1. The Green House.
Ser la hija del alcalde siempre trajo buenas experiencias, buenas amistades, buenos momentos, y cómo era de esperar, casarse con una de las familias más adineradas del pueblo.
Jonathan Porter siempre fue un buen y justo alcalde, muy querido y respetados por todos, que llevó a nuestro pueblo a lo más alto, incluso comenzaron a venir turistas después de la primera fiesta del maíz.
Aunque creo que era demasiado bueno, y pecaba de inocente, pues mamá siempre se aprovechó un poco de él.
Para ninguno en aquel pueblo era un secreto que la señora Porter se había casado con él por el interés, pero después de la llegada de su primera hija, la mujer cambió un poco, se volvió amable y cariñosa con su pequeña familia, aunque su tosca personalidad siempre estaba presente.
Elena Porter era la mayor de los hermanos, una persona justa y noble, al igual que su padre, aunque en el aspecto era mucho más parecida a su madre: de cabellos rubios oscuros, tez clara, ojos grandes y muy guapa.
Aaron Porter era el hermano mediano, y sin lugar a dudas mi favorito, el único que se parecía a su padre en apariencia, pues sus dos hermanas eran rubias y de piel blanca. Al igual que su hermana, había sacado el carácter de su padre, pero él tenía cierta debilidad, a diferencia de su hermana, por la pequeña Sarah, la benjamina de la familia, y al mismo tiempo, la oveja negra.
Sarah Porter, esta soy yo. Mi personalidad siempre fue difícil, muy parecida a la de mamá, pero esto no me unió más a ella, al contrario, me detestó sin ninguna razón aparente para ello.
Siempre fui una persona muy problemática, desde bien pequeña, y no porque quisiese, sino, porque como descubriréis a lo largo de este libro, me vi obligada a hacerlo.
Las únicas personas que hacían de mi vida un poco mejor, siempre fueron Aaron y papá, que me apoyaban incondicionalmente, y sin pedir demasiadas explicaciones.
Mis hermanos siempre fueron perfectos, muy queridos y alabados por todos, sin apenas esfuerzo ya tenían a todo el pueblo de su parte, yo, por el contrario, tuve que luchar por conseguir hacerme un hueco en él, y fue difícil, tanto, que, en algún lugar del camino, tan sólo me cansé.
Hablemos ahora de la casa, la preciosa mansión de los Porter, cuyo nombre hacía referencia a aquella preciosa aldea. “Te Green House”. Era un lugar mágico, construido junto a una laguna, de madera de caoba, y bastante rústico.
Algunas noches, en el silencio de la noche, tan sólo roto por el croar de las ranas, podían verse miles de luces blancas, hermosas luciérnagas que hacían que la vida pareciese un poco más llevadera.
El bosque y los campos de maíz también tenían cierta belleza oculta, podían escucharse mis risas mientras era perseguida por mi vecino, el loco de Tyler Pitt. Aún quedaba un poco de eso, un poco de mi risa oculto en el viento.
El fondo de la laguna tenía cierto brillo especial, pues sobre sus aguas, a veces, iba a pescar con papá en su viejo bote.
Miles de recuerdos, cada uno más significativo que el anterior se arremolinaban al pensar en The Green Place, aquel hermoso lugar que en lo más profundo de mi corazón aún añoro. Pero no todo fue bueno, y es por eso por lo que hace casi veinte años que no vuelvo a casa.
Eso me hace pensar en algo, recordar mi aldea natal, mientras releo la invitación de bodas que me llegó la semana pasada, dónde mi hermana mayor me invita a su boda.
Quizás debería ignorarla, hacer como si no la hubiese recibido, pues no hay nadie, o, mejor dicho, casi nadie, que vaya a celebrar mi regreso. Enumeraré a las personas a continuación, intentando poner en orden mis ideas.
Ya no sentía nada por Tyler, eso era un hecho. Creo que para mí el sólo fue un buen amigo, pero confundí mis sentimientos al final, le di esperanzas y terminamos en una extraña relación que me alejó más de mis hermanos de lo que supuse en un principio.
No tenía nada por lo que volver a casa, pero debía hacerlo, no podía simplemente seguir huyendo de los problemas.
Así que estaba claro, Sarah Porter volvería a casa, tan sólo esperaba no remover demasiado las tranquilas vidas de las personas que allí me esperaban.
2. Vuelta al hogar.Me tomé quince días de vacaciones en el trabajo. Al señor Swan, mi jefe, casi le da un infarto cuando le avisé de ello, pues al ser su contable más eficaz, temía que sus finanzas se fueran al cuerno si yo no estaba en mi lugar.Era contable en la famosa empresa financiera The Wolfcer, y me iba muy bien.Cómo era de esperar, todo se fue por el desagüe al llegar a casa. Para empezar, mi maleta se había extraviado, y para terminar tuve que alquilar un coche para ir a la aldea, pues no había ni un maldito autobús disponible para viajar hasta allá.Imaginaos mi cara, yo, que iba con mis caros zapatos de Luis Buitons y mi vestido de Carolina Herrera, cogiendo una camioneta maloliente para ir a casa, por aquellas horribles carreteras de barro, escuchando música country, mientras daba vueltas al viejo mapa que me había
3. El granero de los Stormell.Entró en su granero, dejando atrás el maíz apilado, los caballos, incluso el tractor, y se detuvo junto a la pila. Me miró, agarrando una vieja toalla, para luego cedérmela.Date un baño – dijo, dejándome sorprendida con ello, pues en ningún momento eso entraba dentro de mis planes – no querrás aparecer frente a los Porter así, ¿no?Miré mi aspecto, él tenía razón, no sólo mis ropas estaban echas un desastre, también mis piernas y mis manos.Te estaré esperando fuera, junto al cobertizo, en mi moto – explicaba, para luego emprender la marcha, pasando por mi lado y deteniéndose al sentir mi mano sobre su brazo, mirándome sin comprender.Gracias – le dije, dejando caer mi
4. Una enfermedad mortal.Rodeé la casa y entré en mi habitación por el árbol que había frente a mi ventana, justo cómo solía hacer cuando era adolescente.Mi padre estaba allí, haciendo hueco en mi armario, para que se quedasen las visitas en aquella parte de la casa, y casi se muere del susto cuando me vio aparecer en la habitación.¿por qué no usas la puerta como todo el mundo? – pregunto al borde del infarto, haciéndome sonreír, para luego sentir su abrazo. – Me alegro de que hayas vuelto, tu madre y tu hermana estarán encantadas de ver que has vuelto – afirmó, con su ingenuidad muy presente.¿Cómo iban a estar mi madre y mi hermana felices de mi regreso?---Cuando bajé al salón, donde mi hermana, mi madre y Tyler tomaba
5. Caleb, el cerdito.Fui a comprar ropas unos días después, pues aún no tenía ni idea de cuándo me devolverían la maleta, incluso me hice con un vestido para la boda.Salía de los grandes almacenes, junto a mi hermana, pues mi padre la había “obligado” a acompañarme, ya que no tenía demasiadas amigas. No hablamos en todo el trayecto, como era de esperar.Iba pensando en mis cosas cuando ocurrió, mi hermana se paró en seco a saludar a la persona que teníamos en frente.Caleb – le llamó, haciéndome levantar la cabeza para mirarle. Nuestras miradas volvieron a cruzarse, y yo sentí aquella sensación cálida de nuevo. Tragué saliva, intentando parecer normal, observando como él miraba hacia mi hermana – ¿qué pasó con la camioneta de mi hermana?
6. La fiesta del maiz.Había llegado el gran día, ese día que todos en el pueblo estaban esperando, “La fiesta del maíz”, donde se celebraban diferentes actividades, todas ellas, con aquello que caracterizaba a nuestro pueblo, el maíz.Mis padres estuvieron nerviosos toda la mañana, ultimando los primeros preparativos para lo que sería el primer concurso, que tendría lugar en la granja de los Pitt, dónde las concursantes deberían recoger el mayor número posible de mazorcas posibles. La ganadora obtendría como premio una cita con el guapo Caleb, lo que me hizo pensar, por primera vez, desde la noche anterior, en él.Me largué sin decir media palabra justo después de ese beso, dejando mi camioneta y mis nuevas compras allí. La razón de ello era obvia, me aterraba lo que él me había hecho sentir
7. Oculta bajo una coraza.Sarah – me llamó Tyler, haciéndome salir de mis pensamientos, mientras yo bajaba la cabeza, intentando volver a la realidad. No podía volver a ser ella, no podía dejar que saliese, sabía que, si lo hacía, jamás dejaría de llorar, pues había estado aguantando el dolor por demasiado tiempo.Me di la vuelta, con la intención de volver a marcharme, esta vez hacia la casa, pues no podía seguir allí por más tiempo, pero antes de que hubiese dado un solo paso él me detuvo, aquella persona que tanto hería mi corazón. No podía sentir aquello – me recriminé a mí misma – ya había pasado demasiado tiempo para aún estar encandilada por él.Tengo que irme – le rogué, intentando soltarme de su a
8. La despedida de soltera.El día del maíz pasó antes de que nos diésemos cuenta, y entonces llegó el día de la despedida de soltera de Elena.Hicimos algo corriente, y yo pude asistir gracias a que Caleb me trajo las bolsas a casa esa mañana. Las recogió mi padre, pues yo me sentía aún demasiado resacosa como para levantarme, algo normal, pues me había pimplado tres botellas de vino yo solita, justo después de llegar a casa, la noche anterior.La despedida fue algo corriente, en el bar de Sandra Pitt, la tía de Tyler, entre amigas y copas, charlando del pasado.Fue de lo más aburrido, y eso ayudó a que me emborrachase con más facilidad, sobre todo al darme cuenta de que Elena había invitado a Shay, la novia de Caleb, y no dejó de preguntarle por el susodicho en toda la noche.Ha prometido
9. Cicatrices en el alma.Me echó una última mirada antes de volver al local, dejándome en aquel callejón completamente sola. Pero no fue eso lo que me destrozó, si no la mirada de despedida que puso sobre mí.Caminé calle abajo, a pasos pausados, pues me había dañado un poco con su brusquedad, y me dolía terriblemente mi intimidad al andar. Con aquella falda celeste un poco manchada, los cabellos alborotados y mi alma llena de cicatrices.Ya no me quedaba ni un ápice de dignidad, nada en lo absoluto a lo que aferrarme.Seguí adentrándome más y más en la oscuridad de la noche, sin saber a dónde ir ni que hacer, mientras miles de pequeñas lágrimas se derramaban por mi rostro, echando a perder el maquillaje.Me detuve cerca del parque, dándome cuenta de algo: me había convertido en mi