Eun-ji. Costó mucho esfuerzo y muchas horas de ruegos, enfados, exigencias, llantos y explicaciones, por parte de Bianca y mía, para que esos dos cedieran a nuestra idea, y aun así, nos habían advertido que al mínimo movimiento extraño, o acercamiento por parte del maldito asesino de nuestros padres, como había pasado en la casa de John y Bianca, o como el suceso del corte de luz en la mansión Lewis, y se paraba todo, a nosotras nos rodeaban los seguritas, como si fuéramos Forntnox, la casa de la moneda de Estados Unidos, para que en segundos, nos metieran en una limusina, que estaría preparada, en la misma puerta del evento. Si no estábamos de acuerdo con esta condición, todo quedaba cancelado. Bianca en un principio protestó, pero tras encerrase varias horas en el dormitorio, que compartían ahora en la mansión de Martín y mía, hasta que aseguraran mejor la suya, tras el asalto, mi querida amiga, y pariente política, volvió dócil como una corderita, y acepto todos los términos sin
Martin.Nada más llegar al hotel, una sensación de que algo no estaba bien me invadió, llámenlo sexto sentido, pero sentí como el vello de mi piel se erizaba, y decidí hacerle caso.Algo me decía que, de alguna manera, el cobarde actuaría esta noche. Esa sensación fue la misma que esa vez, en esa noche, cuando estaba dentro del coche boca abajo mientras veía a mis padres heridos desangrase.En mi memoria, el olor a sangre se mezclaba con el de la gasolina derramada, y aun pese a esa edad, y después de años de terapia, tras miles de técnicas terapéuticas para tratar de superar la muerte de mis padres, recordé como oí que alguien se acercaba. Mis padres estaban inconscientes, quise llamarlo, pero esa sensación me invadió, la de un terror que no había conocido, que me obligo a silenciarme, optando por cerrar los ojos como veía que estaban mis padres. Creo que eso me salvó la vida, porque oí la voz de un hombre decir.- “Hecho, señor Lewis.”- Me costó años de entender que había sucedido,
Eun-ji. Sabía que la idea que habíamos tenido no era la mejor, pero teníamos que movernos rápido, tras lo sucedido en la mansión que Bianca y John, una casa con la más sofisticada red de seguridad que, había en el mercado, con un personal muy preparado custodiando sus entradas, sólo había una única forma de que hubiera sido asaltada como fue, y que hubiera sido un trabajo desde dentro. Esto lo confirmó Bianca, cuando la noche anterior al evento, pasaba por delante del pasillo que estaba cerca del despacho de mi marido, y vio como uno de nuestro sirviente apoyado en la puerta del despacho, había puesto un aparato electrónico, pegado a la puerta, mientras con unos cascos muy pequeños se lo introdujo en el oído. Le pareció muy sospecho, y con cuidado de no ser vista, se situó en la pared lateral, para cubrir con la librería grande del pasillo, que la ocultaba a la vista de todos, sobre todo de los lo que estaban en el pasillo. No sabía quienes estaban en el despacho, pero lo sospechab
Narrador. Mientras todo esto se producía, Edward Lewis, recibía la noticia del secuestro de su nieto, y montaba en colera. - “¿No dije que lo mantuvieran vigilado?, ¿Es qué tengo que hacer las cosas yo mismo, para que todo salga como quiero?”- dijo mirando a su mejor amigo. - “Tranquilo sabes que no le pasara nada, tienes a dos de tus mejores hombres infiltrados en toda esta historia, pero la cuestión es ¿Por qué lo dejaste llegar tan lejos?, comprendo que es tu hijo, pero creo que hace años ya ha sobre pasado los límites, hasta se deshizo de su madre. Sabes Edward, que debería haber estado encerrado en el psiquiátrico, desde que se obsesionó con su hermana. Ese fue un limité, que nunca debió pasar. Tras esto lo demás, fue la rotura de todos los límites, hasta llegar a la máxima atrocidad, eliminar a parte de tu familia, a tu sangre. Ha ido demasiado lejos.”- dijo su mejor amigo y abogado. - “Es por eso, que no deseo que me protejas con lo que pretendo hacer, quiero pagar junto a m
Martin. Estaba de nuevo allí en ese coche, aun oí el golpe, y el metal retorcerse, los gritos de mis padres, y mi madre gritar mi nombre. Yo también grité no quería estar asustado, mi padre me había dicho que debía ser fuerte porque cuando él no estuviera, yo debía proteger a mi madre, solía decirme siempre cosas como esa, que yo sería grande, que conocería una mujer maravillosa como mi madre, y que me enamoraría, y que como hombre siempre, siempre debía proteger a mis seres queridos. Pero en este momento, eso no sucedía, el coche se detuvo después de girar y girar, sabía que algo nos había golpeado, pero para ser sincero yo no había visto nada, que nos golpeara al menos de mi asiento. Después de tanto ruido todo quedó en silencio, no sentía nada ni dolor ni nada, solo la sensación de irrealidad que causa un suceso así, el cree que eso no estaba pasando, con cuatro años, era aún peor, era como estar en una película, una película de terror me encontraba boca abajo, atado aun a mi s
Eun-ji.Me había costado llegar hasta él, para que el estúpido de Martin se pusiera con objeciones, sobre todo sabiendo lo que estaba sufriendo, durante el trayecto lo había preparado todo, sabía que me iban a solicitar el móvil, desde que me subiera al coche que me estaba esperando dos calles más allá del hotel del que yo y Bianca escapamos.Así que escondí el móvil de Bianca dentro de mi sujetador, si yo era la obsesión del del asesino de mi madre. estaba claro que no permitiría que nadie me tocase, en su delirio, yo le pertenecía y nadie tenía derecho a tocarme. O al menos eso esperaba yo, hoy ya que así me libraba de qué me registrarán y encontrarán el móvil.Al final tuve suerte, y pude llegar hasta el escondite, supe que me habían puesto una bolsa en la cabeza para que no supiera a dónde íbamos. Antes de llegar, me escondí el móvil había hecho una llamada perdida y había dejado un mensaje que decía:- “Rastréame.”-La llamada la hice a la segunda persona más inteligente que hab
Martin-“ ¡Ni se te ocurra!, tú te quedas aquí y lo soportas conmigo”- me gritó mi esposa, mientras me agarraba fuertemente la mano. Hoy llegaba al mundo Min-suk Emily Bada Lewis, la diosa de las heroínas, y por lo visto su madre no quería ni que me pusiera la ropa higienizada para entrar en paritorio.-“Señora Lewis su esposo, necesita cambiarse para que así, le dejen entrar a acompañarla”- le dijo la enfermera, para hacerla razonar.Por un segundo mi esposa puso ese gesto que llevaba poniendo el último trimestre del embarazo, ese que me decía que, ni de locos me iba a salir yo con la mía. Pero al final cedió. La verdad es que el embarazo de Mineba, que era el diminutivo que le habíamos puesto a nuestra hija, ya que era suficiente castigo que llevara el nombre de la madre de Eun-ji, mi madre y mi tía, pero cualquiera hacia cambiar de opinión a su madre, aunque para pronunciarlo todo junto y de un tirón, decidí ponerle un diminutivo. Estaba muy sensible, según mi experta mujer, el úl
Edward S. - “Esta es la última información que tengo de la señorita Moore”- me dijo Gordon, mi abogado y mano derecha, entregándome la carpeta, con la información. Leí la información y mi corazón dio un vuelco. - “¿Esto está confirmado?”-pregunté mirando a mi mejor amigo. - “Si, absolutamente.”- me confirmó. - “Pues vamos a tener que adelantar los planes, Gordon, ya he tardo en pagar la deuda impagable con la madre de Eun-ji, no deseo tenerlo ahora con ella si su hijo muere.”- le dije. - “Comenzaré todo está misma tarde.”-me confirmó y salió inmediatamente del despacho tras despedirse. Yo me giré y miré por el gran ventanal de mi despacho, y por milésima vez me sentí que había defraudado a Mi-Suk Moore, esa mujer me devolvió la esperanza después de perderla al salvar a mi nieto, el único heredero que considero, junto a mi amada nieta Bibiana, digno de ser los lideres de la familia Lewis, pero al contrario que Martin, Bibiana no desea ser heredera, prefiere seguir sus sueños lejo