No recuerdo a cuál de las sustancias químicas que produce mi cuerpo debo agradecer, si a las endorfinas o a la oxitocina, pero la sensación de satisfacción y plenitud que invade mi cuerpo en este momento, no la experimentaba hace muchos años y sí que la extrañé.
Salgo dando saltitos y repartiendo sonrisas a todo el que se cruza en mi camino, para luego ingresar al vehículo de seguridad que me esperó toda la noche.
—¿Así de bueno fue? —pregunta Roberto mientras me escudriña con esa mirada de halcón en la que tanto confío.
Con él no necesito aparentar nada, así que dejo que mi verdadera sonrisa asome mientras estiro los brazos en la parte de atrás del vehículo.
—Maravilloso, no existe otra forma de describirlo —mi respuesta hace que el ceño de Roberto se junte, demostrando el nivel de entendimiento al peso que tienen mis palabras.
—Entonces me prepararé para lo que viene —esa respuesta sobra, pues si de algo estoy segura es de su incondicionalidad y habilidad para hacer siempre lo que necesito.
Vinculo mi lista de reproducción al sonido del auto y me meto en mi burbuja imaginaria apenas comienza a sonar "I'm good" de David Guetta; cierro los ojos y mi cuerpo se empieza a mover sintiendo el ritmo de la música. Cuando estamos a mitad de camino el sonido de la alarma de movimiento instalada en mi apartamento se dispara, haciendo que mi burbuja estalle.
—Como usted lo predijo —afirma Roberto pasándome la tableta, para que pueda observar al hombre cómodamente sentado en mi fino sofá rinconero de terciopelo verde —¿Quiere que la acompañe?
—Claro que sí —contesto con seguridad —necesito que se grave el rostro de mi hombre de confianza, además si todo sale como quiero, vas a tener que entenderte con su personal muy seguido.
Diez minutos después, estamos aparcando en la entrada de mi edificio.
—¿Qué tal tu noche? —fue el saludo que acompaña la sonrisa del señor Richard Brown.
—Hasta ahora vuelvo a mi apartamento ¿Eso te da una pista? —ensancho mi sonrisa mientras deposito las llaves en un cuento ubicado en el mueble de la entrada y dejo mis zapatos en una esquina.
—Me dice más esa sonrisa y tu aura de satisfacción —luego reclina su cuerpo para el frente y apoya los codos sobre sus piernas mientras me mira —no estás sorprendida por encontrarme aquí — su mirada por primera vez se posa en Roberto e inmediatamente vuelve a mí.
—¿Te ofrezco algo de tomar? —pregunto mientras sirvo un vaso con agua para mí y le hago un gesto a Roberto para que entienda que la pregunta también va para él.
Los dos hombres niegan mediante un gesto con la cabeza, así que me siento muy informalmente en la otra ala del sofá abrazando uno de los cojines, mientras Roberto permanece impávido recostado contra la isla de la cocina.
—Sabía que su visita sería una posibilidad —contesto sosteniendo su mirada —así como también supuse que me investigaría.
La mirada inexpresiva del hombre en este momento, distaba mucho a la de la noche anterior,
—Roberto, en el apartamento de la derecha encontrarás a Michael, habla con él para cuadrar la seguridad de la señorita Lorena por lo que resta del fin de semana —ordena clavando sus ojos en él.
La mirada de Roberto se posa en mí y solo se mueve cuando le doy un gesto de autorización.
—Tu mano derecha tiene huevos grandes, es valiente —comenta una vez que Roberto sale del apartamento —al igual que tú.
—Gracias —mi respuesta hace que el hombre me regale una pequeña sonrisa, tras la cual continúa hablando.
—¿Por qué la hija de un hombre tan importante como don Darío Rajoy decidió tomar este camino?
—¿Por qué no? ¿Acaso no puedo? —digo altaneramente.
—Responde mi pregunta y no tires tan fuerte de la cuerda porque se puede romper —su mirada se clava en la mía, haciendo que un escalofrío recorra mi columna y por primera vez perciba la peligrosidad y volatilidad del hombre en mi sala.
Esto es malo, desde esta mañana mi antiguo yo está casi a flor de piel y está disfrutando este peligroso momento también, así que agacho mi cabeza como último recurso tratando de esconder mi expresión. Puedo sentir como un hilo invisible empieza a halar de la comisura de mis labios, amenazando con subir para mostrar mi verdadera cara a este hombre... y se asoma, al menos de manera parcial.
—Porque a lo que más temo es a la normalidad —aún con la cabeza gacha mi mirada busca la suya y le ofrezco una sonrisa ladiada —porque las rutinas me hacen querer morir y estoy segura que el riesgo que esto representa me hará sentir viva —mis ojos se abren cada vez más y la mirada del hombre evoluciona de neutra a incrédula y de ahí a una de asombro —porque soy ambiciosa y quiero tener lo mejor de lo que me pueda ofrecer el mundo.
Tras un pequeño momento en el cual el hombre agacha su cabeza y cierra los ojos, por fin decide romper el silencio y ahora soy yo la sorprendida, pues de alguna extraña y retorcida forma es como ver mi reflejo en un espejo. Cuando me vuelve a mirar reconozco el brillo en sus ojos, la extraña forma en que sus labios se curvan para mostrar una sonrisa y el ángulo de inclinación de su cabeza.
El hombre es tan peculiar como yo.
—No tienes idea de cuanto nos vamos a divertir y de cuantas formas cariño —se levanta del mueble y me mira de manera confiada —empezamos ahora mismo, así que alista algunas cosas para clima caliente y te espero abajo —dirige sus pasos hacia la puerta de salida desde dónde me dice —es bueno relajarse antes de iniciar a trabajar.
Amortiguo mi grito de júbilo hundiendo mi rostro en el cojín que estaba sobre mi regazo, lo cual divierte al hombre y hace que su mirada me recorra una última vez antes de salir.
—El sexo contigo debe fabuloso, es una lástima que no te hubiera conocido de verdad antes.
—No sé si hubieras podido convencerme para eso —respondo adoptando su mismo juego con la mirada, lo cual hace que el hombre suelte una fuerte risotada.
—Nena, no tienes idea lo creativo y persuasivo que puedo llegar a ser si algo me interesa —y desaparece tras la puerta.
El día es perfecto, encuentro a mi hombre y logro entrar en el negocio que buscaba, creo que debo aprovechar esta racha, así que compraré un boleto de la lotería... uno nunca sabe.
¿Qué debe empacar una mujer para un fin de semana en clima caliente? Muy fácil... todo lo que pueda y sea bonito, eso quiere decir que siempre quedarán cosas importantes por empacar.Aun así, lo mínimo deben ser tres vestidos de baño con sus respectivas salidas, gafas de sol, bloqueador y bronceado, un vestido corto y holgado para salir a bailar si se presta la oportunidad y como voy completamente a ciegas sobre a donde vamos un par de pintas muy cómodas.—¿Estás planeando enamorarme o algo así? —le digo a Richard apenas descendimos de su jet privado en una lujosa finca de recreo.—No inventes —me contesta restando importancia a mis palabras —eres una mujer que se crio entre lujos, no creo que puedas ser conquistada a punta de cosas materiales —luego de manera burlona continúa —tus papitos debieron regalarte alguna vez un poni de cumpleaños o algo por el estilo.Ahora soy consciente de como suena eso, pero aún en mi mente, Rayito fue y seguirá siendo el mejor regalo que he recibido. E
Permanezco estática por unos segundos, asimilando lo que acaba de pasar; entendí, que un hombre especialmente poderoso y peligroso, está desarrollando un interés especial en mí y lo más interesante de todo es, que fue capaz de hacer que me mojara como si fuera una adolescente, sin siquiera tocarme.No soy ilusa, no creo que el hombre tenga un interés romántico hacia mí, quizás está igual que yo, tentado por la locura, me tiene curiosidad en más de un sentido, le intriga como pienso, pero sobre todo, quiere sentir lo que es tener sexo conmigo cuando realmente deseo a un hombre.La mirada de Oliver finalmente se encuentra con la mía y sus labios van tomando la forma de una sonrisa encantadora a medida que se acerca. Su atuendo es mucho más relajado que el de ayer, viste un pantalón de material suave y una camisa de botones blanca a medio apuntar.- Me arreglé expresamente para ti - afirma después de casi quitarme el aliento con un beso - ¿Acaso no merece un hombre unas palabras bonitas
No soy muy creyente en materia religiosa, pero en ese preciso momento, no imaginan la cantidad de promesas que hice a la virgen y a cuanto santo pude recordar. El hombre apesta a alcohol y puedo sentir su aliento prácticamente en mi rostro mientras hala de mi cabello; aprieto los ojos y contengo el aliento derrotada ante la avasalladora diferencia en fuerza física que tenemos.Por primera vez en mi vida me siento impotente por ser mujer, odio mi debilidad física y saber que no existe forma en que pueda mejorar eso, así que mi deseo de poder y respeto se afianza en sobremanera, nunca volveré a estar en esta situación, encontraré la forma de cobrarle esta ofensa a este desgraciado, Roberto no estará maniatado nunca más en este tipo de reuniones para hacer su trabajo.Un sonido suave y parecido al de un engranaje se escucha muy cerca a nosotros y los movimientos del hombre cesan en su totalidad. Lentamente abro mis ojos y puedo ver al tal Roy apuntando con un arma a la cabeza a mi atacan
En mi mente ya existe un plan de acción, sé que el sujeto no se puede levantar, pero gritar si y aunque el resto de personas no lo escucharía yo si y eso no me dejaría disfrutar el baño, así que, decido buscar la forma de amordazarlo, antes de que se despierte.Profesional no se ve mi trabajo, debo confesarlo, pero me siento más que satisfecha para ser mi primera vez, así que decido tomarle unas cuantas fotos al tipo, para que me queden como evidencia, pues obviamente no puedo dejarlo así eternamente.Mi habitación es mucho mejor que la de Oliver, sobre todo, agradezco la existencia de esa tina gigante que me está ayudando a relajarme, así que una vez que vuelvo a vestirme, salgo de la habitación con la esperanza de que Richard ya hubiera terminado con su faena; no es necesario tocar la puerta ni que la abran, para darme cuenta, de que el hombre sigue ocupado y que preciso, llegué en la mejor parte, pues la voz potente de la mujer me hace saber muy claramente cada vez que se viene y c
—Impresionante —dice Richard entrando a mi habitación y recorriendo con la mirada las cuerdas que atan al hombre —debes aprender a hacer nudos decentes, pero no está nada mal para ser tu primera vez —termina su ronda de inspección poniéndose de cuclillas para quedar al nivel de la vista del hombre —sé que tu hombre de confianza te puede enseñar a hacerlos o si quieres lo hago yo.—Gracias por el ofrecimiento, lo pensaré —contesto mientras lo miro con curiosidad, pues aunque sé que me está hablando a mí, su mirada no se despega de los ojos de Pablo.Baja la mordaza permitiendo que el hombre mueva debidamente su quijada y pueda relajarla.—¡Esta loca...! —pero las palabras del hombre se detienen apenas Richard hace una seña que indica silencio y un suave shhh sale de sus labios.—No tienes idea de lo fea que es esa palabra Pablo —lo dice de una manera tan calmada y lo mira tan fríamente que hasta yo siento ese corrientazo de miedo recorriendo mi columna.Es la segunda vez que siento eso
¿Por qué haces eso Lorena? Me regaño mentalmente mientras tomo camino a la habitación de Oliver. Una vez ingreso a la casa y me siento libre de la mirada de todos los curiosos, me dispongo a hacer una pequeña pataleta para tratar de disipar mi frustración. No pienso hacerla delante de Oliver y arriesgarme a que él se de cuenta de mis niñadas, así que ahí, en medio del pasillo zapateo como si fuera una niña chiquita, sacudo mis manos sin control y me hago la que lloro, para al final terminar acuclillada contra una pared con los ojos cerrados y la cabeza entre mis rodillas. ¿Vale la pena tanto riesgo por un poco de emoción? No sé ni por qué me hago esa pregunta cuando sé que la respuesta es sí. Hace mucho no me sentía tan viva, tan Lorena, tan yo. —¿Qué es lo que haces Lorena? —Reconozco la voz de Richard sin necesidad de mirarlo. Puedo sentir que está cerca y eso no es bueno para mí en el estado de excitación en que me encuentro, bueno tal vez sí... ¡Ah! ¡No Lorena! ¡No! Y me doy
¿Qué se responde a eso? ¡Sí! Esa es la respuesta lógica, Oliver escondiendo el negocio actual con Richard, es el hombre perfecto y es literal, el único hombre de los que he elegido, que mis padres aprobarían. Es guapo, trabajador, es soltero, no tiene hijos, sin antecedentes penales y mis padres demorarán en darse cuenta de la existencia de ese gran tatuaje, así que no hay lío, el único problema aquí lo estoy poniendo yo.¿Qué rayos estoy buscando? ¿Qué es lo que realmente quiero? Problemas, no hay otra explicación lógica, no tendría por qué estar sintiendo esta dualidad.Me incorporo en la cama y pongo mis piernas a cada lado de su cadera, iniciando un vaivén lento sobre su cuerpo, con el cual puedo sentir, como despierta ente el roce de mi ropa interior de encaje, esa parte que tanto disfruto de su anatomía, inclino mi tronco hacia el frente y susurro a su oído.—Tienes lo que queda de este fin de semana para convencerme —puedo ver el hambre en su mirada y mi sonrisa se expande, p
Y así de fácil se escapa mi sensación de triunfo. Quiero gritar para desahogarme, pero él podría escucharme y no pienso darle esa satisfacción. Tal vez ser tan prudente con Richard es lo que me tiene en esta extraña situación, así no soy yo, he sido casi una santa desde que lo conozco, aunque el motivo real es que coincidió con haber conocido a Oliver.Tengo un par de espinitas que debo sacarme y me cansé de que me deje con ganas de más (en muchos sentidos), pero debo concederle un punto y es que es verdad que no le he mostrado mi verdadero rostro a Oliver y no pensaba hacerlo, hasta que nuestra relación se solidificara y Richard saliera de la ecuación, pues estoy segura de que sin él cerca no tendré dudas de nada, pero tal parece que debo abandonar esa idea.Tomo mi celular y levanto mis brazos sobre mi cabeza para estirar todos los músculos de mi cuerpo y termino parada en punta de pies, busco mi celular y pongo la música a todo volumen, mientras me dirijo a la nombrada mesa de b