Narrador.Mientras Martin Edward y Eun-ji daban rienda suelta a su pasión, en Atlanta un hombre serio, e inundado por la ira, salía con urgencias de su despacho. Había recibido el reporte que pidió a sus investigadores. Aun lo llevaba en la mano, cuando se introdujo en su coche ejecutivo con chofer.“Ha casa Falcon”- volvió a mirar el reporte, y su mano tembló.La llamada de su hija le había impactado, pero incluso en su desconcierto, llego a creer que era otra de la jugadas de su exesposa, que, tras abandonarle, se sentía feliz en enviar las fotos de ella, y su nueva vida, para mortificarme, llevaba así años, prácticamente meses después de divorciarnos, Además de enviar fotos de lo bien que se llevaba su hija y su nieto con la nueva pareja de su madre.- “¡Pero al parecer todo fue una m*****a trampa de esa zorra, y Amada!”- pensó Clark Moore.Todo lo verificaron sus detectives, Mi-suk había fallecido hacia un año y medio, el mismo día que había nacido su nieto, delante en su mano, jun
Eun-ji. Después de una noche de entrega, consuelo mutuo y compensación de que ambos fuimos tocados por la capacidad de sacrificio de una mujer excepcional, mi madre, aun sentía el dolor en mi corazón, mesclado con una felicidad inmensa, por poder volver a ser madre y poder así salvar la vida a mi otro hijo. Tras despertarme, temprano, aun Martín dormía, sonreí al darme cuenta de que sólo me costó al principio llamarlo por su verdadero nombre, se le veía tranquilo, lo que se suele decir, el reposo del guerrero. Me levanté con cuidado para no despertarlo, tras ponerme un camisón y una bata, cogí la carta que mi madre me había escrito, y me dirigí a la terraza. Allí me senté en el sofá de mimbre de grandes almohadones. Adoraba ese sitió, y seguro que dúrate el embarazo se convertiría en mi sitio preferido, y no sólo por lo cómodo que eran, si no por las vistas que tenía del gran jardín y la piscina, te daba una inmensa sensación de paz. Subí mis piernas para estar más cómodas, y miré
Edward. Un sonido de un llanto apagado me despertó, mire a mi alrededor y vi que mi mujer no estaba a mi lado, pero el sonido no venía de la habitación, venía de la terraza, me levanté y me acerqué con sigilo, la vi sentada en el gran sillón de mimbre leyendo la carta que su madre le había dejado, decidí dejarla leerla a solas, esto era algo importante para ella, y a no ser que me llamara y me requiriera no pensaba interrumpirla, sabía que la habitación tenía la llave pasada, así que podía moverme libremente por la habitación, miré la hora. Me di cuenta que en Atlanta serían las seis de la tarde, así que el padre de mi mujer estaría despierto. Sabía lo que yo tenía que hacer urgente, y era responsabilizarme de mis actos, con el progenitor vivo, que le quedaba a mi mujer, aunque él no se portó bien con ella, también había que contemplar que Clark Moore, era una víctima más de todo esto, del asesino de mis padres, de unas mujeres desarmadas que sólo pensaban en su beneficio personal, e
Narrador.Bianca Lewis, mientras firmaba su acta de matrimonio recapituló que había provocado que se estuviera casando con el hombre que había amado siempre. Tras ser besada delante del registro civil por un ofendido John Baker Stuart, todos los recuerdos que había perdido por culpa del alcohol y de auto drogarse, de forma involuntaria, volvieron a su mente como si lo hubiera vivido en un maldito sueño.Recordaba que esa tarde, había asistido a una reunión con unos amigos, en el salón de banquetes de hotel de su familia. Entre ellos estaba su abuelo, el padre de John, y como no John acompañado de una guapísima abogada de su buffet. La rabia de verlo con una mujer colgada del brazo hizo que bebiera de más. Pero aun así mantuvo el tipo, ya estaba acostumbrada a que el abogaducho cambiara de complemento femenino en cada reunión, fiesta, o presentación, en la que coincidan, y eran muchas, debido a la relación que tenían ambas familias.El problema fue que esta vez George Hamilton el herede
Eun-ji. No podía parar de reír mientras Martin me miraba serio, sé que no le veía la gracia. Pero para mí que conocía de alguna forma lo que Bianca sentía por el abogado, me era totalmente una fuente de alegría. Le había avisado a mi marido que donde había calor…. Al parecer había más que calor. Aún no he podido parar de reír al recordarlo, Cuando había llegado al final de la escalera, me di cuenta de que me había olvidado coger la medicación de Eu-hin para reforzar en lo medida de lo posible su sistema inmunitario. Así que regrese a la habitación en el mismo momento en que mi marido realizaba la llamada al señor Stuart desde el baño había puesto el manos libres así que se escuchaba todo y amplificado debido al acústica del habitáculo. - “¿Qué quieres pesado? ¿no sabes qué hora es?, además estoy de resac… ¡¿Bianca que haces tu aquí?”- la voz de señor Stuart, y de Bianca se oyeron a la vez en eco desde la habitación. - “¡Maldito seas abogaducho!, ¿cómo acabé desnuda en tu cama.?”-
Eun-ji. Cuando la alterada Bianca se controló, me miro seria, yo sabía que había llegado en el momento de hablar enserio, y dejar las bromas atrás. Esta conversación era importante y debimos afrontarla. - “Veo que Martin, por fin te ha contado todo. No me parecía justo que te ocultara quien era de verdad, ni qué relación tiene contigo, ni siquiera que, quien quiera sea el ser que me engendró, sea el responsable de tantas muertes, en especial mi madre, que al parecer era la persona que lo tenía obsesionado, la que le hizo perder la cabeza , para hacer todo lo que hizo”- me dijo Bianca. - “¿De quienes sospecháis?, mi marido no ha querido entrar en detalles, de la investigación que llevabais sólo me ha contado por encima los que descubriste y nada más.”- le pregunté mientras nos cogíamos un taza de café cada una, y nos dirigíamos al porche de la mansión, para sentarnos en los sillones de lujo que había allí, mientras esperábamos a que llegaran los dos trogloditas, después de darse de p
Eun-ji. - “Ósea que, a tu tío Adam le da igual que su esposa le sea infiel, él no busca otras mujeres ni siquiera duermen junto, todos es más una cuestión de apariencia que un verdadero matrimonio. Por lo que se sospecha que tu tío tiene disfunción eréctil desde hace años.”- le comenté a mi marido haciendo un resumen, mientras le curaba la herida de la espalda. Mi esposo tenía el cuerpo más atractivo, sexy y deseable que un hombre puede tener, no entiendo por qué se empeña en maltratarlo, en vez de disfrutar conmigo de él. - “Céntrate estúpida que estáis hablando de cosas importantes.”- me regaño mi conciencia. Como si fuera fácil, teniendo a un hombre con ese cuerpo, sentado frente a ti con tan sólo una toalla alrededor de las cadera, que se había puesto después de haber tomado una ducha para desentumecer los músculos del entrenamiento de esta mañana, donde se ejercitó en el noble arte del boxeo, nótese la ironía. - “Eso no quiere decir que en la época que paso lo que pasó, tu tío
Martin Edward.Mire a mi esposa, mientras se terminaba de arreglar para la cena. Mientras se retocaba el maquillaje y se ponía algo perfume, me preguntó, por quinta vez, que le recordara, quienes de la familia conocían mi verdadera identidad.- “No estés nerviosa, hazte a la idea que nadie sabe quién soy, y te será más fácil. Para el personal de la casa, somos el señor y a señora Black, pues muéstrate como tal, como antes de saber quién era yo en realidad. Y recuerda, para ellos soy el gerente general de Lewis C.O., la mano derecha de CEO Edward Lewis. Todos te miraran como la señora Black la mujer que se casó con un hombre rico lisiado.”- le dije acercándome a ella, para besarle el hombro descubierto mientras ella se miraba en el espejo, dándose los últimos retoques.Me miró a través del espejo, y me pregunto:- “En cuanto a tus familiares ¿no me dices nada?, ¿Cómo son? ¿a quién hay que evitar? ¿En quién confiar? Algo, no sé.”- me lo preguntó, y por la forma de decírmelo, supe que est