Mi madre estuvo inconsciente durante dos días más, yo cada vez estaba más decaída, temía lo peor, y ni siquiera podía apoyarme en la persona que más necesitaba, tenía que conformarme con Pablo.
Él no había vuelto a hablar conmigo, ya ni siquiera contestaba a mis mensajes. Sabía que iba a perderlo, que perdería lo más real que había tenido en mucho tiempo, pero no podía hacer nada, no era el momento, pues tan sólo podía pensar en mi madre, tan sólo podía pensar en su despertar, no podía perderla también a ella, era lo único que me quedaba que me conectaba a papá, si ella se iba, ya no habría nada que me lo hiciese recordar, si ella se marchaba, me desgarraría de una forma indescriptible. No podía soportar perderla, a mi madre.
Mis abuelos estaban allí, d&aa
Me fui a casa en cuanto llegaron mis abuelos para hacerme el relevo, justo después de que le dieran la habitación a mi madre y la moviesen allí.Estaba exhausta, lo único que quería hacer era llegar y descansar, pues no había podido pegar ojo en toda la maldita noche.Pablo me esperaba en la puerta del hospital, para llevarme a casa, y no me quejé, no quería hacerlo, estaba cansada de pelear, de luchar, de alejarle, estaba tan cansada…No hablamos durante todo el camino, y se lo agradecí, me veía incapaz de pronunciar palabra. Y después de eso entró conmigo en casa, y me ayudó a recogerla un poco.¿quieres que me quede un rato? – preguntó Pablo, mientras yo negaba con la cabeza, justo después de ayudarme a subir a mi habitación, pues me sentía demasiado cansada como pa
Desperté tras una larga siesta, cuando alguien me zarandeaba suavemente el brazo, haciéndome abrir los ojos y mirar hacia aquella persona. Me asusté y me enervé un poco tan pronto como mis ojos se encontraron con los suyos.Joel – reconocí.Venga – me animó, poniendo sobre mí una toalla que llevaba consigo – aséate y cena algo antes de que vayamos al hospital.Acepté la toalla y me metí en su baño, sin tan siquiera hacer una sola pregunta. Me duché con el champú de lavanda relajando cada parte de mi cuerpo, me sentía en paz, ya no estaba ni siquiera molesta con él.Salí al salón, observando como él preparaba una tortilla con espárragos y la ponía sobre el plato, al mismo tiempo que yo me sentaba sobre la mesa de la coci
No había vuelto a hablar con él desde la noche anterior, pero aun así no podía dejar de sentir aquellas mariposas en el estómago al pensar en él, en sus palabras, en sus besos, y en las ganas que tenía de volver a verle.Oscar entró en la habitación, con la pierna escayolada, él había salido mucho mejor parado que mi madre, seguido de Juan.Ya puedes irte a descansar – me calmó Juan – nosotros nos quedamos hasta las cuatro que llegue tu abuela. Sonreí hacia ellos, y me levanté, cogí el bolso y salí de la habitación. Pues mi madre estaba dormida, ya que, había pasado una mala noche de fuertes dolores en la herida, y estaba exhausta.No tenía como volver a casa, pero cogería un taxi, lo tenía muy claro, pero al salir por la puerta me encontré con
Los resultados a las pruebas de mi madre habían salido bien, parecía que pronto le darían el alta y eso era toda una alegría. Estaba deseando que acabase ya todo aquel calvario, tan sólo quería volver a llevarla a casa, y que volviésemos a ser una familia. Quería dejar de dormir en el hospital, dejar de ser traída y llevada por Joel, pues nuestra relación se había vuelto algo incómoda desde que él había insinuado que iba a dejarle y a volver con Pablo.Estaba cansada de intentar demostrarle lo que sentía por él, estaba tan cansada, que ya pensaba que igual él y yo no éramos compatibles, quizás no estábamos destinados a estar juntos, por eso todo se complicaba tanto entre nosotros.Joel entró en la habitación y cambió el suero de mi madre, sin tan siquiera mirarme, y luego salió
JoelA la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, me encontraba acostado en la cama, boca arriba, abrazado a Alicia, la cual descansaba sobre mi pecho. Parecía estar totalmente dormida, miré hacia el reloj que había en la mesita de noche, y comprobé horrorizado que nos habíamos dormido.¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! – Maldije para mí, mientras intentaba buscar la mejor forma de despertarla, pues lucía tan a gusto, que me daba pena hacerlo.Alicia – la llamé, entre susurros, mientras acariciaba su mejilla con la yema de los dedos, haciendo que esta me contestase con un gruñido. Sonreí, divertido. Me encantaba ella, en todos los aspectos, incluso cosas como aquella podían volverme loco – Es hora de despertarse, son casi las ocho de la mañana – le informaba – tenemos que ir
Estaba en casa de Luis. Había pasado toda la tarde con él, pues Maribel volvía a tener problemas familiares que atender: al parecer su madre estaba enferma, y tenía que marcharse a Valencia para cuidarla, así que, me ofrecí para quedarme con él cuando su hermano no estuviese en casa. Tenía que compaginar el trabajo con aquello, y con mi madre.Le arropé, con la luz tenue, mientras le acariciaba dulcemente el brazo, haciendo que se quedase dormido. Era algo que solía relajarle mucho, ya que no podía contarle un cuento o cantarle una canción cómo se solía hacer con los niños de su edad. En lugar de eso, le relajaba el cuerpo con mis caricias, y a veces, usaba un humificador que le había comprado su hermano, recientemente, para relajarle.Le besé sobre la mejilla tan pronto como le escuché roncar y salí del cuarto
Todo se había ido a la mierda, el día en el que se me ocurrió la magnífica idea de admitir que tenía una relación con una persona ajena a los medios. No dejaban de perseguirme, intentando adivinar quién era el susodicho, y eso impedía que pudiese verle, pues no quería acarrearle más problemas de los que tenía.Ese día, fui al hospital con mi madre, para que le quitasen los puntos. Llovía a cántaros en aquel verano de locos, casi estábamos acabando Julio y llovía con fuerza.Estábamos como sopas, pues a pesar de llevar paragua, el estúpido viento, nos había mojado igual. En días como aquel, la gente debería de salir de casa con botas de agua y un chubasquero del estilo de los pescadores.Mi madre entró en la sala de curas, mientras yo la esperaba fuera. Joel no estaba allí, ten
Capítulo 33.Cuando desperté, de madrugada, sobre mi cama, vi a Joel, entre las sombras, vestirse apresuradamente, mientras maldecía por lo bajo. Lucía tan mono, que no pude evitar sonreír, haciendo que él se percatase de que me había despertado.Después de nuestro pequeño encuentro en el garaje habíamos subido a seguir besándonos, tocándonos, abrazándonos y haciendo el amor. Hasta que quedamos profundamente dormidos, abrazados.¿Te he despertado? – preguntó, molesto consigo mismo, mientras se ponía los calcetines en equilibrio. Negué con la cabeza, sin dejar de sonreírle - ¿Qué? – quiso saber, sin comprender mi actitud.Te ves tan mono así – le dije, haciéndole sonreír, haciendo que olvidase que tenía que vol