Alondra lo miró con adoración, iba a abrazarlo y la pequeña Camil, no lo permitió.
—No mami, mi papi bonito es mío—exclamó con posesión, tomando a su padre de ambas mejillas y besándolo.
—Acércate amor, puedo tenerlo a los tres junto a mí, no sabes cuánto soñé, estar así, juntos—pidió el hombre con su rostro s
Lucca observó un momento a los visitantes, mientras pensaba “Será posible que en algún momento podré volver a estar con mi mujer, que visita tan inoportuna”. Para después decirles en voz alta — ¿Serían tan amables de esperarnos un momento dentro, mientras salimos y nos vestimos para ponernos presentables? —expresó esbozando un gesto de sonrisa, pero sin realmente hacerlo, porque el sentimiento de frustración que sentía lo sobrepasaba. Nick lo observó sonriendo con picardía, sabía que Lucca estaba molesto por la interrupción, pero no se sintió culpable, porque ellos no tenían forma de saber que se encontrarían ocupados. Valeria miró a Lucca como si quisiera fulminarlo con la mirada, apretó su boca en un notorio gesto de molestia y expresó: —Tú no tienes por qué decirme lo que debo hacer, no eres mi dueño Lucca, yo decido con quien puedo hablar o no.— ¡Sos mi esposa! Y no me agrada que estés hablando con ese hombre que se ve de lejos que anda babeando por vos—habló molesto. Ninguno de los dos quiso darse cuenta de que habían empezadCAPÍTULO 26. JANÍCULO
Al sentir el arma en su nuca, Lucca levantó sus manos en señal de que no estaba armado y que tenía toda la disposición de colaborar con sus asaltantes. Pensó en su interior que se trataba del hampa común y en lo profundo se aferraba encarecidamente a esa idea, rogaba de que no se tratara de los miembros de la mafia, porque prefería mil veces morir él, que poner la vida de su hijo en manos de esos miserables.—Manténgase quieto, ni siquiera intente el mínimo movimiento no autorizado, porque hasta allí llegará su vida. ¡¿Entendido?! —Habló violentamente e
Alondra se quedó viéndolo y se dio cuenta del cambio de expresión, sabía que el mensaje que había recibido le había cambiado el semblante y su disposición, el rostro de felicidad se convirtió en una fría máscara y para adelantarse a lo que presumió iba a hacer le dijo con tono severo y mirándolo con ojos centelleantes de furia.— ¡¿Qué pasa Felipe?! —exclamó pidiéndole explicación molesta.
Felipe se irguió en la silla alarmado, sabía lo que se avecinaba, pero no quería desatar el caos delante de sus pequeños le urgía sacarlos de allí.Alondra atenta a cualquier maniobra de su amado, lo miraba a la cara interrogante; Nervioso le indica—Mi amor, levántate, toma a los niños y sigue a Carlo, por la vía de escape planificada—Antes de que terminara de tomarlos Felipe los besó y abrazó—No olvid
Lucca se despertó, trataba de abrir los ojos, sin embargo, sentía sus párpados demasiado pesados, producto de la hinchazón provocada por la golpiza que le propinaron. Hizo un amago de sentarse para recostarse de la pared, pero fue infructuoso su intento, aunque la segunda vez sí lo logró, porque hasta ese momento había permanecido tirado en el suelo, inconsciente, dormido ya no lo sabía. Solo estaba seguro de que no tenía ninguna parte de su cuerpo donde no sintiera dolor, lo habían golpeado en el rostro, en el estómago, sin compasión, de la forma más cruel. Con lentitud abrió los ojos, apenas pudo hacerlo en una mínima rendija.
Una vez que Felipe dejó a Alondra en la habitación, buscó a uno de los hombres de los diez que lo había ayudado a enfrentar a Los Nostro y lo paró frente a la habitación, no sin antes darle instrucciones—Por nada del mundo te separes de esa puerta. Me respondes con tu vida si algo le llega a pasar a ella ¿Entendido? —Completamente. No me moveré de aquí. Confíe que nada le pasara a su esposa—manifestó con seguridad el hombre.
Felipe respiró profundo y simuló una molestia que a decir verdad había dejado de sentir desde el mismo momento que ella lo había mirado con ese rostro lleno de ternura y esa resplandeciente sonrisa, pero tenía que hacerle entender el peligro que significaba que ella evadiera la seguridad que le colocaba, porque al quedarse desprotegida se volvía vulnerable y en consecuencia, se convertía en blanco de los traidores que estaban dentro de sus filas que por congraciarse con sus enemigos eran capaces de vender hasta su propia alma al diablo.—Alondra, está mal lo que acabas de hacer