Cuando desperté eran más de las nueve de la noche, y podía escuchar a Luis hablar con su hermano sobre mí.
Al día siguiente fui a visitar a Luis, y él me dio la noticia de que su hermano había conseguido trabajo en el hospital, al parecer le habían llamado para que cubriese una baja por embarazo. Ahora entendía su mensaje de esa mañana…“Quiero verte, esta noche, en el hotel Luz, habitación 25”Sabía que solo quería celebrar conmigo que había conseguido trabajo de enfermero, así que tampoco me emocioné demasiado, aún me dolía un poco su rechazo sobre acostarnos. No entendía que era lo que él quería esperar.Cuando llegué a casa, a eso de las ocho de la tarde, me encerré en el baño, necesitaba darme una ducha de agua fría para calmar todo aquel calor que me envolvía al pensar en él. Estaba más caliente que una caldera, algo totalmente normal, si te
Joel.Caminaba hacia la sala de espera, con ansias, pensando en lo mal que ella lo estaría pasando, en lo mucho que me gustaría poder estar a su lado en un momento como aquel, pero no podía, tenía que trabajar.Acababa de comprarle un bocadillo y un refresco en la cafetería, aprovechando mis diez minutos de descanso. Sabía que no era lo ideal, ella necesitaba más nutrientes, pero también conocía su temperamento, y sabía que no se movería del lado de su madre hasta que esta despertase.Volteé la esquina, y me quedé estático, mirando hacia ella, que estaba siendo cuidada por alguien más. Tragué saliva, sin poder creer lo que veían mis ojos. No me sentía bien, no. Podía sentir la decepción en mi pecho. Ella no me necesitaba, tenía a ese hombre, ese que había visto la &u
Mi madre estuvo inconsciente durante dos días más, yo cada vez estaba más decaída, temía lo peor, y ni siquiera podía apoyarme en la persona que más necesitaba, tenía que conformarme con Pablo.Él no había vuelto a hablar conmigo, ya ni siquiera contestaba a mis mensajes. Sabía que iba a perderlo, que perdería lo más real que había tenido en mucho tiempo, pero no podía hacer nada, no era el momento, pues tan sólo podía pensar en mi madre, tan sólo podía pensar en su despertar, no podía perderla también a ella, era lo único que me quedaba que me conectaba a papá, si ella se iba, ya no habría nada que me lo hiciese recordar, si ella se marchaba, me desgarraría de una forma indescriptible. No podía soportar perderla, a mi madre.Mis abuelos estaban allí, d&aa
Me fui a casa en cuanto llegaron mis abuelos para hacerme el relevo, justo después de que le dieran la habitación a mi madre y la moviesen allí.Estaba exhausta, lo único que quería hacer era llegar y descansar, pues no había podido pegar ojo en toda la maldita noche.Pablo me esperaba en la puerta del hospital, para llevarme a casa, y no me quejé, no quería hacerlo, estaba cansada de pelear, de luchar, de alejarle, estaba tan cansada…No hablamos durante todo el camino, y se lo agradecí, me veía incapaz de pronunciar palabra. Y después de eso entró conmigo en casa, y me ayudó a recogerla un poco.¿quieres que me quede un rato? – preguntó Pablo, mientras yo negaba con la cabeza, justo después de ayudarme a subir a mi habitación, pues me sentía demasiado cansada como pa
Desperté tras una larga siesta, cuando alguien me zarandeaba suavemente el brazo, haciéndome abrir los ojos y mirar hacia aquella persona. Me asusté y me enervé un poco tan pronto como mis ojos se encontraron con los suyos.Joel – reconocí.Venga – me animó, poniendo sobre mí una toalla que llevaba consigo – aséate y cena algo antes de que vayamos al hospital.Acepté la toalla y me metí en su baño, sin tan siquiera hacer una sola pregunta. Me duché con el champú de lavanda relajando cada parte de mi cuerpo, me sentía en paz, ya no estaba ni siquiera molesta con él.Salí al salón, observando como él preparaba una tortilla con espárragos y la ponía sobre el plato, al mismo tiempo que yo me sentaba sobre la mesa de la coci
No había vuelto a hablar con él desde la noche anterior, pero aun así no podía dejar de sentir aquellas mariposas en el estómago al pensar en él, en sus palabras, en sus besos, y en las ganas que tenía de volver a verle.Oscar entró en la habitación, con la pierna escayolada, él había salido mucho mejor parado que mi madre, seguido de Juan.Ya puedes irte a descansar – me calmó Juan – nosotros nos quedamos hasta las cuatro que llegue tu abuela. Sonreí hacia ellos, y me levanté, cogí el bolso y salí de la habitación. Pues mi madre estaba dormida, ya que, había pasado una mala noche de fuertes dolores en la herida, y estaba exhausta.No tenía como volver a casa, pero cogería un taxi, lo tenía muy claro, pero al salir por la puerta me encontré con
Los resultados a las pruebas de mi madre habían salido bien, parecía que pronto le darían el alta y eso era toda una alegría. Estaba deseando que acabase ya todo aquel calvario, tan sólo quería volver a llevarla a casa, y que volviésemos a ser una familia. Quería dejar de dormir en el hospital, dejar de ser traída y llevada por Joel, pues nuestra relación se había vuelto algo incómoda desde que él había insinuado que iba a dejarle y a volver con Pablo.Estaba cansada de intentar demostrarle lo que sentía por él, estaba tan cansada, que ya pensaba que igual él y yo no éramos compatibles, quizás no estábamos destinados a estar juntos, por eso todo se complicaba tanto entre nosotros.Joel entró en la habitación y cambió el suero de mi madre, sin tan siquiera mirarme, y luego salió
JoelA la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, me encontraba acostado en la cama, boca arriba, abrazado a Alicia, la cual descansaba sobre mi pecho. Parecía estar totalmente dormida, miré hacia el reloj que había en la mesita de noche, y comprobé horrorizado que nos habíamos dormido.¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! – Maldije para mí, mientras intentaba buscar la mejor forma de despertarla, pues lucía tan a gusto, que me daba pena hacerlo.Alicia – la llamé, entre susurros, mientras acariciaba su mejilla con la yema de los dedos, haciendo que esta me contestase con un gruñido. Sonreí, divertido. Me encantaba ella, en todos los aspectos, incluso cosas como aquella podían volverme loco – Es hora de despertarse, son casi las ocho de la mañana – le informaba – tenemos que ir