Ay, que capitulo con estas emociones que a mi me encantan!!!! Gracias por leer. Recuerden comentar, reseñar y dejar muchos likes para mas.
— ¿Qué la tiene sonriendo de esa forma? — le preguntó María a Gala, en la cocina, a primera hora de la mañana siguiente.— ¿A mí…? — contestó la muchacha, sonrojada.— Sí, jovencita, a ti. Anoche parecías un alma en pena y hoy… luces distinta.— No es nada, cosas tuyas, Marías. Por cierto, ¿has visto a mi nana? Desde ayer que no sé de ella y estoy preocupada. Me dijiste que fue al pueblo, ¿verdad?— Sí, pero según el peón que la llevó… no ha vuelto, tampoco ha querido darle razones.— No entiendo, ella… — de repente, antes de que pudiera decir algo, se escucharon gritos desde afuera de la casa. Todo el mundo alzó la cabeza, murmurando, pero nadie se atrevió a moverse de su sitio, excepto ella — ¿Qué es eso, María? ¿Quién grita de esa forma?María se asomó rápido por la ventaja y con un gesto de resignación exhaló.— No es nada, no te preocupes.— Pero están gritando. Parece como si… estuviesen matando a alguien — angustiada, se acercó a la ventana, y descubrió rápido que era lo que est
— ¿Estás bien? — al ver que habían conseguido atrapar a ese ladronzuelo, bajó la mirada y tomó las manos de su joven y delicada esposa, examinándola — ¡Ese animal! — se refirió al muchacho con enojo y desprecio.— Estoy bien, pero por favor no le hagas nada. ¡Te lo ruego!— ¡Deja de preocuparte por él! — le pidió, histérico. ¿Es que no se daba cuenta de que quien importaba ahí era ella? — Déjame ver eso, quién sabe qué tipo de enfermedades tenga y te pueda contagiar.— No es un perro con rabia, por Dios, es un inocente…— ¡Un inocente jamás te hubiese hecho esto!— ¡Pero…!— Ni una palabra más, por favor — le rogó, seriamente preocupado por esa mordedura. Entonces miró a sus trabajadores —. Llévenlo a los establos y me esperan allí. Que no se les escape o las consecuencias las pagarán ustedes.Dejando dicho eso, tomó la delicada mano de su mano, y sin pensar en nada, la entrelazó a la suya, llevándola consigo, ajeno a las miradas de sorpresa de las sirvientas, y la tierna sonrisa de Ma
— ¿Ca…sarme? — preguntó Gala después de la lectura del testamento. Acababa de enterrar a sus padres y hermana mayor hace menos de veinticuatro horas y no había dormido lo suficiente, así que por la falta de lucidez, le fue fácil suponer que había escuchado mal.El hombre detrás del escritorio, con la mirada todo el tiempo gacha, repitió la cláusula para que no quedaran dudas, pero Gala negó, desconcertada.No, era una locura.¿Por qué razón sus padres la obligarían a casarse? No tenía sentido.— … y de no cumplir con dicho mandamiento, todo pasará a manos de su tía paterna, Beatriz de Lima.Gala giró la cabeza y miró a su tía con el ceño fruncido. Fue una sonrisa siniestra lo que la hizo volver la vista al hombre, y con voz dudosa, respondió.— De acuerdo, lo haré. ¿Cómo contacto a este hombre con el que… debo casarme?— No se preocupe, solo deberá presentarse en el registro civil a una hora estipulada. La señora de Lima la guiará en todo.— No necesito de ella.— Su padre así lo esti
La ceremonia se llevó a cabo de forma rápida y casi fría, y aunque Gala todo el tiempo mantuvo una sonrisa y su dulce optimismo, no sería hasta después de dar el “sí, quiero”, cuando descubriría su nueva realidad. Cruda y devastadora.Por supuesto, antes de firmar su destino, Gala tuvo preguntas, como de dónde se conocían él y sus padres, pero, ninguna de ellas fue respondida, a excepción de un “no tengo tiempo para tus preguntas. Continuamos o lo dejamos aquí. Tú tienes más que perder” de su parte. Por lo que Gala se vio en la obligación de asentir y unir su vida en matrimonio al hombre que estaría por conocer.— ¿Tienes tu equipaje contigo? — fue lo primero que le preguntó Ramsés a Gala luego de haberse convertido en marido y mujer. Ni siquiera hubo beso, lo que abochornó ante a todos a la pobre Gala.Con voz dulce, ella respondió:— No, no sabía que…— ¿Que qué? ¿Qué después de convertirte en la esposa de alguien te irías a vivir con él? — se burló Ramsés de forma cínica, y la cort
Tras recobrar el aliento, Gala bajó del auto, observando con asombro y confusión todo lo que había a su alrededor. Hectáreas tras hectáreas de verde le dieron la bienvenida. También el olor a flores frescas y tierra húmeda. Parpadeó dando un amplio recorrido con su mirada.— ¿Tú… vives aquí? — preguntó la joven, atontada.— Sí, y es donde lo harás tú también a partir de ahora. ¿Por qué? ¿Te desagrada la vida en el campo? — quiso saber con arrogancia y fastidio. No le sorprendería en lo absoluto su rechazo por aquel lugar. A Giulia tampoco le gustaba la vida en aquellas tierras, y cuando lo dejó, no desaprovechó la oportunidad para confesarle en su cara que repudiaba todo de aquel lugar. Desde el olor a pasto hasta el merodear de los bichos.Pero, para su completa sorpresa, la respuesta de Gala fue todo lo contrario.— No, de hecho, es… un lugar hermoso. Creo que va a gustarme la vida aquí.Ramsés la miró contrariado.— ¿Qué?— Sí, bueno, jamás he estado en un lugar como este, pero me
Gala se quedó lívida por largos segundos.— ¿Qué? — consiguió preguntar, atándose la bata y abrazándose a sí misma.— Te dije largo, vamos, fuera de esta habitación. ¡Salte! — y señaló la puerta.Gala ahogó un jadeo y negó con la cabeza, desconcertada, llorosa.— ¡Pero…!— ¿Es que no me escuchaste? ¡FUERA! ¡LARGO! — gritó el brasileño, fuera de sí.Para ese punto, Gala intentó alcanzar su maleta, buscando desesperada y con manos temblorosas algo con lo que cubrirse, pero sin pensarlo y rebasado por el resentimiento, Ramsés la tomó del brazo y la sacó de la habitación sin pensar en las consecuencias, no fue hasta después de largos segundos e inhalaciones profundas cuando reaccionó.— ¡Carajo! — gruñó, ¿qué había hecho? Estaba semi desnuda y… ¡Idiota! ¡Mil veces idiota!Salió a buscarla. No había sido su intención. No de esa forma, pues a final de cuentas, sea cual sean sus planes de venganza, ella seguía siendo su esposa y nadie más que él, tenía el derecho de verla con poca ropa.Abri
— ¡¿Qué diablos quieres decir con que mi esposa no está en la hacienda?! ¡Habla ya! — exigió el brasileño con vehemencia, incorporándose fuera de su silla.— Patrón, no lo sé, uno de los peones me dijo que la vio cabalgar quién sabe a dónde. No parecía muy… — bajó la mirada.Ramsés entornó los ojos.— ¿Muy qué? ¡Termina de hablar con un demonio!— No parecía saber muy bien lo que hacía ni a dónde iba. La verdad es que… le ensillaron al caballo más agresivo, patrón. ¡Le ensillaron a la morena!— ¡¿Qué carajos?!Sin esperar a nada, Ramsés le dio la vuelta al escritorio y salió de su despacho, sin atender el llamado de nada ni de nadie. Continuó y no se detuvo hasta llegar a los establos.— ¡Felipe! ¡Felipe! — llamó al seguramente culpable de todo aquello.El hombre joven salió con los ojos bien abiertos.— ¡Patrón!— ¡¿Qué fue lo que hiciste?!— ¿De qué habla, patrón? ¡No le entiendo!— ¡De mi esposa! ¡De mi jodida esposa! ¡De eso hablo! ¿En dónde está?— Yo, bueno, yo… no lo sé, patrón.
Cabalgó en contra de la tempestad y no se detuvo hasta que la morena lo hizo en un sendero bastante alejando de la hacienda. — ¿Es aquí, morena? — le preguntó al animal como si este fuese a responderle, pero estaba seguro de que no lo habría llevado allí por nada, así que, sin esperar más, le acarició el pelaje y entró a las profundidades de aquellos matorrales. — ¡Gala! — comenzó a llamar. Para esa hora todo se encontraba a oscuras y verla entre las ramas y el agua sería completamente difícil. Hasta que un mechón de cabello brillante llamó su atención entre un charco de agua. Entornó los ojos, tratando de darle forma a aquel rostro que de pronto lo dejó helado. — ¡Gala! — gritó y corrió hasta ella, arrodillándose sobre un pozo de charco y tomando el débil y pálido rostro de su esposa entre sus manos. Tiró de ella contra su cuerpo. Temblaba y estaba completamente entumida de pies a cabeza — ¡Dios, no! — pensó, preocupado, asustado, enojado. ¡¿Cómo se le había ocurrido hacer semejan