Dominic asintió con seriedad ante las palabras de Trina. Algo en su determinación lo conmovió, aunque sabía que lo que estaba a punto de hacer le costaría una reprimenda muy grande, incluso podía ser acusado de traición, pero después de todo, él no estaba de acuerdo con los secuestros de niños ni mujeres. Así que la miró a los ojos y dijo.—Está bien, espérame aquí. Voy a ver cómo está todo para encontrar una forma de sacarte de aquí sin que nos descubran.Trina lo miró con alivio y esperanza, asintiendo con entusiasmo.—Gracias, Dominic. Nunca voy a olvidar lo que estás haciendo por mí —dijo con una sonrisa tímida.Él no respondió, pero sus ojos reflejaron un leve destello de emoción. Se levantó del sillón y salió de la habitación con pasos silenciosos, cerrando la puerta tras de sí. Mientras caminaba por los pasillos, su mente trabajaba frenéticamente, evaluando cada detalle que había aprendido en la casa y buscando la mejor manera de llevar a Trina a salvo.Dominic recorrió cada ri
Dominic llegó al despacho de su padre con el corazón latiendo con fuerza. La puerta estaba entreabierta, y desde dentro podía escuchar la voz de su padre, resonando como un trueno, llena de furia y desesperación.—¡Malditos Armone y Quintero! ¡Esto no quedará así! —gritaba su padre, golpeando la mesa con un puño cerrado.Dominic empujó la puerta y entró con cautela. Dentro, su padre, un hombre de aspecto imponente con un rostro endurecido por los años en el poder, caminaba de un lado a otro, sus manos apretadas en puños, al lado de Ugo Armone.—¿Qué pasó? —preguntó Dominic, tratando de mantener la calma a pesar de la tensión que llenaba el ambiente.Su padre levantó la mirada, y por un momento, Dominic vio algo más allá de la rabia en sus ojos: dolor.—Tu hermana... Liliana... —comenzó, su voz quebrándose por un instante antes de recuperarse—. Está muerta. Enrico Armone, junto con los Quintero la mataron.Dominic sintió que un escalofrío recorría su espalda. Aunque no compartía la cru
Por su parte, el señor King, al escucharlos, soltó a Dominic, su rostro, transformándose en una máscara de furia y determinación. —¡Prepárense todos! —rugió, su voz resonando con autoridad—. ¡Nadie huye! Hay que enfrentarlos y acabar con ellos de una vez por todas. Mientras tanto, yo tengo una conversación con este niño. ¡Camina! Dominic se puso de pie tambaleándose, su mente dando vueltas ante la rápida sucesión de eventos. Por un lado, sentía alivio de que la atención se hubiera desviado de él y de Trina, pero, por otro, el miedo lo invadía al pensar en el inminente enfrentamiento.—Padre, quizás deberíamos... —comenzó a decir, pero fue interrumpido por un par de bofetadas que lo hizo callar.—La única carta disponible que teníamos incluso para negociar y la dejaste escapar, ruega para que la podamos encontrar y para que en esta guerra ganemos nosotros, porque de lo contrario te vas a arrepentir toda la vida —gruñó su padre—, lleven el cuerpo de Liliana a una de las habitaciones y
Los tres se dividieron al entrar al interior de la casa, revisando cada habitación, cada rincón. La tensión era palpable mientras avanzaban. Cuando Lisandro entró a una de las salas, sintió el frío acero de un arma presionando contra su sien. Lisandro detuvo su respiración por un instante.Él se movió, sus manos todavía apretaban con fuerza el arma que acababa de bajar tras disparar al abuelo Armone. Sentía la tensión en el aire, como un cable a punto de romperse.—Suelta el arma —repitió King la voz grave y cargada de amenaza —, te mueves un milímetro y te volaré los sesos. Lisandro levantó lentamente las manos en señal de rendición, al mismo tiempo que dejaba el arma en el suelo. Su mente trabajaba frenéticamente, evaluando cómo girar las cosas a su favor.—No hagas nada, estúpido —dijo King, empujándolo hacia la pared.—El único que hizo algo estúpido fueron ustedes al secuestrar a los niños.—Y ustedes, por matar a mi hija —refutó el hombre—, ahora tendrás que pagar.En ese mome
Dominic salió de la habitación con pasos pesados, su mente aún resonando con las últimas palabras de su padre. El eco de la promesa que acababa de hacerle se repetía como un mantra en su mente. “Vengar a la familia. Destruir a los Armone y los Quintero”.Mientras avanzaba por los pasillos, escuchaba los ecos lejanos de disparos y gritos provenientes del exterior. La mansión, que alguna vez fue un símbolo de poder y autoridad para su familia, ahora se desmoronaba bajo el asedio. La sangre y los escombros cubrían el suelo, pero Dominic no se detuvo. Sus pasos lo llevaron al despacho de su padre, el lugar donde tantas veces lo había visto orquestar los movimientos estratégicos que mantenían a su familia en la cima.Cerró la puerta detrás de él y se dirigió al escritorio. Sabía que allí su padre guardaba documentos importantes, contactos y recursos que ahora serían esenciales para cumplir su juramento. Abrió los cajones con manos temblorosas, sacando carpetas y un pequeño maletín que cont
Dominic mantuvo la mirada fija en su tío Salvatore, quien se acercaba lentamente con una presencia imponente y peligrosa. Sentía su garganta seca, pero no podía mostrar miedo; sabía que cualquier señal de debilidad sería un error fatal.—Tío Salvatore —repitió Dominic, intentando sonar más firme—. No estoy huyendo. Estoy buscando la manera de arreglar todo esto.Salvatore soltó una carcajada seca, sin calidez alguna, mientras cruzaba los brazos frente a su pecho.—¿Arreglarlo? ¿Y cómo planeas hacerlo? ¿Con más traiciones? —su tono era sarcástico y cargado de desprecio—. Sabemos lo que hiciste, Dominic. Ayudaste a escapar a la niña, y ahora mi hermano está muerto por tu debilidad. De esa manera no podrás dirigir a esta organización cuando crezcas… Dominic dio un paso atrás, sintiendo cómo las palabras de su tío caían sobre él como golpes. Sabía que su acción había desencadenado el caos, pero lo hizo porque creyó que era lo correcto salvar a Trina.—Lo hice porque… —comenzó, buscando
Los hombres lo sacaron a la fuerza, y Dominic se tambaleó ligeramente antes de enderezarse. A pesar del dolor, levantó la cabeza con orgullo, decidido a no mostrar debilidad.—¿Qué planean hacer ahora? —preguntó con un tono desafiante, sus ojos fijos en uno de los hombres.El guardia soltó una carcajada.—No estás en posición de hacer preguntas, chico. Entra.Lo empujaron hacia el interior de la casa. El lugar estaba oscuro y olía a humedad y metal oxidado. Las paredes estaban manchadas, y el eco de sus pasos resonaba en el espacio vacío. Lo llevaron hasta el centro de la sala, donde Salvatore lo esperaba de pie junto a una mesa llena de herramientas.—¿Sabes, Dominic? —dijo Salvatore, girando un cuchillo en sus manos—. Lo que hice hace un rato fue un simple recordatorio. Pero ahora quiero saber si tienes lo necesario para ser un King. No solo un nombre, sino un verdadero heredero.Dominic lo miró con odio, pero no respondió. Sabía que cualquier palabra que dijera solo empeoraría su s
El viaje de regreso a casa transcurrió en un silencio tenso. Trina, agotada por la experiencia traumática, se había quedado dormida en los brazos de su padre. Lisandro la sostenía con fuerza, su mirada fija en el paisaje nocturno que pasaba velozmente por la ventana del auto.Leandro, sentado en el asiento del copiloto, se giró para mirar a su hijo con preocupación.—Hijo, lo siento, te juro que hice todo lo posible por mantenerte lejos de este mundo, para que no te tocara enfrentarte a nada de esto, y sé que tu decisión era mantenerte al margen de todo esto, Enrico y yo podemos protegerte… no es necesario que entres a este mundo —dijo con preocupación.Lisandro lo miró con una expresión amarga. —Después de lo de hoy... no creo que sea posible papá, ya no hay vuelta atrás. Aunque he querido alejarme de este mundo, parece que el destino tiene otros planes. Si tengo que convertirme en alguien que no quería ser para proteger a los míos, que así sea y ya no lucharé contra eso.Enrico asi