Narrador.Bianca Lewis, mientras firmaba su acta de matrimonio recapituló que había provocado que se estuviera casando con el hombre que había amado siempre. Tras ser besada delante del registro civil por un ofendido John Baker Stuart, todos los recuerdos que había perdido por culpa del alcohol y de auto drogarse, de forma involuntaria, volvieron a su mente como si lo hubiera vivido en un maldito sueño.Recordaba que esa tarde, había asistido a una reunión con unos amigos, en el salón de banquetes de hotel de su familia. Entre ellos estaba su abuelo, el padre de John, y como no John acompañado de una guapísima abogada de su buffet. La rabia de verlo con una mujer colgada del brazo hizo que bebiera de más. Pero aun así mantuvo el tipo, ya estaba acostumbrada a que el abogaducho cambiara de complemento femenino en cada reunión, fiesta, o presentación, en la que coincidan, y eran muchas, debido a la relación que tenían ambas familias.El problema fue que esta vez George Hamilton el herede
Eun-ji. No podía parar de reír mientras Martin me miraba serio, sé que no le veía la gracia. Pero para mí que conocía de alguna forma lo que Bianca sentía por el abogado, me era totalmente una fuente de alegría. Le había avisado a mi marido que donde había calor…. Al parecer había más que calor. Aún no he podido parar de reír al recordarlo, Cuando había llegado al final de la escalera, me di cuenta de que me había olvidado coger la medicación de Eu-hin para reforzar en lo medida de lo posible su sistema inmunitario. Así que regrese a la habitación en el mismo momento en que mi marido realizaba la llamada al señor Stuart desde el baño había puesto el manos libres así que se escuchaba todo y amplificado debido al acústica del habitáculo. - “¿Qué quieres pesado? ¿no sabes qué hora es?, además estoy de resac… ¡¿Bianca que haces tu aquí?”- la voz de señor Stuart, y de Bianca se oyeron a la vez en eco desde la habitación. - “¡Maldito seas abogaducho!, ¿cómo acabé desnuda en tu cama.?”-
Eun-ji. Cuando la alterada Bianca se controló, me miro seria, yo sabía que había llegado en el momento de hablar enserio, y dejar las bromas atrás. Esta conversación era importante y debimos afrontarla. - “Veo que Martin, por fin te ha contado todo. No me parecía justo que te ocultara quien era de verdad, ni qué relación tiene contigo, ni siquiera que, quien quiera sea el ser que me engendró, sea el responsable de tantas muertes, en especial mi madre, que al parecer era la persona que lo tenía obsesionado, la que le hizo perder la cabeza , para hacer todo lo que hizo”- me dijo Bianca. - “¿De quienes sospecháis?, mi marido no ha querido entrar en detalles, de la investigación que llevabais sólo me ha contado por encima los que descubriste y nada más.”- le pregunté mientras nos cogíamos un taza de café cada una, y nos dirigíamos al porche de la mansión, para sentarnos en los sillones de lujo que había allí, mientras esperábamos a que llegaran los dos trogloditas, después de darse de p
Eun-ji. - “Ósea que, a tu tío Adam le da igual que su esposa le sea infiel, él no busca otras mujeres ni siquiera duermen junto, todos es más una cuestión de apariencia que un verdadero matrimonio. Por lo que se sospecha que tu tío tiene disfunción eréctil desde hace años.”- le comenté a mi marido haciendo un resumen, mientras le curaba la herida de la espalda. Mi esposo tenía el cuerpo más atractivo, sexy y deseable que un hombre puede tener, no entiendo por qué se empeña en maltratarlo, en vez de disfrutar conmigo de él. - “Céntrate estúpida que estáis hablando de cosas importantes.”- me regaño mi conciencia. Como si fuera fácil, teniendo a un hombre con ese cuerpo, sentado frente a ti con tan sólo una toalla alrededor de las cadera, que se había puesto después de haber tomado una ducha para desentumecer los músculos del entrenamiento de esta mañana, donde se ejercitó en el noble arte del boxeo, nótese la ironía. - “Eso no quiere decir que en la época que paso lo que pasó, tu tío
Martin Edward.Mire a mi esposa, mientras se terminaba de arreglar para la cena. Mientras se retocaba el maquillaje y se ponía algo perfume, me preguntó, por quinta vez, que le recordara, quienes de la familia conocían mi verdadera identidad.- “No estés nerviosa, hazte a la idea que nadie sabe quién soy, y te será más fácil. Para el personal de la casa, somos el señor y a señora Black, pues muéstrate como tal, como antes de saber quién era yo en realidad. Y recuerda, para ellos soy el gerente general de Lewis C.O., la mano derecha de CEO Edward Lewis. Todos te miraran como la señora Black la mujer que se casó con un hombre rico lisiado.”- le dije acercándome a ella, para besarle el hombro descubierto mientras ella se miraba en el espejo, dándose los últimos retoques.Me miró a través del espejo, y me pregunto:- “En cuanto a tus familiares ¿no me dices nada?, ¿Cómo son? ¿a quién hay que evitar? ¿En quién confiar? Algo, no sé.”- me lo preguntó, y por la forma de decírmelo, supe que est
Narrador:Harta de la actitud del abogado, durante toda la cena, Bianca decidió ir a tomar el aire a la terraza, estaba allí oculta entre la enredaderas, para evitar ser vista por el pesado de su marido, mientras pensaba como había cambiado su vida las últimas cuarenta ocho horas, primero terminó acostándose con el amor de su vida, el cual no sentía lo mismo por ella. El matrimonio se convirtió en una manera correcta, de saldar el error que ambos cometieron. Desde el matrimonio, la bronca de su abuelo y del padre de John, que no duró mucho, pues hacía años que ambos estaban como locos para que este matrimonio ocurriese. El encontrarse que por orden de su abuelo se trasladó a vivir con John a su casa, un chalet moderno, el mismo día que se casó. Y llevaban casi veinticuatro horas, sino estaban peleando, estaban haciendo el amor, cuando no trabajaban. Vamos que sus vidas estaban muy ocupadas.Se centró tanto en sus pensamientos que, sólo la hizo regresar a la realidad, cuando sintió que
Eun-ji. Después de la compensación interrumpida, por parte del heredero Martin Edward Lewis, alias, el señor Walter Black, agotados, me abrazó, y sin decir nada, permaneció mirándome en silencio un rato, mientas yo nerviosa, no sabía que hacer, ni decir. Yo quería preguntarle qué fue lo que le pasó, pero no hacía falta ser un genio para saber que, de ese tema, Martin no quería hablar. Es más, incluso, haciendo el amor como lo hicimos, él se mostraba callado, como no queriendo hablar de nada, normalmente solía excitarme diciendo, o sugiriéndome cosas que me ruborizaban o que encendían mi pasión, esta vez algo falto, es como si mi marido tuviera miedo a algo, sé que parece una ridiculez, pero, esa fue la sensación que tuve yo. - “Lamento haberte tratado así, sobre todo, cuando estas embarazada, quizás mañana deberíamos visitar el ginecólogo.”- me dijo después de un rato de silencio. - “Yo estoy bien, sólo dime ¿qué te pasó?”- él me miró, y pensé que no me contestaria, pero finalmente
Bianca.Miles y miles de millones de veces he pasado por delante de esta tienda cuando me dirigía a mi trabajo en las empresas Lewis, aunque soy una de las altas ejecutivas de la compañía odio ir al trabajo en coche, suelo llegarme en mi coche hasta el aparcamiento que tengo reservado a dos manzanas de la empresa y el resto del camino lo hago andando, odio sentirme como una princesita de cuento o de porcelana, que se puede romper. Si miro a mi familia a veces creo que yo no pertenezco a este círculo, excepto por mi primo Martin, pero él no se crio en esta familia.Siempre estuvo oculto en Corea, desde que se recuperó de sus heridas a los cuatro años, se crio con otro nombre, de hecho, en los primeros quince años, él pensaba que se llamaba Walter Black, hijo de un empresario multimillonario y su esposa, la segunda murió al nacer él, y su padre tres años después en un accidente, donde se lesionó la columna, esto lo dejó en una silla de ruedas. Mi abuelo apareció como el mejor amigo de lo