No había vuelto a hablar con él desde la noche anterior, pero aun así no podía dejar de sentir aquellas mariposas en el estómago al pensar en él, en sus palabras, en sus besos, y en las ganas que tenía de volver a verle.
Oscar entró en la habitación, con la pierna escayolada, él había salido mucho mejor parado que mi madre, seguido de Juan.
No tenía como volver a casa, pero cogería un taxi, lo tenía muy claro, pero al salir por la puerta me encontré con
Los resultados a las pruebas de mi madre habían salido bien, parecía que pronto le darían el alta y eso era toda una alegría. Estaba deseando que acabase ya todo aquel calvario, tan sólo quería volver a llevarla a casa, y que volviésemos a ser una familia. Quería dejar de dormir en el hospital, dejar de ser traída y llevada por Joel, pues nuestra relación se había vuelto algo incómoda desde que él había insinuado que iba a dejarle y a volver con Pablo.Estaba cansada de intentar demostrarle lo que sentía por él, estaba tan cansada, que ya pensaba que igual él y yo no éramos compatibles, quizás no estábamos destinados a estar juntos, por eso todo se complicaba tanto entre nosotros.Joel entró en la habitación y cambió el suero de mi madre, sin tan siquiera mirarme, y luego salió
JoelA la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, me encontraba acostado en la cama, boca arriba, abrazado a Alicia, la cual descansaba sobre mi pecho. Parecía estar totalmente dormida, miré hacia el reloj que había en la mesita de noche, y comprobé horrorizado que nos habíamos dormido.¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! – Maldije para mí, mientras intentaba buscar la mejor forma de despertarla, pues lucía tan a gusto, que me daba pena hacerlo.Alicia – la llamé, entre susurros, mientras acariciaba su mejilla con la yema de los dedos, haciendo que esta me contestase con un gruñido. Sonreí, divertido. Me encantaba ella, en todos los aspectos, incluso cosas como aquella podían volverme loco – Es hora de despertarse, son casi las ocho de la mañana – le informaba – tenemos que ir
Estaba en casa de Luis. Había pasado toda la tarde con él, pues Maribel volvía a tener problemas familiares que atender: al parecer su madre estaba enferma, y tenía que marcharse a Valencia para cuidarla, así que, me ofrecí para quedarme con él cuando su hermano no estuviese en casa. Tenía que compaginar el trabajo con aquello, y con mi madre.Le arropé, con la luz tenue, mientras le acariciaba dulcemente el brazo, haciendo que se quedase dormido. Era algo que solía relajarle mucho, ya que no podía contarle un cuento o cantarle una canción cómo se solía hacer con los niños de su edad. En lugar de eso, le relajaba el cuerpo con mis caricias, y a veces, usaba un humificador que le había comprado su hermano, recientemente, para relajarle.Le besé sobre la mejilla tan pronto como le escuché roncar y salí del cuarto
Todo se había ido a la mierda, el día en el que se me ocurrió la magnífica idea de admitir que tenía una relación con una persona ajena a los medios. No dejaban de perseguirme, intentando adivinar quién era el susodicho, y eso impedía que pudiese verle, pues no quería acarrearle más problemas de los que tenía.Ese día, fui al hospital con mi madre, para que le quitasen los puntos. Llovía a cántaros en aquel verano de locos, casi estábamos acabando Julio y llovía con fuerza.Estábamos como sopas, pues a pesar de llevar paragua, el estúpido viento, nos había mojado igual. En días como aquel, la gente debería de salir de casa con botas de agua y un chubasquero del estilo de los pescadores.Mi madre entró en la sala de curas, mientras yo la esperaba fuera. Joel no estaba allí, ten
Capítulo 33.Cuando desperté, de madrugada, sobre mi cama, vi a Joel, entre las sombras, vestirse apresuradamente, mientras maldecía por lo bajo. Lucía tan mono, que no pude evitar sonreír, haciendo que él se percatase de que me había despertado.Después de nuestro pequeño encuentro en el garaje habíamos subido a seguir besándonos, tocándonos, abrazándonos y haciendo el amor. Hasta que quedamos profundamente dormidos, abrazados.¿Te he despertado? – preguntó, molesto consigo mismo, mientras se ponía los calcetines en equilibrio. Negué con la cabeza, sin dejar de sonreírle - ¿Qué? – quiso saber, sin comprender mi actitud.Te ves tan mono así – le dije, haciéndole sonreír, haciendo que olvidase que tenía que vol
Joel.Luis me dio la enhorabuena tan pronto como le conté la noticia, aquella mañana, y me aseguró que se portaría bien, y sería un niño bueno con Maribel, para que yo pudiese seguir mis estudios.Estábamos a punto de brindar con champagne, y aquel delicioso pastel que había comprado para la ocasión, cuando llamaron a la puerta.Era Alicia, no podía ser otra persona, no esperaba a nadie más, ya que Maribel aún estaba en Valencia, con su padre, el cual se estaba recuperando del infarto.Me encaminé hacia la puerta, con una enorme sonrisa en el rostro, ilusionado, y confundido al mismo tiempo, pues aún recordaba sus palabras de la noche anterior. “tengo que ir al estudio” me había dicho.Aunque, no le di demasiada importancia a ello, quizás… quizás se había librad
Mis lágrimas seguían cayendo, y yo no podía hacer nada porque dejasen de hacerlo. No podía dejar de ver aquella escena en mi cabeza, de escuchar esas palabras que él había dicho “Ella es Alicia, una amiga de Luis”.Eso es lo que era, nada más y nada menos.Estaba dolida y enfadada. ¿Por qué siempre sucedían cosas como las de hace un momento? ¿Por qué los hombres elegían a otras mujeres por encima de mí? ¿Había algo malo en mí? Por supuesto que lo había, era mi forma de ser, no podía ser tan inocente y confiada, tenía que hacer algo o de lo contrario todos seguirían tratándome como la estúpida que era.Pensé que todo había mejorado después del accidente, que encontrar a Joel había sido cómo una esperanza de que las cosas podr&iacut
Joel.Cristina me besaba con desesperación, como si esos dos días que habíamos pasado sin vernos hubiesen sido un suplicio para ella, mientras yo, tan sólo me dejaba llevar.Lo cierto era que apenas había tenido demasiado tiempo para pensar en nada, me habían doblado el turno en el hospital, y estaba exhausto. Aun así, no podía quitarme aquella desagradable sensación del pecho cada vez que pensaba en Alicia. La añoraba, cada día, en casa situación que me ocurría, y eso no era lo peor. Lo realmente horrible era despertarme con una sonrisa en el rostro después de haber soñado con ella, y recordar que no estábamos juntos, que lo había estropeado y la había dejado ir de la forma más ruin posible.Volví a la realidad, tan pronto como Cristi me empotró contra la pared, y me peg&o