Al llegar al altar, Chris entregó cuidadosamente a Charlie a su abuelo, que sonrió emocionado por tener a su nieto en sus brazos. Chris tomó la mano de Mala, entrelazando sus dedos con ternura y admiración. Ambos sabían que estaban a punto de dar el paso más importante en su relación, porque casarse
Seis meses después de su boda, la vida de Chris y Mala se llenó de otra bendición: el nacimiento de su segundo bebé. La emoción era palpable en el aire mientras esperaban ansiosos en la sala de parto. Chris sostenía la mano de Mala, brindándole apoyo y amor en ese momento crucial, pero ciertamente
Ocho años después —Vamos Charlie, es una simple pregunta —sonrió Faith avanzando mientras el niño frente a ella retrocedía. —¡Ya dije que no quiero, déjame en paz! Sin embargo el rostro de la niña parecía determinado. —¡Charlie, no seas gallina! Solo tienes que decirnos quién te parece más linda
Y ONCE AÑOS MÁS Michael se abrió paso a través de la multitud bulliciosa de la fiesta de fraternidad, con los ojos bien abiertos y el corazón palpitante. Leticia le había dicho que estaría allí, y aunque él no era para nada fanático de las fiestas de fraternidad, sabía que de cuando en cuando tenía
CUATRO AÑOS DESPUÉS Charlie se detuvo delante de aquella puerta, pero ya había tomado su decisión y no iba a echarse atrás. Tocó con firmeza y se asomó para ver el rostro curioso de Christopher Moe. —Hijo, pasa. Ven. Charlie respiró profundo y se acercó a lujoso escritorio de madera preciosa. —P
"Frágil, no débil". Elisa se lo repetía constantemente. Delgada, pálida y pequeña, su cuerpo era de naturaleza frágil, su salud también, pero su carácter no lo era. Prueba de eso era que mientras se arreglaba a toda prisa, solo podía pensar en lo hija de puta que era su cuñada por haberle elegido
Un segundo. Solo un segundo le bastó a Kainn para darse cuenta de que algo iba mal. Los insultos fueron sustituidos por sollozos, los sollozos por jadeos desesperados y luego ella peleaba contra el corsé de su vestido antes de balancearse peligrosamente hacia el suelo. La alcanzó en dos pasos y la
Elisa se mantuvo en aquella esquina, con el corazón latiendo tan fuerte que podía escuchar cada golpe y las lágrimas peleando por salir de sus ojos. —Arregla el maldito informe por si ella pide una segunda opinión —le decía la condesa al doctor—. ¡Y mucho cuidado con decirle esto a alguien! La repu