—Me encanta este lugar, Matt. El cielo es igual de hermoso que en el rancho de los Mars. —Claudia admiraba el firmamento, emocionada. Ambos estaban en el columpio, ella sentada sobre Matt, y él abrazándola por detrás disfrutando de la brisa veraniega.
—Sí, cuando estuvimos allí recordé este lugar. —Besó su hombro—. ¿Entramos? —propuso y ambos se dirigieron a la casa.
Claudia entró a la habitación seguida por Matt, quien entrelazó sus manos y la miraba fijamente provocando que su corazón se acelere. Él se acercó y besó sus labios con delicadeza, pero ella se apartó con disimulo y se acostó en la cama. Él bajó el rostro entendiendo su evasión. Comprendía su situación y estaba dispuesto a esperar y ser paciente, pero a veces sentía que ella no ponía de sClaudia se quedó preocupada y pensativa después de aquel encuentro con la pelirroja hermosa, debido a que Matt se mantuvo callado y distante todo el trayecto y sumido en sus pensamientos.Una semana después, la familia de Matt juntó a algunos amigos que se aparecieron de imprevisto a una dichosa fogata que las primas de él se inventaron. Ellos fueron a la finca, donde prepararon una gran comida y tocaron música popular. Muchos invitaban a Claudia a bailar, quien después de negarse varias veces, accedió. Matt estaba sentado alrededor de la fogata cuando alguien se sentó a su lado.—Hola, Matt. —La pelirroja saludó con flirteo.—Hola, Patricia —respondió el saludo con indiferencia.—Tu esposa es muy bonita, pero... no creo que sientas por ella lo que sientes por mí. Tú y yo tuvimos algo muy especial. ¿Recuer
Un mes después...Claudia y Matt habían avanzado mucho con las terapias y ella ya no tenía ataques de ansiedad cuando él la tocaba y así mismo, ella lo tocaba sin sentirse incómoda. Durante las terapias buscó información sobre la sexualidad y las relaciones de pareja y se sorprendió al descubrir lo errada que estaba. Ya no tenía pesadillas y los recuerdos de aquel incidente eran cada vez más vagos y menos dolorosos. Ella y Matt se habían vuelto más cercanos compartiendo ese tipo de intimidad, aún no habían consumado el matrimonio completamente; pero aprendieron a conocerse y a entregarse sin egoísmo, al mismo tiempo en que se preocupaban por su propia satisfacción; era una mezcla de dar y recibir.«Claudia, ¿nunca has pensado en buscar a tu madre?», el recuerdo de sus palabras retumbaba en su
Kevin y LauraLa luz del día se colaba por la inmensa ventana de cristal. Kevin abrió los ojos lentamente y casi salta del espanto al ver a Laura dormida a su lado. Luego recordó que era su primer día de casados y sonrió como tonto. Acarició sus mejillas con suavidad.—Despierta, bella durmiente —dijo en un susurro. Laura se removió entre las sábanas.—Ummmm... —balbuceó tratando de despertar, puesto que estaba disfrutando la calidez y suavidad de las frescas telas. Abrió los ojos lentamente y con una sonrisa en sus labios. Miró a Kevin confundida. Se sentó y las sábanas se bajaron descubriendo sus pechos desnudos, Kevin lamió sus labios por instinto y ella se cubrió con rapidez llena de vergüenza. Él sonrió al ver su cara roja.—¿
“Recuerdo cuando me mirabas con ansias y yo era dueña de tus pensamientos. Recuerdo que estar a mi lado y besar mis labios, era tu deleite. Recuerdo... que buscabas cualquier excusa para verme”.Jimena se acostó desesperanzada de ver a Pablo antes de dormir, al parecer, tuvo otra reunión social con sus socios. El bebé ya se había dormido y por fin podría descansar un poco. Estaba aliviada de que sus pechos dejaron de doler, puesto que hacía poco se habían secado. El bebé dejó de mamar un mes atrás y ella sentía que las mamas le explotarían. Cerró los ojos lentamente y llena de decepción, pues realmente necesitaba la compañía de su esposo. Últimamente, se sentía deprimida por la distancia que se había creado entre ellos.Se despertó con ardor en los ojos al sentir a Pa
—¡Kevin! —La voz molesta de Laura se escuchó desde el baño. Kevin se estaba colocando su chaqueta negra de cuero cuando ella salió echa furia—. ¿En serio, Kevin? —dijo con la toalla colgando de sus dedos. Él mordió su labio inferior al sentirse atrapado, otra vez.—Te prometo que no lo vuelvo a hacer. —Se acercó meloso. Laura frunció el ceño y le tiró la toalla encima.—Eso espero, Kevin Mars. —Le apuntó con el dedo—. No es nada agradable tropezarme con tu toalla húmeda en el baño.—Lo sé, lo siento. —Rodeó su cintura con sus fuertes brazos y besó su mejilla. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de ella, quien ya no se veía tan enojada.—¡Kevin Mars! —Una voz masculina l
Laura estaba aferrada a la blusa larga de su madre, sus pequeñas manos arrugaban la tela como si fuera su refugio. Leonor la miró a los ojos con una sonrisa y acarició su cabello.—Laura, pórtate bien. Vengo por ti en la tarde —Laura trató de no llorar para no preocupar a su madre. A pesar de su corta edad entendía que, si ella no salía a trabajar, no tendrían qué comer ese día, puesto que ambas estaban solas. Por lo menos, su madre había conseguido un trabajo estable y ya tenían un techo donde vivir, aunque la condición del lugar era paupérrima, al igual que aquel colegio guardería donde estaba. Era sucio y descuidado y los niños mal educados. Tenía unos días asistiendo y ya se burlaban de ella por lo bonita y bien vestida que iba. Las niñas la acosaban en el baño y le jalaban su largo y hermoso
—Es que ellos están de viaje. —Jessica le explicaba a Kevin, quien insistía en ir a hablar con sus tíos.—¿Cómo que están de viaje? —preguntó enarcando una ceja.—Cuando me dijiste que los llame para que no se preocupen por mí, me dijeron que cuando regresen de viaje hablaríamos. Ellos salieron ese mismo día para Europa a cerrar un contrato. Me dijeron que me quedara contigo hasta que ellos vuelvan. —Hizo una pausa—. Creo que temen a que me escape o algo así. —Sonrió divertida.— ¿Y por qué no me lo dijiste? —le preguntó en forma de reclamo.—No lo sé. —Puso sus manos sobre su rostro—. Creo que estaba tan molesta con ellos que no le di importancia... Perdón, lo olvidé. —Lo miró con ojos de borrego.K
—Hiciste muy mal, Jessica. —Kevin le reprochaba molesto mientras daba vueltas en la sala de su apartamento. Por su parte, ella lo miraba como cachorro cuando su amo lo corrige, sentada en el sofá.—Lo siento, perdón —dijo con lamentos.—¿Por qué lo hiciste?—Quería estar contigo. —Dejó salir las lágrimas atrapadas—. Te extraño mucho y no soporto que te hayas casado con esa tonta de Laura. Tú ya no me quieres por culpa de ella.—¿Qué disparates dices? Yo nunca voy a dejar de quererte, eres mi prima. En cuanto a Laura, ella es mi esposa y te voy a pedir que la respetes. No tienes que mentir para que pasemos tiempo juntos o para que vengas a visitarme. —Kevin se acercó a ella mirándola con ternura—. Eres como esa hermanita que nunca