Capítulo 2: La Guerra Declarada

El día del aniversario de la empresa había llegado, y todos estaban emocionados por la gran fiesta que Roberto Evans había organizado. Evangeline, aunque nerviosa por la competencia, estaba decidida a disfrutar del evento. Había pasado las últimas semanas inmersa en su trabajo, y una noche de celebración podría ser justo lo que necesitaba para despejar su mente.

La fiesta se celebraba en un elegante salón de eventos, decorado con luces centelleantes y elegantes arreglos florales. Al entrar, Evangeline no pudo evitar sentirse un poco abrumada por la grandiosidad del lugar. Llevaba un vestido azul oscuro que acentuaba su figura, y su cabello estaba perfectamente peinado en ondas suaves. Se sentía segura y lista para enfrentar cualquier cosa, incluso a Jeremy.

Mientras saludaba a sus colegas y disfrutaba del ambiente festivo, Evangeline se dirigió al buffet, donde una variedad de exquisitos platos la esperaba. Estaba sirviéndose un poco de ensalada cuando sintió una presencia familiar a su lado. Miró de reojo y vio a Jeremy, impecablemente vestido, sirviéndose comida con una expresión de concentración.

Intentando mantener la calma, Evangeline continuó sirviéndose comida, pero no pudo molestarse con su sola presencia. "No dejes que te intimide", se dijo a sí misma. "Solo disfruta de la fiesta."

Jeremy, sin embargo, parecía decidido a no dejarla en paz. Se movió ligeramente, y en un giro desafortunado, su plato se inclinó y un poco de salsa cayó directamente sobre el vestido de Evangeline.

"¡Oh, lo siento!", exclamó Jeremy, aunque su tono no sonaba tan arrepentido como debería.

Evangeline miró la mancha en su vestido, su indignación creciendo. "¡¿Estás bromeando?! ¡Este vestido es nuevo!", dijo, su voz subiendo un poco más de lo que pretendía.

"Fue un accidente," respondió Jeremy, tratando de sonar convincente, pero sin mucho éxito.

Evangeline sintió que la ira la invadía. "¿Un accidente? ¡Claro que sí!" Sin pensarlo dos veces, tomó un trozo de pastel del buffet y lo lanzó hacia Jeremy. El pastel aterrizó justo en su pecho, manchando su elegante traje.

Jeremy la miró, incrédulo. "¿En serio, Evangeline? ¡Esto es ridículo!"

"No más ridículo que tú arruinando mi vestido," replicó Evangeline, sin intención de retroceder.

Lo que empezó como un simple intercambio de comida pronto se convirtió en una pelea caótica. Jeremy, sin quedarse atrás, tomó un puñado de ensalada y se lo lanzó a Evangeline. Ella esquivó parcialmente, pero un poco de lechuga terminó en su cabello. Decidida a no quedarse atrás, Evangeline agarró un cuenco de puré de papas y lo lanzó hacia Jeremy, quien intentó protegerse con una bandeja de metal.

El ruido atrajo la atención de todos en la sala, y en cuestión de segundos, los empleados se agolparon alrededor del buffet, mirando con asombro y diversión la escena que se desarrollaba ante sus ojos.

"¡Esto se acabó!" gritó Jeremy, agarrando un cuenco de guacamole y lanzándolo hacia Evangeline. Ella intentó esquivarlo, pero terminó tropezando con una bandeja y cayó directamente sobre la mesa del buffet, llevándose consigo varios platos y cubiertos. Jeremy, en su intento de ayudarla a levantarse, también perdió el equilibrio y terminó cayendo a su lado.

La mesa cedió bajo su peso, y en un momento caótico, ambos quedaron empapados en salsa, guacamole y otros restos de comida. La sala estalló en risas y murmullos, mientras todos observaban el espectáculo.

Evangeline, con el cabello lleno de salsa y el vestido arruinado, intentó levantarse con dignidad. Jeremy, igualmente cubierto de comida, hizo lo mismo. Se miraron con una mezcla de ira y rencor, conscientes de que habían creado un espectáculo inolvidable.

"Esto es guerra, Imbécil," murmuró Evangeline, sus ojos chispeando de determinación.

Jeremy, sin perder la compostura, respondió con una sonrisa desafiante. "Que así sea, Bruja."

Roberto Evans, que había observado todo desde una distancia prudente, decidió intervenir antes de que las cosas se salieran aún más de control. "¡Basta, los dos! Esto es una fiesta, no una batalla campal. ¿Podemos comportarnos como adultos?"

Evangeline y Jeremy, aunque avergonzados, asintieron y se separaron, cada uno tratando de limpiar la comida de su ropa lo mejor que podían.

"Lo siento, señor Evans," dijo Evangeline, tratando de recuperar su dignidad. "Fue un accidente... que se salió de control."

Roberto suspiró, pero había una nota de humor en sus ojos. "Está bien, Evangeline. Solo traten de no convertir cada evento en una escena de una película de guerra."

"Lo intentaré," respondió Evangeline, aunque sabía que con Jeremy cerca, siempre sería un desafío.

La fiesta continuó, pero Evangeline y Jeremy decidieron mantenerse alejados el uno del otro por el resto de la noche. A pesar del incidente, Evangeline no podía evitar sentir una extraña mezcla de humillación y exaltación. Ese idiota se las pagaría todas.

Mientras se dirigía al baño para intentar limpiar su vestido, Evangeline se encontró con Laura, quien no podía contener la risa.

"¿Qué pasó allí, Evie? Parecía una batalla," dijo Laura, todavía riendo.

Evangeline suspiró, mirando su reflejo en el espejo. "Jeremy pasó. Es un idiota, eso es lo que pasó."

"Bueno, al menos mantuviste las cosas interesantes," respondió Laura, entregándole una toalla.

Evangeline no pudo evitar reírse también. "Supongo que sí. Pero ahora, más que nunca, estoy decidida a ganar esta competencia."

"Y lo haremos," aseguró Laura. "Somos un gran equipo, y nadie puede detenernos."

Mientras las dos amigas intentaban arreglar el desastre en el baño, Evangeline sintió que su determinación se fortalecía. Sabía que el camino por delante sería duro, pero también sabía que estaba lista para cualquier cosa. Jeremy había declarado la guerra, y ella estaba más que preparada para enfrentarlo.

La competencia no había hecho más que empezar, y Evangeline estaba decidida a salir victoriosa. Con su equipo a su lado y su voluntad inquebrantable, estaba lista para cualquier desafío que se presentara.

Al final de la noche, mientras dejaba la fiesta y se dirigía a casa, Evangeline reflexionó sobre lo que había ocurrido. Aunque la situación había sido embarazosa, también había sido una oportunidad para demostrar su determinación y fuerza. No había nada que la empujara mas que demostrar a un imbécil de que estaba hecha.

Con una sonrisa en los labios y la mente llena de ideas, Evangeline se preparó para el siguiente día, sabiendo que la verdadera batalla apenas había comenzado. Y con cada paso, estaba más cerca de alcanzar su objetivo y demostrar que tenía lo necesario para ser la mejor.

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