Eun-ji.No sé si es porque tengo los ojos vendados, que siento cada toque, cada rose, cada olor. Desde el momento que únicamente sus labios me devoraron los míos, en vez de sentir rechazo para el que me había preparado mentalmente, fueron otras sensaciones las que, me invadieron, mi cuerpo se calentó desde mi estómago, expandiendo su calor por todo mi cuerpo concentrándose en mis zonas más sensibles, mis pezones se endurecieron, y una presión en mi entrepierna, hizo que inconscientemente cerrara mis piernas para hacer que la tensión en esa zona, se alivia se.En cierta forma era terrorífico lo que estaba sintiendo, un hombre desconocido que tan sólo me había besado, mientras ninguna otra parte de mi cuerpo estaba en contacto con él, y me sentía así. Sus manos no me habían tocado, su cuerpo no estaba sobre el mío, ahí estaba yo tumbada únicamente mientras sentía unos labios sobre los míos, una lengua habilidosa entrando en mi boca, y ya mi respiración se entrecortaba, mi corazón latía a
M. Edward.-” ¡Encuéntrala!, necesito saber todo sobre ella.”- dije mirando a mi mano derecha, el abogado John Baker Stuart.-” Esta difícil ¿Como lo hacemos?, no dejó su teléfono, en la empresa que suelo solicitarla, no la conocen, y no han dejado ninguna huella digital. Ni siquiera sabemos de dónde ha salido, y la documentación que entregó no tenía nada personal, ni edad, ni nombre, sólo su seudónimo, y por culpa de tu manía de que no te vean y tu no verles la cara, no tenemos una foto de ella. Las cámaras del pasillo de le suite presidencial, estaban apagadas, para proteger tu intimidad. Yo, cuando la recibí, casi ni me fijé en ella, como es mi costumbre, recuerda que estas acostumbrado a esto, cada dos días, no sé ni las mujeres que han pasado por tu cama. Pero lo que no entiendo ¿Qué tiene esta de especial?”- me preguntó John que, a parte de mi abogado, mi mano derecha, era mi mejor y único amigo.Nadie más que él conocía mis secretos, me giré hacia él en la silla de ruedas, y él
M. Edward. - “Aquí es donde vive”- me dijo entregándome la dirección que aparecía en el informe de recursos humanos sobre una traductora freeland que trabajaba para nosotros, la única traductora freeland que tenía un contrato indefinido e irrompible bajo cualquier circunstancia.Además, ese contrato sólo podía ser cambiado por el mismo CEO de Lewis C.O. - “¿Qué hay detrás de todo esto que te has montado, abuelo?”- comenté en voz alta mientras miraba la información que habíamos obtenido de Eun-ji Moore, el verdadero nombre de Samantha. Mientras miraba la información algo me decía que había algo más detrás de todo esto que mi propio abuelo estaba ocultando, sobre la señorita Moore.Primero era la única empleada freeland de todo el grupo por órdenes de mi abuelo, y no era que no fuera buena en su trabajo según observaba estaba más que capacidad era la traductora más requerida, tanto en la traducción de documentos, como las negociaciones en la rama internacional, videollamadas al extran
Eun-ji. Necesité todo el valor que pude reunir para prepárame para la cita que tendría en media hora en la misma suite, donde me había reunido la primera vez con el señor Black, sabía que no era una buena idea, pero si para ello conseguía que ese hombre me cediera sus espermatozoides, era capaz de hacer lo que sea, aunque tuviera que volver a acostarme con él. Sería más una cosa mecánica, no esperaba que se comportara conmigo como la primera vez, con tanta pasión y tanta dulzura, no me importaba nada, firmaría lo que sea que se presentara donde él tenía derecho a eludir toda la responsabilidad con nuestro...digo mi futuro hijo o hija. Tenía los papeles preparados, estaba vestida de forma correcta, formal y algo atractiva, sólo me faltaba, reunir el valor suficiente para soltarlo todo de una vez. Sabía que había cometido un error la primera vez que me acosté con el señor Black, y eso ahora podía ir en mi contra, ya que al contarle y pedirle que fuera mi donante, me arriesgaba a que
Eun-ji.Intenté no gritar, aunque estaba verdaderamente aterrorizada, sabía que el Señor Black se sentía engañado, estúpido en todo esto, le había mentido, y quizás me mereciera ser tratada así, pero después de conocer la dulzura de la que era capaz este hombre, sentirme tratada así, me causaba aun más trauma, que cuando el incompetente de Carl me inició en el sexo.Notaba como mi ropa se rompía, como esas manos que en un principio fuero delicadas y perturbadoras ahora estaba siendo agresivas y demoledoras, contuve un gemido de terror mientras lo sentía besando mi cuello de forma agresiva, más que besar mi cuello, estaba clavando sus dientes en mi piel, mientras dejaba mi piel marcada y enrojecida, sabía que mañana esas marcas, se oscurecerían, y se harían aún más evidentes en mi piel. Él no hablaba más bien gruñía, muerto de deseo, mientras desataba toda esa agresividad sobre mí.- “No te resistas, sopórtalo, deja que haga con tu cuerpo lo que desee, lo importante es que quedes embara
M. Edward.La rabia me cegó cuando descubrí que para Eun-ji no era más que un medio para llegar a lo que ella deseaba, que incluso previamente ya me había engañado para conseguir su objetivo, sin importarle nada mi opinión o si yo debía saber lo que pretendía, si hubiera sido sincera desde el principio, le hubiera ayudado, incluso le habría propuesto matrimonio como era mi obligación, para que su hijo y mi hijo, el de los dos, pudiera tener más oportunidades y estar bajo mi protección,- “Por dios es la hija de la mujer que dio su vida por salvarme, no sin antes traer a esa preciosa mujer a este mundo, para entregármela. Y que yo la cuide toda mi vida, pero no esperaba que la mujer que tenía que proteger, me engañara así. Por muy noble que fuera su misión, y por o mucho que hiciera por salvarle la vida a su hijo. Ya en mi familia había bastantes traidores, de todos los males del ser humano la mentira y la traición era lo que nunca perdonaré.”- pensé mientras comenzaba a castigar a mi m
Eun-ji. - “¡Cierra los ojos!”- me ordenó cuando llegamos al cuarto. Sus labios ya habían hecho estragos en mi boca y en mi cuello, besando con ternura y delicadeza, aquellas marcas que me había hecho con agresividad, como compensando a esas zonas, por haber sido maltratadas, mi mente hacia unos minutos que había dejado de funcionar para convertirse en un centro de sensaciones, sin ningún pensamiento racional. Así que cuando la orden llegó a mi cerebro, este obedeció sin dilación, ni por un segundo tuvo la intención de resistirse, y eso en el fondo fue lo que después más lamenté. Pero en ese momento, no era madre, no era un ser con una misión, era una, ¡maldita sea!, mujer muerta de deseo, una mujer con ansias, una mujer que sentía y estaba viva. Y ni quería, ni tenía idea de ser otra cosa. Cuando estuve de nuevo en su cama, y esta vez sí lo sentí, encima de mí, dejé que mi cuerpo tomara la iniciativa de lo que verdaderamente quería, así que de un movimiento me giré colocándome yo en
Edward.Nunca había perdido el control así, en mi vida, hasta mi deseo estaba sometido a un control exhaustivo, pero desde la primera vez que toqué a esta mujer, nada de lo que hacía era normal en mí. No era normal que pensar en ella, me volviera tan loco que la necesitara como el comer, que me urgiera tenerla a mi lado. No era normal que tocarla me hiciera querer detener el tiempo para que todo fuera más lento y disfrutar de cada caricia, cada gemido, o cada suspiro que le arrancaba, hasta el punto de volverme adicto a ella. Que el saberme engañado o utilizado, como si no le importara nada, me hubiera vuelta tan loco para meterla en este trato absurdo, que ni yo pensaba cumplir, la sola idea de que ella se fuera de mi lado, me hacia renacer una furia incontrolable que ni yo, con todo mi autocontrol podía apaciguar.La noche anterior, esa mujer me hipnotizo, ni ella misma sabía que había hecho con mi cuerpo, mi mente y tenía una ligera sospecha que mi corazón, también había sido tocado