.

Colgaba la llamada deseándole a su madre feliz día, guardaba la carta mientras aceleraba el auto, pasaría un día desconectado de todo, la carta despertaba cierta curiosidad, pero en la noche quedaría satisfecha la misma, por nada del mundo se perdería de unas olas increíbles, un sol encantador, y quizás rescatar algún ingenuo que se lanzara al mar, siempre estaba ahí, en el momento de un rescate a tiempo.

Al llegar notó la tranquilidad, la serenidad era lo suyo y bajo sombra se dispuso a recrearse con un buen libro.

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