THIS IS THE SODA WAR
THIS IS THE SODA WAR
Por: angiel_95
Prologo

Evangeline Morales estaba teniendo un pésimo día. En realidad, era una semana terrible y no mostraba signos de mejorar. Su querida cafetera había decidido morir justo cuando más la necesitaba, dejándola sin su dosis matutina de cafeína. Sin embargo, con una presentación importante esa mañana, no podía permitirse llegar tarde ni que un mal comienzo de día arruine sus planes. Apresuradamente, se puso su vestido favorito y maquillándose lo mejor que pudo, mandando al carajo cualquier energía del universo que deseaba verla fracasar, tomó su bolso y salió corriendo de su pequeño apartamento en dirección a la cafetería más cercana.

Mientras tanto, Jeremy Evans acababa de aterrizar después de un largo vuelo desde Londres. A pesar de la diferencia horaria y el jet lag, estaba decidido a aprovechar el día. No podía esperar para demostrar sus habilidades en la empresa familiar para callar los bocas de los que decían que era un hijito de papá, y su entusiasmo era palpable. Sin embargo, primero necesitaba un buen café para despejar su mente.

El destino, siendo el bromista cruel que a veces puede ser, decidió que la misma cafetería fuera el escenario de su primer encuentro.

Evangeline, aún aturdida por la falta de café, no prestaba atención mientras revisaba los correos electrónicos en su teléfono. Tropezó con el escalón de la entrada de la cafetería y, en un intento desesperado por recuperar el equilibrio, derramó el contenido de su bolso justo en la puerta. Papeles, maquillaje y otros objetos personales se dispersaron por el suelo.

Jeremy, con su mirada fija en la lista de opciones de café, no vio el desastre que se avecinaba. Confiado y decidido, dio un paso adelante y pisó un tubo de lápiz labial, resbalando y cayendo al suelo. "¡Maldita sea!", exclamó quedando tumbado en el suelo.

Evangeline, aún de rodillas recogiendo sus cosas, levantó la vista y vio a Jeremy desperdigado en el suelo. "¿Qué demonios te pasa? ¡Mira por dónde caminas!", espetó, su tono agudo reflejando su frustración.

Jeremy tratando de mantener la compostura mientras se levantaba rápidamente y cuando finalmente lograba estabilizarse, sorprendido por la acusación, miró hacia abajo y vio a la joven rodeada de sus pertenencias esparcidas. "¿Yo? ¡Tú eres la que ha dejado esto aquí como una trampa mortal!", replicó, su tono sarcástico y su acento condescendiente solo aumentaron la tensión.

"¡No necesito esto hoy!", murmuró Evangeline para sí misma mientras se levantaba y se sacudía el polvo. "Solo quería un café, y ahora esto..."

Jeremy la interrumpió, "Pues bien, tonta, quizás deberías aprender a no desparramar tus cosas por todas partes."

La chispa de su mirada reflejaba un desdén mutuo que no mostraba signos de apagarse pronto. Sin embargo, el bullicio de la cafetería y las miradas curiosas de los clientes les hicieron darse cuenta de que su intercambio estaba atrayendo más atención de la deseada. Así que, sin comunicarse, sabían que debían parar esto.

"Imbécil", murmuró, colgando su cartera en su hombro nuevamente y empujando a Jeremy al pasar.

"Bruja", respondió Jeremy, controlando su temperamento para no seguir con el espectáculo. Ella se dio la vuelta levemente al escuchar esto, se quedaron mirándose por un momento, una mezcla de irritación y desconcierto en sus ojos, antes de separarse y pedir sus respectivos cafés.

El resto de la mañana de Evangeline transcurrió con una nube de frustración sobre su cabeza. Al llegar a la oficina, su irritación inicial se fue disipando al recordar la importante reunión con su jefa, Beatriz White. Hoy era un día crucial. Beatriz, con su carácter excéntrico y su inusual enfoque hacia el marketing, había sido una mentora para Evangeline durante seis años. Unos largos y frustrantes seis años. Ahora, con la inminente jubilación de Beatriz, Evangeline esperaba ser promovida.

Mientras tanto, Jeremy llegó a la empresa con renovado vigor, listo para impresionar a su padre y a todos los empleados. Después de unos años en el extranjero, estaba ansioso por demostrar que sus conocimientos y experiencia podían llevar a la empresa a nuevas alturas.

Cuando Evangeline entró a la sala de reuniones, estaba sorprendida de ver una figura familiar: El hombre con quien había tenido ese desafortunado encuentro en la cafetería.

"¿Tú?", dijeron al unísono, sus voces llenas de sorpresa y desdén.

"¿Qué haces aquí?", preguntó Evangeline, tratando de mantener la compostura.

"Trabajo aquí. ¿Y tú?", respondió Jeremy, igualmente sorprendido.

Antes de que pudieran intercambiar más palabras, Roberto Evans, el dueño de la empresa y padre de Jeremy, entró en la sala con una sonrisa autoritaria. "Bien, veo que ya se han conocido. Esto facilitará las cosas."

Evangeline y Jeremy intercambiaron miradas confusas mientras Roberto continuaba, "Como algunos de ustedes saben, estamos a punto de lanzar dos nuevos sabores de sodas. Y con Beatriz jubilándose, hemos decidido que el próximo gerente de marketing se elegirá mediante una competencia, ya que en esta empresa como lo he repetido muchas veces, se gana su puesto con esfuerzo. Evangeline, Jeremy, cada uno de ustedes dirigirá un equipo y lanzará una campaña para uno de los nuevos sabores. El equipo ganador determinará quién obtendrá el puesto."

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