Alexandra Green Las niñas se quedaron calladas, sorprendidas por las palabras de Cathe. Me aparté un poco de ella para poder verla a los ojos y preguntarle qué estaba haciendo, pero ella me miró con una mezcla de súplica y determinación, para segundos después, con voz firme, repetir sus palabras. —Es verdad, ella es mi mamá —afirmó con fuerza. Sentí un nudo en la garganta y un escalofrío me recorrió el cuerpo de pies a cabeza. Sabía que la mentira nunca traía nada bueno, y que tarde o temprano acarrearía consecuencias, pero no podía dejarla en ridículo frente a esas pequeñas arpías, especialmente después de las burlas y los comentarios hirientes, seguramente eran copias fieles y exactas de unas madres que debían actuar de la misma manera y que no corregían a sus hijas, si no alimentaban su esnobismo. Las miradas de las otras niñas se volvieron hacia mí, y sentí una extraña combinación de nervios, y determinación. Mi mente trabajó a toda velocidad, buscando la mejor manera de maneja
Alexandra Green. Tres horas después estaba parada frente al espejo mirando mi reflejo con asombro ante mi apariencia. Mi cabello caía en largas capas sobre mis hombros, reluciente y suave como nunca antes. Estaba tan brillante que reflejaba destellos de luz, como si el sol irradiara en ellos. Mis ojos brillaban con vida, parecían más grandes y brillantes que antes gracias a mis pestañas rizadas. Mis labios se veían suaves y jugosos, brillaban con un hermoso tono de rosa salmón. Mis mejillas estaban llenas de color, con una ligera sombra de rubor que hacía que mi piel se viera saludable y joven. El resultado era más impresionante de lo que esperaba. Había optado por un corte de cabello con capas, un estilo que había decidido el estilista, dándole una textura suave y una apariencia natural. —¿Te gustó? —preguntó el estilista y yo solo asentí, sin poder pronunciar palabras. De pronto la puerta se abrió y apareció Catherine buscándome y cuando me vio se quedó paralizada de la impre
Alexandra Green. Cuando vi a la hermana de Von me pareció conocida, en mi mente comencé a buscar donde la había visto, pero no lograba recordar, demás está decir que ni Cathe ni Dorian se habían equivocado al decirme que esas mujeres eran unas arpías, es que se quedaron cortos en su descripción, destilaban veneno, me sorprendía que las pobres no se hubieran envenenado con su propia ponzoña.La vieja estirada quería humillarme, aunque no me dejé, además, yo a quien le debía consideración era a Cathe, y era a la única a quien podía soportarle los berrinches, pero a esas arpías ni de lejos, pero si pensé que el peor momento había pasado, me equivoqué.Este se dio minutos después cuando vi salir y volver a entrar a la hermana de Von y a su novio, que era nada más y nada menos que Fernando, no pude evitar sentir el miedo recorrer mi espalda, hice un movimiento de la mano y la copa terminó cayéndose y rompiéndose, me sobresalté y miré hacia abajo, donde los cristales se esparcían por el sue
Alexandra Green.Las palabras de Von resonaron en mis oídos como campanas de sorpresa y desconcierto. Sentí mi rostro palidecer, y el latido de mi corazón se aceleró en un frenético golpeteo. Quería hablar, pero las palabras se atascaban en mi garganta, no podía entender cómo había sabido de lo ocurrido en el colegio ¿Cómo lo supo? ¿Cuándo? ¿Sería posible que Catherine le hubiese comentado?, pensé, pero no era factible que ella le hubiese dicho algo, porque si no sabría que si me hice pasar por su esposa, fue porque la niña me lo había pedido.Fue inevitable hacerme innumerables preguntas, las cuales giraban en mi mente como hojas atrapadas en una tormenta, mi silencio pareció avivar sus propias interpretaciones, y en un instante Von se acercó a mí con una presencia que hizo que mi pulso se disparara aún más. Su mano rodeó mi cintura en un gesto posesivo, su contacto envió corrientes eléctricas a través de mi piel. Mi cuerpo tembló, no de miedo, sino de una emocionante incertidumbre
Alexandra Green. Mi rostro palideció, y puse distancia con Fernando, temía que malinterpretara lo que estaba viendo, estaba tan nerviosa que por un momento las palabras se atascaron en mi garganta, me aclaré la garganta y allí mi voz salió y traté de explicar todo. —Dorian, no es lo que parece —comencé a decir con voz temblorosa. —¿Ah, no? ¿Entonces qué es? ¿Te parece apropiado estar besándote con el novio de la hermana de tu jefe? —replicó Dorian, con una expresión de enojo y desconcierto. Abrí la boca para responder, pero Fernando intervino con una sonrisa socarrona. —Lo siento, hombre, es que Alexandra es una mujer muy… accesible, si me entiendes ¿Verdad? El comentario de Fernando fue como un puñal en mi corazón, y sentí el deseo enorme de caerle a bofetadas, él me vio y al darse cuenta de que su comentario me había descolocado siguió atacando. —¡Ella es una loca! Se me lanzó encima, intentando besarme —siguió mal poniéndome ante Dorian, mientras este lo miraba con irritac
Alexandra GreenEntré a mi habitación, no queriendo seguir confrontando con Fernando, y mucho menos con la familia de Von, eso era realmente agotador, le había dado un consejo a su hermana, si no quería tomarlo, ya ese era su problema, prefería alejarme y no meterme en eso, mi función allí era cuidar a Cathe y eso es lo que pensaba hacer.Lamentaba que yo no hubiese tenido alguien que me aconsejara, en el momento que inicié mi relación con Fernando, de haberlo tenido mi camino sería muy distinto, quizás no estuviera en la difícil situación en que me encontraba.Por un momento pensé, que quizás debí haberle dicho lo de mi embarazo, pero temía que Von me terminara echando, aunque a veces sentía que estaba siendo más accesible, igual temía que se tratara solo de una fachada, con esos pensamientos me quedé dormida esperando que todo saliera bien.Al día siguiente, me levanté temprano, y me encontré que a mi lado estaba durmiendo Catherine, me pregunté en qué momento entró a mi habitación,
Alexandra GreenLa rabia que se dibujaba en el rostro de Von me sorprendió, sobre todo porque no era nada mío para que reaccionara de esa manera.Sin embargo, se veía claramente afectado por lo que había encontrado en mi habitación. Esas dulces cartas de Catherine y Harrison, llenas de inocencia y cariño, parecían haber encendido los celos en su interior, y aún me pregunta que ¡Diablos le está pasando! Me di cuenta que debía explicarle la situación desde el principio, no porque tuviera algún interés personal en él, sino porque como era mi jefe, no quería problemas con él, pero me di cuenta que no podía hacerlo, me encontraba en un dilema complicado, porque había prometido a la pequeña que mantendría en secreto su correspondencia con su amigo, además me imaginaba, que si estaba reaccionando de esa manera conmigo, ¿cómo reaccionaría si se diera cuenta que las cartas eran para y de su hija?Las miradas intensas de Von me hicieron sentir incómoda y nerviosa. Intenté actuar con naturalida
Alexandra Green —¡Ya no te quiero más Alexa! ¡Eres como todas las niñeras anteriores! Solo querían meterse en la cama de mi papá y me usaste —expresó la pequeña con los ojos anegados de lágrimas, pero no me miraba con odio, sino con tristeza y decepción, eso me hizo sentir como una desgraciada. Sin perder un minuto más de tiempo, me levanté, cubriéndome el cuerpo, caminé hacia ella con una expresión de tristeza, intenté tocarla, pero la pequeña me apartó la mano como si tuviera asco, su expresión era de absoluto dolor. —No, Cathe, te juro que esto no fue planeado yo… —intenté explicarle, pero ella me rechazó. Von que hasta ahora había permanecido como somnoliento y paralizado por fin reaccionó. —Princesa, no te molestes… todo tiene una explicación, ni Alexa ni yo planificamos esto… ella no vino a meterse en mi cama. —¡Claro! Porque fuiste tú que te metiste en la de ella —señaló con firmeza de manera acusatoria, como si ella fuera nuestra madre y nosotros unos niños traviesos.