* CANDICE *
—Me siento genial, deberíamos seguir haciéndolo —dije, acomodándome en mi silla mientras esbozaba una sonrisa. A través del teléfono, la voz de Marcus resonó con entusiasmo, mostrándose de acuerdo con la idea de convertir el trote matutino en nuestra nueva rutina.
—¿Cómo va tu capacitación en el nuevo trabajo? —pregunté, y la alegría se desbordó en su respuesta mientras compartía detalles emocionantes sobre las actividades en la nueva constructora que le había brindado una oportunidad.
Entre risas, Marcus mencionó algo sobre preparar la cena esta noche, y mis cejas se alzaron en incredulidad.
—¿Estás seguro de que no incendiarás la casa?
La carcajada de Marcus resonó al otro lado de la línea, creando un cálido eco en mi oído. Finalmente, entre risas y complicidad, decidimos que era hora de colgar y volver a nuestras rutinas laborales.
—Bueno, cielo, nos vemos en casa —solté, y él respondió con un sincero
*GIOVANN*La puerta del departamento de desarrollo se abrió con un suave tintineo, y en ese instante, la energía en la habitación cambió. Levanté la vista de mi conversación con Candice, y mi sonrisa se desvaneció cuando vi a Carlo entrar, llevando consigo un pequeño adorno floral de colores pasteles.Candice, al notar el cambio en el ambiente, siguió mi mirada y se volvió para encontrarse con Carlo y su sonrisa vanidosa.—¡Candice! —exclamó Carlo con una sonrisa amplia y un deje de coquetería—. Antes de venir a la empresa, pensé que podrías necesitar un toque de color en tu escritorio. ¿Qué opinas?Candice parpadeó sorprendida mientras aceptaba el adorno. Estaba claro que ella estaba tan o más consternada que yo.—Oh, señor Mancini… luce genial. No era necesario, pero gracias.Mi ceño se frunció involuntariamente.Carlo estiró su mano para estrecharla con Candice, quien, parpadeando varias veces, aceptó el g
*ANTONELLA*Tres años atrás…—Estoy muy nerviosa —susurré, mientras caminaba de la mano de Giovanni a través del majestuoso jardín de la familia de mi esposo. Las hojas crujían bajo nuestros pies, liberando un aroma fresco y terroso.Noté que mi esposo estaba más callado de lo habitual desde que nos estábamos alistando para asistir a esta reunión familiar. La luz del sol filtrándose a través de las hojas de los árboles creaba un juego de sombras en su rostro, haciendo que sus ojos parecieran más profundos y reflexivos.Normalmente, disfrutaba de nuestro tiempo en Italia, pero eso cambiaba por completo cuando debía compartir espacio con su medio hermano, Carlo.—No lo estés —dijo él, apretando mi mano con más fuerza para hacerme sentir protegida—. Ambos haremos acto de presencia, charlaremos un poco con la familia, y luego nos iremos a nuestro hotel.A
*ANTONELLA*Tres años atrás…La suave brisa de la noche acariciaba mi rostro mientras observaba uno de los cielos estrellados más hermosos que había visto en mi vida.El jardín de la mansión se sumía en el silencio, pues todos los invitados a la fiesta de cumpleaños de Carlo se encontraban en el salón principal, bebiendo y charlando, mientras los hombres más influyentes de la familia ocupaban el salón de póker.Sonreí ante lo curiosa que era la jerarquía de esta familia. Giovanni, probablemente, se había sumergido en su juego, dando lo mejor de sí para demostrar a los hombres mayores que era alguien digno de confianza y admiración.Me encontraba de pie en el gazebo, sosteniendo una copa de champán a medio beber. La burbujeante bebida reflejaba la luz de las estrellas, y por un momento, me sentí parte de la constelación que adornaba el firmamento.Era feliz.Mi vida se encaminaba haci
*ANTONELLA*La calma de mi hogar no logró apaciguar el temblor de mis manos al intentar preparar una taza de té para Candice, quien amablemente me trajo a casa.El recuerdo de la mirada de Carlo sobre mí, su expresión egoísta deleitándose al verme llorar y gritar hasta que mi garganta ardía de dolor, era algo que me esforcé mucho por olvidar, o al menos, dejar atrás.La imagen de Carlo, con su voz burlona, recordándome que nadie estaba cerca para escuchar mis lamentos, mientras me incitaba a gritar con más fuerza porque eso lo excitaba, provocó que mis lágrimas cayeran sin control.Llevé mis manos a mi boca para sofocar mis sollozos. No podía creer que el simple hecho de verlo otra vez desencadenara esta reacción en mí. Lo había evitado desde aquella noche, y esperaba no tener que enfrentarlo nunca más.Lavé mi rostro e intenté serenarme, pero, la voz de Candice, quien hace pocos minutos estaba en la sala, resonó dulcement
*CANDICE*Me quedé completamente asombrada al contemplar el hogar de Antonella y Giovanni Mancini.La mansión era majestuosa, con un amplio jardín delantero adornado con flores, hermosos arbustos y árboles con hojas de todos los colores.Ahora que me encontraba en el interior de la mansión, las intrigas se intensificaban. Cada rincón de aquel hogar desentrañaba pequeños fragmentos de historia; podía visualizar a Giovanni descansando en la sala, compartiendo momentos frente al televisor con su esposa, o el comedor, testigo de reuniones familiares o cenas para dos.Había tomado la decisión de ayudar a Antonella, no solo porque me afectó verla en el estado en que la encontré en el ascensor de la compañía, sino también porque estar aquí representaba un paso positivo hacia la dirección correcta.Giovanni parecía tener acceso a una gran cantidad de información sobre mi vida privada, mientras que yo apenas sabía algo sobre él. Si
*CANDICE*—Marcus… —suspiré contra el oído de mi esposo.Mi corazón latía de prisa a la par con el suyo mientras disfrutaba de su dureza, abriéndose camino en mis entrañas con cada embestida certera y corta.Él se encontraba a punto de llegar a su clímax, podía notarlo por la manera en la que sus caderas se movían contra las mías. Mis piernas, elevadas al cielo, temblaban de placer, y, cuando él recorrió con su boca mi cuello, se deslizó hasta uno de mis pezones y los chupó con fuerza, mi espalda se arqueó y de mis labios escapó un gemido fuerte.La boca de Marcus cubrió la mía una vez más y absorbió el resto de mis gemidos mientras se corría largo y espeso. Sonreí contra sus labios curvados. Sus ojos desenfocados por el placer se toparon con los míos y ambos compartimos un maravilloso momento de éxtasis. —Dios, eres tan hermosa… —dijo con voz ronca mientras sus manos recorrían mis piernas desnudas. Las mías, por ot
*CANDICE*Esa tarde, cerca de la hora de salida, me encontraba organizando el avance de nuestro proyecto conjunto cuando escuché el clic de la puerta detrás de mí y la voz de Giovanni a un par de centímetros de mi oído segundos más tarde.—Ven aquí —me instó con una voz profunda que envolvía como terciopelo—. Me tienes un poco abandonado últimamente, ¿no crees?Las grandes manos de mi jefe buscaron mi cintura, y pronto mi espalda estaba presionada contra su pecho.Giré mi mirada hacia la puerta cerrada, sintiendo la tensión acumulada en el aire. Había pasado una semana desde que decidí desestabilizar el mundo de Giovanni, y hasta este momento, había logrado esquivar sus intentos de acercamiento. Pero ahora, con la puerta cerrada y su aliento en mi cuello, entendía que hasta aquí había llegado mi suerte.Últimamente, mi tiempo en la oficina se dividía entre mi trabajo en la campaña hotelera y el profundo silencio del área d
*CANDICE*—Listo, Candice. Ahora, debes mantenerte firme hasta el final —murmuré para mí misma.Me miré en el espejo del baño y solté un suspiro pesado. La conversación con Carlo Mancini había sido un paso crucial, y el nerviosismo aún revoloteaba en mi estómago.Carlo, con una personalidad más conspiradora de la que imaginé, se sorprendió gratamente con mi llamada.Su reacción, un tanto recelosa al inicio, me confirmó que estaba en el camino correcto. Era un hombre intimidante, pero en ese momento, la decisión ya estaba tomada. La hora de poner en marcha el plan para exponer a Giovanni Mancini y obtener la libertad que tanto echaba de menos había llegado.Acomodé mi cabello con gesto distraído y me ajusté la chaqueta como si eso pudiera contener mi ansiedad creciente. No había vuelta atrás. La información que poseía sobre los sobornos de Giovanni para encubrir casos de plagio estaba a punto de salir a la luz, y Carlo serí