Alexandra GreenLa expresión de Von era de absoluta felicidad, por eso decidí hacerle una maldad.—¿Y es qué te la creíste? Solo bromeaba —expresé y él me miró con esos ojos de borrego arrepentido. Yo no pude evitar carcajearme y para tranquilizarlo, le dije la respuesta que estaba esperando.—Claro que deseo ser tu esposa. Él pegó un salto con esa sonrisa de oreja a oreja que me provocaba un hormigueo en mi estómago. Pensé que repetiríamos lo que acabamos de hacer, pero no, lo vi levantarse de un salto, se puso el pantalón con una velocidad asombrosa, luego me haló a mí, y me colocó su camisa, frunció el ceño, al ver que mis senos no estaban cubiertos del todo.Demás está decir que debido a mi abultado vientre, los botones parecían que iban a saltar en cualquier momento, hasta me dio miedo que saliera volando uno y terminara dejando tuerto a alguien, me reí bajito ante mis ocurrencias.—Ya estamos listo, vamos —dijo, pero de pronto se quedó quieto y tomó una sábana de la cama y me
Von DimitrakisEl doctor suspiró antes de responder.—Entiendo su preocupación, señor Dimitrakis. Pero no le garantizo nada, en este momento, lo más importante es la salud de su mujer y su hijo. Debemos realizar una cirugía de emergencia para detener la hemorragia y evitar el aborto, porque su útero está débil, debemos asegurarnos de que estén fuera de peligro. Desafortunadamente, la cirugía también implica ciertos riesgos para el bebé.Mi corazón latió más rápido, y sentí cómo el miedo se extendía por todo mi cuerpo, como un oscuro enemigo que me invadió. No podía soportar la idea de perder a Alexa y tampoco al pequeño que crecía en su vientre, yo la quería feliz, no deseaba nada que perturbara su tranquilidad.—¡Debe salvarlos doctor! Si usted los salva, le prometo darle cualquier cosa que me pida —expresé con firmeza.El médico me observó con seriedad. —Señor Dimitrakis, no necesita ofrecerme nada para hacer mi trabajo, si hay posibilidades de salvarlos a los dos, cuente con que l
Catherine DimitrakisMe había sentado en la sala a esperar la llegada de mi padre y mi mami o por lo menos noticias de lo sucedido, era increíble como todo había cambiado en segundos, en un momento estábamos tan contentos celebrando su compromiso, cuando con la llegada de mi abuela y mi tía todo cambió y en vez de celebración todo se convirtió en una tragedia.No pude evitar las lágrimas que salieron de mis ojos, las limpié con rapidez, me sentía angustiada, porque no quería que le ocurriera nada a mi mamita y a mi hermano, porque eso era ese bebé para mí, poco me importaba si ese señor decía que ese bebé era hijo de él, para nosotros no lo era, era de mi papá, de mi mamá y mío.Había estado con mi abuelo viendo televisión, sé que él trataba de animarme para que no me preocupara, mi concentración no estaba en la televisión, ¡¿Cómo iba a estarlo si tenía miedo de perder a mi hermano o a mi madre?! Justo cuando había encontrado a alguien que me amara incondicionalmente, porque ese amor
Catherine DimitrakisEsa mujer de apariencia hermosa, pero siniestra, mantenía su agarre firme en mi brazo, como si se tratara de las garras de un depredador que quería devorarme.Su mirada se oscureció mientras me observaba con una expresión de expectación, sentí miedo, no por lo que pudiera hacerme a mí de manera individual, sino por lo que podía hacerle a mi reciente formada familia, nosotros estábamos felices y su aparición nos ponía en riego.Ella sonrió con malicia, su sonrisa, lejos de transmitirme alguna muestra de cariño o confianza, irradiaba burla con una extraña mezcla de satisfacción y curiosidad. Mi corazón latió desbocado, y el miedo me invadió cada vez más, tenía ganas de gritar, correr y huir de ella, pero no me soltaba, se aferraba a mí.—No sé quién es usted, y sinceramente, no quiero saberlo ¡No me interesa! ¡Suélteme! —le respondí con la voz temblorosa, tratando de ocultar el pánico que se apoderaba de mí.La mujer pareció sorprendida por mi respuesta, y por un m
Von Dimitrakis Mi hermana y mi madre quedaron en silencio por un momento, conmocionadas por mis palabras o quizás analizando el alcance de mi decisión, sus caras cambiaron de expresión como si titilaran, primero palidecieron, luego cambiaron a sorpresa, y después sus expresiones fueron sustituidas por rabia. Sabía que esta confrontación era inevitable en algún momento, y había decidido enfrentarla ahora, en público, para que quedara claro que no permitiría más interferencias en nuestras vidas. La cajera detrás del mostrador y el resto de las acompañantes estaba sorprendida por la escena que se estaba desarrollando frente a ellas. —¡¿Qué estás diciendo, Von? ¿Qué quieres decir?! —exclamó mi madre, recuperando por fin la capacidad de hablar. —Es simple, mamá. Deben trabajar porque no seguiré financiándolas, y esto no es casual, es el resultado por haber interferido en mi vida y en la de Alexandra, y agradezcan que no mando a Callia a la cárcel por haber puesto en riesgo su vida y la
Von DimitrakisMis ojos se abrieron con asombro ante la revelación que mi padre acababa de hacer. El silencio se apoderó de la habitación como si el mundo entero se hubiera detenido en ese momento, mientras yo trataba de asimilar la información. Pero la realidad, es que la noticia me golpeó como un rayo, dejándome sin palabras. No podía creer lo que estaba escuchando. Mi mente se nubló ante la información que acababa de recibir y se llenó de preguntas que acudían como si se tratara de dardos encendidos. ¿Qué quería decir mi padre? ¿Cómo podía ser posible que mi madre no fuera mi madre biológica? ¿Cómo podía ser esto posible? Me sentí perdido, como si mi mundo se hubiera derrumbado a mí alrededor. Mi padre me miró preocupado, sabiendo que había abierto una puerta que no tenía marcha atrás.¿Cómo era posible que mi madre biológica no era quien yo pensaba que era? ¿Por qué me habían ocultado la verdad durante tanto tiempo?Mi padre me miró con tristeza, como si supiera que la noticia m
Alexandra Green.Sentí los primeros rayos del sol filtrarse por la ventana, abrí lentamente los ojos y allí estaba Von saliendo del baño, ya estaba, debidamente vestido. —Cariño, despertaste, pensé que dormirías un poco más —me dijo acercándose a mí con una sonrisa y besando con suavidad mis labios.—Hola, me hubieses despertado cuando lo hiciste tú… se me hará tarde para nuestra boda —expresé con preocupación.—No, tienes nada de qué preocuparte, en poco tiempo van a llegar los estilistas que te van a arreglar, mientras tanto yo iré a casa a arreglarme y a buscar a Catherine, a mi padre y a Dorian para que vengan ¿Tienes a alguien a quien invitar? —interrogó.Me quedé pensativa, solo tenía a la amiga que había dejado atrás en mi tierra nativa cuando huí de allí, de la que nunca supe más, así que terminé negando.—No, no tengo a nadie… solo soy yo sola —respondí con un tono de tristeza.Von me miró con ternura y acarició con suavidad mis labios.—No digas eso, no estás sola, amor, ah
Alexandra Green.Dos días después.Por fin habíamos regresado a casa, aunque debía mantenerme el reposo, me sentía aliviada de poder estar con mi familia, sobre todo porque Von decidió trabajar desde su despacho porque quería cuidar personalmente de mi embarazo.—¿Cómo amanece mi esposa bella? —me preguntó trayéndome una bandeja de comida.—Bien esposo —respondí dándole un apasionado beso en los labios, para separarnos cuando sentimos que debíamos enviar aire a nuestros pulmones—, Quiero bajar, no me gusta la soledad, ni estar encerrada.—Debes reposar, tienes que cuidarte, no puedes andar como corre camino, corriendo de un lado a otro —protestó.—Entonces llévame cargada —exigí.—Acaso quieres que me dé una hernia —articuló en tono de broma, pero lo tomé muy mal.—¡¿Me estás diciendo gorda?! —exclamé indignada.—Amor, solo bromeo, tú no pesas nada, eres como una plumita para mí, no te enojes —pronunció buscando manera de besarme, pero yo aparté mi rostro—¿Me das un beso o te dejo enc