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—¡Crys! —, musitó. Estaba sin camisa, dejándome ver su abdomen cuadriculado, sus pechos firmes y sus brazos fuertes. Me fue imposible retirar la mirada de su cuerpo desnudo. Cuando levanté la mirada, cuando la conecté con la suya, sentí que alguien me empujaba desde atrás hacia él. Pero no era nadie, era mi misma conciencia que hacía fuerza para que me lanzara a sus brazos. Adiel cerró los ojos y suspiró profundo cuando me vio acercar. Pude ver como su piel se erizó al momento que mis yemas de los dedos tocaron su pecho. Aquello detonó que la suavidad de su piel desapareciera dejando un contraste notable. ¿Lo estaba tocando? ¡Mierda! Me había tomado el atrevimiento de tocar su cuerpo, el cual me jalaba como un imán y me era difícil de alejarme. Cuando levanté la mirada, y la volví a conectar con sus ojos, él, me tomó de improviso por la cintura y me apegó a su cuerpo. Respiré agitada cuando su frente se afirmó a la mía, cuando mi pecho chocó con el suyo. —¡Perdóname por lo que voy hac
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