—La cuestión es que mover la producción de Alton y Louis a sus almacenes ha sido difícil —murmuró Kainn—, pero ya tienen cierta cantidad acumulada y procesada y están buscando compradores. El secretario Moe nos avisará apenas hagan su primer movimiento. Y como si fuera pitoniso, dos días después re
¿Personal? Personal era poco para la afrenta que le estaban haciendo a lord Alton de Brickstow. Todo lo que había pasado, todo el sabotaje a su mina tenía un motivo y ese motivo era Elisa. Solo ella podía estar llenándole la cabeza a Kainn Black de estupideces para que les hiciera la competencia des
—Pero... pero es que si usted también extrae... ¡entonces tiene más ventaja! Kainn arrugó el ceño mientras se acercaba a él. —Honestamente, lord Brickstow, no sé si usted es ignorante o estúpido, en ninguno de los casos es bueno. Pero antes de meterse en un negocio como este debió analizar a la co
Elisa jamás había estado en Egipto, pero Kainn era lo bastante cuidadoso como para organizar bien aquel viaje. Llegaron temprano y el sol apenas asomaba por el horizonte, pero su calor ya había empezado a espesar el aire. En el andén los esperaban un par de camionetas de alto impacto, y frente a una
—Nuestras mujeres y niños de la fundación se lo agradecen —murmuró ella al tener el dinero. —Señora Davies... —Alton llamó su atención con un gesto—. Nos han dicho que hay inversionistas muy importantes en su evento. ¿Es correcto? Kali asintió con fingida ingenuidad. —Así es. Hay hombres muy pode
Nada, probablemente nada en el mundo había ofendido tanto el ego del futuro conde Alton de Brickstow como el hecho de ver a Kainn Black levantar la mano para ofrecer medio millón de euros por una yegua que él ni siquiera podía pagar ya. Todas las miradas estaban fijas en el animal, que era magnífic
—Caballeros. ¿Qué se les ofrece? —siseó incómodo porque lo estuvieran molestando. —Excelencia —se adelantó Louis levantando la barbilla con orgullo—. Soy el duque de Grafton, y junto con mi socio quisiéramos presentarle una propuesta de negocios. Omar hizo un gesto displicente. —¡Yo sabía que ven
Kainn contuvo el aliento mientras acariciaba su espalda y sentía cada espasmo de su cuerpo. Elisa vomitó toda la comida fuera del coche y cuando volvió a sentarse estaba pálida y sudaba frío. —A ver nena, mírame. ¿Estás bien? —le preguntó sacando un pañuelo y secándole el rostro. —Sí... sí, creo q