Alexandra Green.Las palabras de Von resonaron en mis oídos como campanas de sorpresa y desconcierto. Sentí mi rostro palidecer, y el latido de mi corazón se aceleró en un frenético golpeteo. Quería hablar, pero las palabras se atascaban en mi garganta, no podía entender cómo había sabido de lo ocurrido en el colegio ¿Cómo lo supo? ¿Cuándo? ¿Sería posible que Catherine le hubiese comentado?, pensé, pero no era factible que ella le hubiese dicho algo, porque si no sabría que si me hice pasar por su esposa, fue porque la niña me lo había pedido.Fue inevitable hacerme innumerables preguntas, las cuales giraban en mi mente como hojas atrapadas en una tormenta, mi silencio pareció avivar sus propias interpretaciones, y en un instante Von se acercó a mí con una presencia que hizo que mi pulso se disparara aún más. Su mano rodeó mi cintura en un gesto posesivo, su contacto envió corrientes eléctricas a través de mi piel. Mi cuerpo tembló, no de miedo, sino de una emocionante incertidumbre
Alexandra Green. Mi rostro palideció, y puse distancia con Fernando, temía que malinterpretara lo que estaba viendo, estaba tan nerviosa que por un momento las palabras se atascaron en mi garganta, me aclaré la garganta y allí mi voz salió y traté de explicar todo. —Dorian, no es lo que parece —comencé a decir con voz temblorosa. —¿Ah, no? ¿Entonces qué es? ¿Te parece apropiado estar besándote con el novio de la hermana de tu jefe? —replicó Dorian, con una expresión de enojo y desconcierto. Abrí la boca para responder, pero Fernando intervino con una sonrisa socarrona. —Lo siento, hombre, es que Alexandra es una mujer muy… accesible, si me entiendes ¿Verdad? El comentario de Fernando fue como un puñal en mi corazón, y sentí el deseo enorme de caerle a bofetadas, él me vio y al darse cuenta de que su comentario me había descolocado siguió atacando. —¡Ella es una loca! Se me lanzó encima, intentando besarme —siguió mal poniéndome ante Dorian, mientras este lo miraba con irritac
Alexandra GreenEntré a mi habitación, no queriendo seguir confrontando con Fernando, y mucho menos con la familia de Von, eso era realmente agotador, le había dado un consejo a su hermana, si no quería tomarlo, ya ese era su problema, prefería alejarme y no meterme en eso, mi función allí era cuidar a Cathe y eso es lo que pensaba hacer.Lamentaba que yo no hubiese tenido alguien que me aconsejara, en el momento que inicié mi relación con Fernando, de haberlo tenido mi camino sería muy distinto, quizás no estuviera en la difícil situación en que me encontraba.Por un momento pensé, que quizás debí haberle dicho lo de mi embarazo, pero temía que Von me terminara echando, aunque a veces sentía que estaba siendo más accesible, igual temía que se tratara solo de una fachada, con esos pensamientos me quedé dormida esperando que todo saliera bien.Al día siguiente, me levanté temprano, y me encontré que a mi lado estaba durmiendo Catherine, me pregunté en qué momento entró a mi habitación,
Alexandra GreenLa rabia que se dibujaba en el rostro de Von me sorprendió, sobre todo porque no era nada mío para que reaccionara de esa manera.Sin embargo, se veía claramente afectado por lo que había encontrado en mi habitación. Esas dulces cartas de Catherine y Harrison, llenas de inocencia y cariño, parecían haber encendido los celos en su interior, y aún me pregunta que ¡Diablos le está pasando! Me di cuenta que debía explicarle la situación desde el principio, no porque tuviera algún interés personal en él, sino porque como era mi jefe, no quería problemas con él, pero me di cuenta que no podía hacerlo, me encontraba en un dilema complicado, porque había prometido a la pequeña que mantendría en secreto su correspondencia con su amigo, además me imaginaba, que si estaba reaccionando de esa manera conmigo, ¿cómo reaccionaría si se diera cuenta que las cartas eran para y de su hija?Las miradas intensas de Von me hicieron sentir incómoda y nerviosa. Intenté actuar con naturalida
Alexandra Green —¡Ya no te quiero más Alexa! ¡Eres como todas las niñeras anteriores! Solo querían meterse en la cama de mi papá y me usaste —expresó la pequeña con los ojos anegados de lágrimas, pero no me miraba con odio, sino con tristeza y decepción, eso me hizo sentir como una desgraciada. Sin perder un minuto más de tiempo, me levanté, cubriéndome el cuerpo, caminé hacia ella con una expresión de tristeza, intenté tocarla, pero la pequeña me apartó la mano como si tuviera asco, su expresión era de absoluto dolor. —No, Cathe, te juro que esto no fue planeado yo… —intenté explicarle, pero ella me rechazó. Von que hasta ahora había permanecido como somnoliento y paralizado por fin reaccionó. —Princesa, no te molestes… todo tiene una explicación, ni Alexa ni yo planificamos esto… ella no vino a meterse en mi cama. —¡Claro! Porque fuiste tú que te metiste en la de ella —señaló con firmeza de manera acusatoria, como si ella fuera nuestra madre y nosotros unos niños traviesos.
Von DimitrakisSalí de su habitación hecho una fiera, me llevaban los mil demonios. Entré a mi habitación y caminé a ducharme para quitarme toda la frustración y rabia, aunque mi enojo era conmigo mismo, no sé cuándo aprendería que ninguna mujer era digna de confianza, era una mentirosa, que de manera sutil me había seducido para que terminara enredado con ella, haciéndome romper la regla de no involucrarme con mis empleadas y menos con la niñera y seguramente solo iba tras mi dinero, como el imbécil de su ex.Aunque le había prometido a mi hija ir a conversar con ella, en este momento no me creía capaz de tener una conversación tranquila, estaba demasiado molesto, después de vestirme, caminé a mi despacho directo al bar, sin aún desayunar, tomé un vaso de Whisky y lo bebí de un solo trago, para segundos después terminar estrellando la copa contra la pared.Decidí tomar mi celular y marcar a mi abogado, lo cité a mi despacho en la casa y en menos de media hora estaba allí.Apenas entr
Alexandra Green Me estaba terminando de vestir cuando unos golpes en la puerta llamaron mi atención. —¡Pase adelante! —exclamé y enseguida vislumbré el rostro de Cathe, quien traía las manos cubriendo su rostro, y de pronto un sollozo salió de su garganta y corrió hacia mí hecha un mar de lágrimas .—Yo lo siento… soy una fea persona… no debí decirle a mi papá que estabas embarazada, debes odiarme —pronunció sin dejar de llorar—, por eso mi mamá me dejó porque soy una niña malvada. Verla de esa manera tan desconsolada, me partió el alma, corrí hacia ella y la abracé, acunándola en mi pecho mientras sus sollozos se hacían más grandes. —¡No digas eso! No te odio, ni siquiera estoy enojada contigo, quien falló, fui yo, debí decirle la verdad a tu padre, nunca es bueno mentir, la mentira nunca es buena y tarde o temprano la verdad se revela. Cathe se aferró a mí con más fuerza y continuó llorando, mientras yo le acariciaba el cabello tratando de consolarla. —Pero hice que papá pensa
Catherine Dimitrakis La maestra ni siquiera me dejó hablar, su reacción fue inflexible.—¡Catherine Dimitrakis! ¡Ve de inmediato a la dirección! —exclamó con indignación.Me quedé viéndola de manera retadora, quería gritarle que se estaba equivocando conmigo, pero al final decidí que eso no cambiaría nada y que igual seguiría insistiendo en mi culpabilidad, por eso suspiré y al final tomé mi bolso y caminé hacia la dirección.—Y tú también Lizeth, ve con ella y lleva a tus compañeras de testigos —pronunció con un tono de voz suave, diferente a como se había dirigido a míFue así como Lizeth caminó detrás de mí, seguida de sus secuaces.—¿No te da miedo que su padre arruine al tuyo? —inquirió una de las otras niñas en tono de preocupación.—No te preocupes, hará nada, porque su padre ni siquiera tiene tiempo para venir a reclamar, vive viajando y no tiene una madre que venga a dar la capa por ella… así que no te preocupes, no pasará nada —respondió Lizeth con seguridad.Al escucharla