Volvió con un juego de aguas, vías y sueros. —No hay medicamentos contra la malaria pero sí antipiréticos —dijo—. Se los pondremos en vena, lo primero es evitar las convulsiones. Le colocó el medicamento a Elisa y se giró hacia su hermano. Los dos eran iguales, hombres con capacidad y espíritu par
"Ve... estará bien... ve..." Elisa podía escuchar aquellas palabras desde una voz desconocida y por algún motivo supo que se las decían a Kainn. Y ella no quería que él se fuera. Intentó abrir los ojos pero era casi imposible. Sentía el cuerpo pesado y estaba muy cansada. —Oye, tienes que comer. N
Elisa asintió y luego se volvió hacia Kainn. Sus ojos se ablandaron al contemplar su rostro. Él se sentó a su lado y le apartó el cabello de la frente. Su tacto era suave, como un susurro, y Elisa se sintió aliviada. —Deberías comer algo —dijo Kainn—. Necesitas recuperar fuerzas. Elisa asintió e i
Alan Parker era médico de corazón, con una especialidad en pediatría y el instinto de ayudar a toda persona que se le cruzara delante. El problema era que los que tenía delante en aquel momento, no podían ser considerados personas. Kainn le había contado lo que Alton le había hecho a Elisa, e inclu
Kainn asintió y esa noche fue de disfrute especial. Los abrazos, las carcajadas, los brindis con champaña y la gran mesa de comida fueron el contrapunto ideal para despedirse por un buen tiempo, y por supuesto que no podía faltar la curiosidad de Elisa. —Sé sincero, estás demasiado apresurado por
Al secretario Moe no había que mandarlo a hacer las cosas dos veces. En cuanto colgaron la llamada, Kainn supo que iba a poner manos a la obra. Por otra parte también estaba convencido de que Kali Davies jamás había rechazado ninguna iniciativa que apoyara a su fundación, así que el evento era práct
Apoyó las palmas en la mesa y se dejó llevar. Kainn era un verdadero poema a la vista, con un cuerpo firme, tatuado y musculoso, y ella se arqueaba para recibirlo mientras besaba con frenesí cada milímetro de su piel. Él sabía cómo llevarla al éxtasis y Elisa lo obedecía a ciegas, disfrutando el via
—¿Lista, reina? —preguntó aquel día Kainn cuando se detuvieron en los terrenos de una de las minas. —Lista, señor Escorpión —sonrió ella—. Vamos a trabajar. ¡Y vaya que había mucho trabajo por delante! La minas se inauguraron en medio de la emoción y enseguida los trabajadores comenzaron sus tarea