¿Que les espera en ese viaje a los dos? Gracias por leer, chicuelas, recuerden comentar, reseñar y dar like.
Capitulo 9: "Esposos"Un jet privado los esperaba en el hangar. Giulia había empacado lo suficiente para tres días. Dios, tres días. Ares se encargó de todo y minutos más tarde, despegaron.Durante todo el trayecto que se les permitió quitarse los cinturones de seguridad, Ares le mostró a Giulia con quienes harían negocios, desde nombres hasta cuantos millones valía cada uno de ellos. Su trabajo básicamente era apoyarlo en lo que hiciera falta, y mostrarse amable.Giulia agradeció que, lejos de la tensión que emanaba del otro, la situación se mantuviese profesional.Al llegar, un auto enviado por los jeques los esperaba.— No te sorprendas por la ostentosidad de estas personas — le aconsejó Ares, mirando la pantalla de su computador, mientras Giulia miraba por su ventana como el auto serpenteaba la ciudad.Al llegar, fueron recibidos personalmente por el jeque y su esposa. La bienvenida fue bastante amena y trivial, hasta que el jeque y Ares acordaron que era la hora de hablar de nego
Capitulo 10: "Quédate, por favor"Fue un beso hambriento, cargado de pasión y deseo. Era como si hubiesen estado esperando por ese momento durante décadas.Él la invadió con su lengua y ella se dejó hacer entera, siguiéndole el ritmo. No hubo delicadeza en tal acto. Ninguno de los dos la buscaba.Sin darse cuenta, tropezaron con las patas de una mesa. Estaban moviéndose por la habitación, y no fue hasta que llegaron a la cama cuando se dieron cuenta de ello.Giulia fue entonces más consciente de lo que pasaba, y se separó buscando el aire, mirándolo directo a los ojos.Ares correspondió a ese encuentro, y pasó un trago. Los dos sabían el peligroso límite que estaban cruzando. Por supuesto que lo sabían.— Ares… — musitó Giulia, sin poder articular una frase correcta, así que fue él quien lo hizo por ella.— No es correcto, lo sé.Ella asintió.— Creo que… deberías irte.— No puedo. Si duermo en otra habitación quedaremos como unos mentirosos.Giulia jugó con sus dedos.— Eso es lo que
Capitulo 11: "Ares de preocupa por la salud de Giulia"Ares despertó gracias a los tímidos rayos de sol que entraban por la ventana y daban luz a su rostro. Despacio, abrió los ojos. Su primer pensamiento fue Giulia. Ella no estaba en la cama. Tampoco en la habitación.Se incorporó al escuchar el rumor de unas voces. Provenían del jardín. Ella estaba allí, sentada junto al matrimonio árabe.Rápidamente, Ares vio el reloj. Eran más de las siete. Se cambió rápido de ropa y bajó al encuentro.— ¡Ares! — saludó el jeque con entusiasmo— Lo lamento, me quedé dormido — cosa que no era habitual en él, sin embargo, hace muchísimos años no descansaba como esa noche.— No te preocupes, después de hablar con tu esposa. Creo que es hora de que firmemos ese contrato.Ares alzó las cejas y miró a Giulia.— Muchacho, tienes a una mujer excepcional a tu lado. Como ellas no hay muchas, y como mi Sahi tampoco — todos rieron por el comentario — ¿Por qué no nos sentamos a darle realidad a esto?— Por sup
Capitulo 11: "Ares es indiferente con Giulia"Ares se incorporó en cuanto vio a su padre allí.— Padre — saludó en tono serio, casi sin mirarlo a la cara. Y es que, después de lo que había estado pasando entre Giulia y él, se sentía un mald¡to traidor.Fausto miró a Giulia que dormía y luego miró a su hijo.— ¿Está todo bien?— Sí, tuve que traer a Giulia a la habitación. Se enfermó en el desierto.— ¿Pero está bien? ¿La llevaste al médico? ¿Qué te dijeron? — preguntó, preocupado por esa muchacha, y se acercó a ella para inspeccionarla.— Sí, por suerte no hay de qué preocuparse.En eso, Giulia despertó de a poco.— Giulia, ¿cómo te sientes? — Fausto tomó su mano.— ¿Fausto?— Sí, soy yo. Estás en casa ya.Ares observó el intercambio de palabras entre su padre y Giulia y un sentimiento extraño lo invadió. No supo cómo o por qué, pero los celos lo invadieron.No debería.No debía sentir eso.Salió de la habitación sin decir una palabra o siquiera sin ser notado, o al menos eso era lo q
— ¿Ca…sarme? — preguntó Gala después de la lectura del testamento. Acababa de enterrar a sus padres y hermana mayor hace menos de veinticuatro horas y no había dormido lo suficiente, así que por la falta de lucidez, le fue fácil suponer que había escuchado mal.El hombre detrás del escritorio, con la mirada todo el tiempo gacha, repitió la cláusula para que no quedaran dudas, pero Gala negó, desconcertada.No, era una locura.¿Por qué razón sus padres la obligarían a casarse? No tenía sentido.— … y de no cumplir con dicho mandamiento, todo pasará a manos de su tía paterna, Beatriz de Lima.Gala giró la cabeza y miró a su tía con el ceño fruncido. Fue una sonrisa siniestra lo que la hizo volver la vista al hombre, y con voz dudosa, respondió.— De acuerdo, lo haré. ¿Cómo contacto a este hombre con el que… debo casarme?— No se preocupe, solo deberá presentarse en el registro civil a una hora estipulada. La señora de Lima la guiará en todo.— No necesito de ella.— Su padre así lo esti
La ceremonia se llevó a cabo de forma rápida y casi fría, y aunque Gala todo el tiempo mantuvo una sonrisa y su dulce optimismo, no sería hasta después de dar el “sí, quiero”, cuando descubriría su nueva realidad. Cruda y devastadora.Por supuesto, antes de firmar su destino, Gala tuvo preguntas, como de dónde se conocían él y sus padres, pero, ninguna de ellas fue respondida, a excepción de un “no tengo tiempo para tus preguntas. Continuamos o lo dejamos aquí. Tú tienes más que perder” de su parte. Por lo que Gala se vio en la obligación de asentir y unir su vida en matrimonio al hombre que estaría por conocer.— ¿Tienes tu equipaje contigo? — fue lo primero que le preguntó Ramsés a Gala luego de haberse convertido en marido y mujer. Ni siquiera hubo beso, lo que abochornó ante a todos a la pobre Gala.Con voz dulce, ella respondió:— No, no sabía que…— ¿Que qué? ¿Qué después de convertirte en la esposa de alguien te irías a vivir con él? — se burló Ramsés de forma cínica, y la cort
Tras recobrar el aliento, Gala bajó del auto, observando con asombro y confusión todo lo que había a su alrededor. Hectáreas tras hectáreas de verde le dieron la bienvenida. También el olor a flores frescas y tierra húmeda. Parpadeó dando un amplio recorrido con su mirada.— ¿Tú… vives aquí? — preguntó la joven, atontada.— Sí, y es donde lo harás tú también a partir de ahora. ¿Por qué? ¿Te desagrada la vida en el campo? — quiso saber con arrogancia y fastidio. No le sorprendería en lo absoluto su rechazo por aquel lugar. A Giulia tampoco le gustaba la vida en aquellas tierras, y cuando lo dejó, no desaprovechó la oportunidad para confesarle en su cara que repudiaba todo de aquel lugar. Desde el olor a pasto hasta el merodear de los bichos.Pero, para su completa sorpresa, la respuesta de Gala fue todo lo contrario.— No, de hecho, es… un lugar hermoso. Creo que va a gustarme la vida aquí.Ramsés la miró contrariado.— ¿Qué?— Sí, bueno, jamás he estado en un lugar como este, pero me
Gala se quedó lívida por largos segundos.— ¿Qué? — consiguió preguntar, atándose la bata y abrazándose a sí misma.— Te dije largo, vamos, fuera de esta habitación. ¡Salte! — y señaló la puerta.Gala ahogó un jadeo y negó con la cabeza, desconcertada, llorosa.— ¡Pero…!— ¿Es que no me escuchaste? ¡FUERA! ¡LARGO! — gritó el brasileño, fuera de sí.Para ese punto, Gala intentó alcanzar su maleta, buscando desesperada y con manos temblorosas algo con lo que cubrirse, pero sin pensarlo y rebasado por el resentimiento, Ramsés la tomó del brazo y la sacó de la habitación sin pensar en las consecuencias, no fue hasta después de largos segundos e inhalaciones profundas cuando reaccionó.— ¡Carajo! — gruñó, ¿qué había hecho? Estaba semi desnuda y… ¡Idiota! ¡Mil veces idiota!Salió a buscarla. No había sido su intención. No de esa forma, pues a final de cuentas, sea cual sean sus planes de venganza, ella seguía siendo su esposa y nadie más que él, tenía el derecho de verla con poca ropa.Abri