22 – Enojada.
La entrevista de Borja para la revista fue bien, y por supuesto luego le hicieron fotos en las cocinas y en el despacho. El restaurante estaba a rebosar ese día, así que tuve que dejar la oficina de lado durante un rato y ayudarle a Babel con la organización de las mesas, pues estábamos algo escasos de personal. Necesitábamos contratar a gente ya.
¡Por Dios! Aquello era un verdadero caos, y Borja… Borja no hacía otra cosa que degustar los platos antes de que fuesen servidos, mientras los de la revista seguían fotografiándole.
Me gustaría poder deciros que me levanté como nueva al día siguiente, que lo había olvidado absolutamente todo y que cambié el chip con todo aquello. Pero os estaría mintiendo cual bellaca. Al día siguiente me levanté con un humor de perros, y verle allí, sentado, hablando por teléfono con su tía no ayudó en lo absoluto.¡Por Dios! Tan sólo quería ir hasta allí y romperle la cara, porque yo había sido tan terriblemente idiota que pensé que… ¿qué pensé? ¿qué esperaba? Ni siquiera yo lo sabía, lo único de lo que estaba segura es que me jodía, terriblemente que él se acostase con otras mujeres, realmente… ¡Por Dios! ¡Estaba completa e irracionalmente celosa!Y entonces me di cu
El resto del día fue un día de mierda, en el que apenas pude concentrarme, y en el que, por supuesto no volví a ver a mi jefe por ninguna parte, no entendía dónde se había metido, y Babel tampoco tenía ni idea de dónde él estaba. Le dejé como tres mensajes en el contestador, todos sobre trabajo, por supuesto, pues sería un idiota si me rebajaba ante él en cualquier otro aspecto que no fuese el laboral.Una parte de mí lo agradecía, el que no estuviese allí, el no encontrármelo en la oficina, el no saber nada de él, pues no quería verle, no después de nuestra pelea, en la que me había tratado como si tan sólo fuese la zorra con la que se acostaba, como si no fuésemos nada más que eso, amigos que se acuestan. ¿Cómo habíamos llegado a aquello? ¿cómo había podido per
Demasiado irreal, ¿no os parece? Salva acababa de sincerarse conmigo, de confesarme sus sentimientos y yo ni siquiera podía reaccionar, me parecía una broma, una de muy mal gusto. Quizás estaba siendo grabada por una cámara oculta, quizás sólo era… ¡Por Dios! ¿Por qué me pasaba algo como aquello en aquel momento?Ni siquiera sabía que responder ante aquello, me había quedado terriblemente en shock.Gracias al cielo, Dios escuchó mis suplicas, porque en aquel momento recibía una llamada de teléfono de mi “amigo” Pablo. Lo cogí sin poner demasiado disimulo en ello, y respondí casi al instante, girándome levemente, para poner distancia entre Salva y yo.Oye – comenzó mi ex amante - ¿estás bien? Has salido tan escopeteada de aquí que apenas me ha dado tiempo de explicarte
Desperté de aquella extraña ensoñación en ese justo instante, tan pronto como Marta llegaba hasta mí, y me acariciaba el brazo, intentando adivinar si me encontraba bien, después de haber presenciado a Borja en el sofá, junto a ella.Laura – me llamó, despertándome de aquel trance en el que estaba envuelta - ¿estás bien? – insistió, mientras yo miraba hacia ella y luego de nuevo hacia él, que lucía incómodo con aquella situación – no es lo que parece, no hay nada entre él y yo – volvió a repetir, pues yo no lo había escuchado con anterioridad.Empecé a comprender lo que estaba ocurriendo en ese justo instante. Todo aquel asunto de la pedida de mano, todo lo que Borja me había dicho, todo aquello… tan sólo lo había im
No fui a trabajar aquel día, pues era sábado, y a pesar de que el restaurante abría, en mi contrato estipulaba que tendría dos días libres a la semana, sábado y domingo, así que… me tocaba quedarme en casa, a pesar de eso, no lo hice, no podía quedarme en casa a pensar.Caminé durante largo rato, por los alrededores, hasta que llegué al bar de Pablo, sin apenas darme cuenta de ello. Era algo normal, acabar allí, en el único lugar donde solía sentirme a salvo.Ey – me llamó Pablo, a mi lado, justo al verme entrar por la puerta, dejando lo que estaba haciendo (secar los vasos que sacaba del lavavajillas) - ¿qué pasa? – preguntó al observar mis ojeras marcadas y mi desmejorado aspecto. Negué con la cabeza, con lágrimas en los ojos, en señal de que no quería hablar de ello, y él asin
Cuando llegué a casa Marta estaba allí, parecía que acababa de llegar, pues aún tenía puestas las ropas de calle. Dejó de escribir en el móvil tan pronto como escuchó la puerta, y su mirada en entristeció entonces.Estuve mirando un par de pisos – comenzó, algo apurada, sin saber cómo empezar aquella desagradable conversación – he visto uno que está muy bien, pero …¿Sabes qué es lo que he estado pensando? – pregunté, ignorando sus palabras – que como yo no me voy a mudar con Alfonso y contigo, puedes ser tu la que se mude aquí, del todo – insistí, dejándola totalmente noqueada – Podríamos compartir gastos y vivir juntas.¿Ya no estás enfadada conmigo? – quiso saber, mientras yo negaba con
Más allá de las miles de razones por las que debía de casarme con Martina, sabía que ella merecía una explicación, pero ni siquiera tuve tiempo ni oportunidad de explicarme, porque en aquel momento Martina acababa de descubrir el pastel, y ella lucía tremendamente defraudada, no era para menos.Había querido evitarlo, que ella se enterase de aquella forma, antes de haberme casado, sabía que ahora que ella lo sabía… si me suplicaba que lo dejase todo por ella lo haría, y fallaría ante la promesa que una vez le hice a mi hermana pequeña sobre protegerla del hombre malo (mi padre). Sabía que, si ella me lo pedía, renunciaría hasta a mi alma por ella. Pero, al mismo tiempo sabía que ella no me merecía, que merecía algo mejor, a alguien mejor, y era por eso, por lo que había tirado la toalla, por lo que había decidi
Pablo no necesitó que dijese nada para saber que algo ocurría, al llegar a su bar, rodear la barra y abrazarle, frente al resto de clientes del bar.Quédate al frente – pidió a su hombre de confianza, para luego tirar de mí hacia su casa, lugar en el que volví a abrazarle, con fuerza, dejando escapar mi dolor, con fuerza, recordando aquella despedida tan dolorosa para mí, en la que había tenido que dejar atrás al único hombre que podía hacerme feliz en aquel momento.Me pasé como media hora allí, expulsando mi dolor sobre el pecho de la única persona en la que confiaba en aquel momento, incluso más que en mi amiga Marta, incluso más que Salva, pues después de haber escuchado su confesión de amor… no quería hacerle sufrir con aquello, ya que yo estaba enamorada de otro tío, mientras que &eacut