Alexandra Green —¡Ya no te quiero más Alexa! ¡Eres como todas las niñeras anteriores! Solo querían meterse en la cama de mi papá y me usaste —expresó la pequeña con los ojos anegados de lágrimas, pero no me miraba con odio, sino con tristeza y decepción, eso me hizo sentir como una desgraciada. Sin perder un minuto más de tiempo, me levanté, cubriéndome el cuerpo, caminé hacia ella con una expresión de tristeza, intenté tocarla, pero la pequeña me apartó la mano como si tuviera asco, su expresión era de absoluto dolor. —No, Cathe, te juro que esto no fue planeado yo… —intenté explicarle, pero ella me rechazó. Von que hasta ahora había permanecido como somnoliento y paralizado por fin reaccionó. —Princesa, no te molestes… todo tiene una explicación, ni Alexa ni yo planificamos esto… ella no vino a meterse en mi cama. —¡Claro! Porque fuiste tú que te metiste en la de ella —señaló con firmeza de manera acusatoria, como si ella fuera nuestra madre y nosotros unos niños traviesos.
Von DimitrakisSalí de su habitación hecho una fiera, me llevaban los mil demonios. Entré a mi habitación y caminé a ducharme para quitarme toda la frustración y rabia, aunque mi enojo era conmigo mismo, no sé cuándo aprendería que ninguna mujer era digna de confianza, era una mentirosa, que de manera sutil me había seducido para que terminara enredado con ella, haciéndome romper la regla de no involucrarme con mis empleadas y menos con la niñera y seguramente solo iba tras mi dinero, como el imbécil de su ex.Aunque le había prometido a mi hija ir a conversar con ella, en este momento no me creía capaz de tener una conversación tranquila, estaba demasiado molesto, después de vestirme, caminé a mi despacho directo al bar, sin aún desayunar, tomé un vaso de Whisky y lo bebí de un solo trago, para segundos después terminar estrellando la copa contra la pared.Decidí tomar mi celular y marcar a mi abogado, lo cité a mi despacho en la casa y en menos de media hora estaba allí.Apenas entr
Alexandra Green Me estaba terminando de vestir cuando unos golpes en la puerta llamaron mi atención. —¡Pase adelante! —exclamé y enseguida vislumbré el rostro de Cathe, quien traía las manos cubriendo su rostro, y de pronto un sollozo salió de su garganta y corrió hacia mí hecha un mar de lágrimas .—Yo lo siento… soy una fea persona… no debí decirle a mi papá que estabas embarazada, debes odiarme —pronunció sin dejar de llorar—, por eso mi mamá me dejó porque soy una niña malvada. Verla de esa manera tan desconsolada, me partió el alma, corrí hacia ella y la abracé, acunándola en mi pecho mientras sus sollozos se hacían más grandes. —¡No digas eso! No te odio, ni siquiera estoy enojada contigo, quien falló, fui yo, debí decirle la verdad a tu padre, nunca es bueno mentir, la mentira nunca es buena y tarde o temprano la verdad se revela. Cathe se aferró a mí con más fuerza y continuó llorando, mientras yo le acariciaba el cabello tratando de consolarla. —Pero hice que papá pensa
Catherine Dimitrakis La maestra ni siquiera me dejó hablar, su reacción fue inflexible.—¡Catherine Dimitrakis! ¡Ve de inmediato a la dirección! —exclamó con indignación.Me quedé viéndola de manera retadora, quería gritarle que se estaba equivocando conmigo, pero al final decidí que eso no cambiaría nada y que igual seguiría insistiendo en mi culpabilidad, por eso suspiré y al final tomé mi bolso y caminé hacia la dirección.—Y tú también Lizeth, ve con ella y lleva a tus compañeras de testigos —pronunció con un tono de voz suave, diferente a como se había dirigido a míFue así como Lizeth caminó detrás de mí, seguida de sus secuaces.—¿No te da miedo que su padre arruine al tuyo? —inquirió una de las otras niñas en tono de preocupación.—No te preocupes, hará nada, porque su padre ni siquiera tiene tiempo para venir a reclamar, vive viajando y no tiene una madre que venga a dar la capa por ella… así que no te preocupes, no pasará nada —respondió Lizeth con seguridad.Al escucharla
Von DimitrakisFruncí el ceño al escuchar sus palabras, mi cuerpo se tensó, respiré profundo controlando mis ganas de callarla, porque en mi vida nadie me había hablado de esa manera, sin embargo, me sorprendí de que tuviera la paciencia para quedarme tranquilo y terminara escuchándola en silencio, hablaba en tono firme, directo, y sin miedo, esa mujer nunca dejaba de sorprenderme.“Su hija necesita su protección y atención, hoy la acusaron de robarse un anillo, la humillaron frente a toda la escuela, la maestra y la directora ni siquiera le dieron derecho a la defensa, y la madre de su compañera Lizzy estuvo a punto de golpearla, ¿Dígame si se va a comportar como un padre protector o dejara que su hija sea objeto de abusos por los otros?”Hablaba casi sin respirar, ni siquiera me dejó intervenir, ella llevaba absolutamente la dirección de la conversación.“Eso pasa por su falta de atención, si la gente ve que ella no le interesa a su propio padre, más la despreciarán y la harán su
Alexandra GreenVi a Dorian correr tratando de alejarse de mí para que no escuchara la conversación, pero fue demasiado tarde porque escuché cada una de las palabras de Von.Sin embargo, no creí en sus palabras, me costaba creer que repentinamente volcara su interés en mí, ya había caído una vez en sus redes y no iba a hacerlo una segunda.Así que terminé corriendo detrás del hombre, y escuché cuando Von me declaraba suya, mientras Dorian trataba de escapar de mí.—Dile al zopenco de tu jefe que él a mí no me importa —grité a toda voz—, y si sigue acosándome lo demandaré, que no se crea mucho y piense que por un polvo insípido y sin gracia que hicimos por la estupidez mía y la calentura suya, voy a caer rendida.Después de desahogarme con mis gritos, regresé a la sala y me senté tranquila, mientras trataba de convencerme que sus palabras eran falsas.—Esto no es real —me dije a mí misma—. Siento que lo que dijo Von es una mentira, quizás solo quiera verme caer.Expresé en voz alta y es
Von Dimitrakis.Cuando sentí los labios de la mujer sobre los míos, la empujé intentando separarla, pero ella se pegó a mí como un Koala con tanta fuerza, que al final no me quedó otra opción sino empujarla, terminó cayendo de nalgas al piso, emitiendo un sonido de dolor.—¡Te dije que no quería! —espeté furioso—, una mujer debe entender cuando un hombre le dice que no, así como nosotros los hombres estamos obligados en hacerlo cuando se trata de ustedes.Me levanté furioso de mi asiento, mirando a todos lados, temeroso de que alguien hubiese sacado algún vídeo o fotografía.—¡Diablos! —exclamé, pasándome la mano por la cabeza mientras trataba de tranquilizarme.Quería irme, pero no podía hacerlo en ese momento, debía atender a mis socios comerciales, solo esperaba que esa situación que aunque me haría ganar dinero, no me hiciera perder la poca confianza que Alexandra tenía en mí, porque necesitaba convencerla de que en verdad estaba interesado en ella.Mientras intentaba recomponerme
Alexandra Green. —¡Llévensela detenida! Catherine es mi nieta y esta mujer, se la llevó sin mi permiso —gritó la madre de Von, señalándome con indignación. —¡Yo no la secuestré! Yo soy su niñera y esa vieja estirada la estaba maltratando psicológicamente. —Lo siento, señorita, pero tendrá que acompañarnos, suba a la parte trasera de la patrulla. Los ojitos de Catherine, que estaba centrada en mí, al verme que me iban a meter detrás, comenzó a llorar sin dejar de gritar. —¡Suéltame vieja mamona! — exclamó repitiendo las palabras que me escuchó decir, y el policía abrió los ojos, sorprendido. La niña se liberó y corrió hacia mí para abrazarme, se aferró a mis piernas con fuerza, buscando protección en medio de la confusión, mientras el policía trataba de despegarla, pero ella no lo permitía. —Es mentira, ella no me llevó en contra de mi voluntad. Quise irme con Alexandra —declaró Catherine con valentía.Se aferró con más fuerza, de hecho se abrazó a mi pierna de manera tan enérgic