Carolina cerró la puerta del despacho de su hermano Enrico, donde la elegancia sobria del mobiliario reflejaba su personalidad meticulosa. Acomodó sus cosas sobre el escritorio y sacó su teléfono para revisar mensajes. Sin embargo, no pasaron ni dos minutos antes de que su celular vibrara con una llamada inesperada. Al ver el nombre en la pantalla, sus cejas se alzaron. Era su antiguo jefe en BrandSpark.Con cierta duda, deslizó el dedo para contestar.“¡Hola, Carolina! Soy Alejandro Vásquez” saludó el hombre con un tono que intentaba sonar casual, pero ella percibió la tensión en su voz. “Espero no estar interrumpiendo nada importante”.—No, para nada, señor Vásquez —dijo ella, cruzándose de brazos mientras se apoyaba en el escritorio. —¿A qué se debe su llamada?“Voy directo al grano” dijo el hombre, aclarándose la garganta. “Queremos ofrecerte nuevamente tu antiguo cargo como directora creativa en BrandSpark. Sabemos que cometimos errores en el pasado, pero ahora las cosas son dif
Lisandro suspiró profundamente, ante de hablar.—Carolina, estás al tanto de que me enamoré de ti desde el primer momento y fue porque cuando entraste a mi vida, me mostraste una fortaleza que pocas personas tienen. Tu capacidad para adaptarte, para luchar y proteger a los que amas, me causó admiración y me ha inspirado de muchas maneras. Eres no solo la mujer que amo, mi esposa, sino sobre todo una mujer increíble, con un potencial increíble, y quiero que tengas la oportunidad de hacer lo que amas y por eso quiero darte algo que represente lo mucho que creo en ti.Carolina lo miró fijamente, su corazón acelerándose con cada palabra. Antes de que pudiera responder, Lisandro se levantó, caminó a la mesa de la sala, tomó la carpeta de cuero y se la extendió.—Esto es para ti.Ella la recibió, confusa, y la abrió con cuidado. Sus ojos recorrieron las páginas llenas de documentos legales, proyecciones de negocio y planes estratégicos. Al principio, no entendía del todo lo que estaba viend
La finca estaba impregnada de una calma matutina. Los primeros rayos del sol iluminaban los jardines, mientras el canto de los pájaros llenaba el aire. Carolina había salido temprano con Inés, para reunirse con algunos de los contactos iniciales de Inspire Image & Strategy, con sus respectivos guardaespaldas, porque ni Lisandro ni Enrico querían dejar nada al azar.La oficina que Lisandro había encontrado para Inspire Image & Strategy estaba ubicada en un moderno edificio en la zona empresarial de la ciudad. Carolina e Inés se habían instalado en la oficina más amplia y bien iluminada, con un par de escritorios organizados.El entusiasmo de Carolina era evidente, aunque también llevaba consigo la presión de demostrar que podía liderar el proyecto que Lisandro le había confiado. Lo primero, que comenzaron a hacer, fue resolver la contratación de personal para su empresa. Aunque tenían disponibles unos asesores que sus esposos había contratado, no eran suficientes para poder arrancar c
El silencio que siguió al reconocimiento mutuo entre Carolina y Alberto fue tan denso que podría cortarse con un cuchillo. Inés, sintiendo la tensión en el ambiente, decidió romper el hielo.—Bienvenido, por favor tome asiento —dijo, señalando la silla frente al escritorio.—Soy Inés, socia de Carolina en este proyecto.Alberto pareció salir de su estupor y asintió, sentándose con elegancia. Sus ojos, sin embargo, no se apartaron de Carolina.—Gracias, —respondió con voz profunda. —Es un placer conocerla, Inés. Y... un gusto volver a verte, Carolina. Ha pasado mucho tiempo.Carolina se aclaró la garganta, intentando recuperar la compostura. —Sí, mucho tiempo, —dijo, su voz apenas controlada. —No esperaba verte aquí —dijo Carolina, su tono frío como el acero—. Me cuesta creer que el hijo de la familia Pérez, con un futuro brillante, esté tocando la puerta de mi empresa para trabajar aquí.—Yo cuando vi el anuncio de la empresa, no tenía idea que se relacionaba contigo.Inés observó el
Tal y como lo había planificado el tridente de la tremendura, María estaba inclinada limpiando la planta mientras quitaba las hojas que estaban dañadas y a su lado Leandro la ayudaba. Sin embargo, mientras revisaban, se dio cuenta que había otras plantas afectadas y estaba casi que lloraba.—No sé qué habrá pasado, si las he estado cuidando bien.Leandro observó la expresión afligida de María y sintió una punzada en el pecho. Sin pensarlo, puso una mano sobre su hombro en un gesto reconfortante.—No te preocupes, María. Juntos salvaremos estas plantas. Tú solo dime qué hacer y yo lo hago. Te ayudaré en todo lo que necesites —, dijo con voz suave.María levantó la mirada, sorprendida por el contacto y la calidez en las palabras de Leandro. Por un momento, sus ojos se encontraron y ambos sintieron una chispa de conexión que los tomó por sorpresa. —Gracias, Leandro —, respondió María con una pequeña sonrisa. —Significa mucho para mí que quieras ayudar.Leandro le devolvió la sonrisa, si
El ambiente en el jardín cambió drásticamente con la llegada de Enrico. María y Leandro se separaron rápidamente, como si hubieran sido atrapados haciendo algo indebido.—Nada, Enrico — respondió Leandro, tratando de mantener la compostura. —María y yo estábamos limpiando el jardín y tuvimos un pequeño accidente.Enrico entrecerró los ojos, su mirada pasando de su madre a Leandro.—¿Un accidente? Parecía algo más que eso —dijo con tono acusatorio.María se sonrojó ligeramente, pero mantuvo la cabeza en alto. —Hijo, Leandro, solo me estaba ayudando después de que nos golpeamos accidentalmente. No hay nada más que eso.Pero Enrico no parecía convencido. Dio un paso adelante, su postura tensa. —Leandro, ¿podemos hablar un momento? A solas —expresó con evidente molestia.Leandro asintió, lanzando una mirada de disculpa a María antes de seguir a Enrico. Caminaron hasta estar fuera del alcance del oído de la mujer.—¿Qué crees que estás haciendo? —siseó Enrico una vez que estuvieron solos
Enrico sentía que la ira bullía en su interior mientras observaba la escena frente a él. Ver a su madre y a Leandro tan cercanos, compartiendo sonrisas y miradas cómplices, era más de lo que podía soportar. Sin pensarlo dos veces, irrumpió en la habitación.—¡Qué hermosa escena! —exclamó, sobresaltando a todos los presentes. —Madre, necesito hablar contigo. Ahora.María lo miró sorprendida, pero asintió, poniéndose de pie.—Claro, hijo. Trina, cariño, que tu abuelo termine de leerte el cuento, ¿sí?Trina asintió, aunque su expresión mostraba preocupación. Leandro, por su parte, lanzó una mirada inquieta a Enrico antes de continuar con la lectura.Una vez fuera de la habitación, Enrico llevó a su madre a un rincón apartado del pasillo.—¿Qué crees que estás haciendo? —siseó, su voz cargada de frustración.María frunció el ceño, confundida.—¿De qué hablas, Enrico? —De lo que estabas haciendo ¿Te sientes orgullosa de ese espectáculo? —María frunció el ceño sin entender.—No entiendo tu
El silencio de la noche fue roto por el sonido metálico del arma de Enrico. Leandro, aún aturdido por el brusco despertar, mantuvo la calma a pesar de la amenazante situación.—Muchacho, baja el arma. Estás cometiendo un grave error —dijo Leandro con voz firme y serena.—El único error aquí es que te estés acercando mucho a mi madre, —gruñó Enrico, presionando más el cañón contra Leandro. —¿Qué pretendes con ella? ¿Burlarte? ¿Usarla?Leandro respiró hondo, midiendo cuidadosamente sus palabras. —Estás equivocado, no pretendo nada malo con María. La respeto y la aprecio sinceramente.—¡Mentira! —exclamó Enrico. —No eres más que un mafioso, un hombre sin escrúpulos. ¿Cómo puedo creer que tus intenciones son buenas? —Porque soy un hombre que ha vivido lo suficiente para valorar a una mujer como tu madre, — respondió Leandro con calma. —No busco burlarme ni aprovecharme de ella. Si valoré a una mujer como Genoveva con todo lo cruel y despiadada que era, ¿Cómo crees que no lo haré con Mar