¿Por qué haces eso Lorena? Me regaño mentalmente mientras tomo camino a la habitación de Oliver. Una vez ingreso a la casa y me siento libre de la mirada de todos los curiosos, me dispongo a hacer una pequeña pataleta para tratar de disipar mi frustración. No pienso hacerla delante de Oliver y arriesgarme a que él se de cuenta de mis niñadas, así que ahí, en medio del pasillo zapateo como si fuera una niña chiquita, sacudo mis manos sin control y me hago la que lloro, para al final terminar acuclillada contra una pared con los ojos cerrados y la cabeza entre mis rodillas. ¿Vale la pena tanto riesgo por un poco de emoción? No sé ni por qué me hago esa pregunta cuando sé que la respuesta es sí. Hace mucho no me sentía tan viva, tan Lorena, tan yo. —¿Qué es lo que haces Lorena? —Reconozco la voz de Richard sin necesidad de mirarlo. Puedo sentir que está cerca y eso no es bueno para mí en el estado de excitación en que me encuentro, bueno tal vez sí... ¡Ah! ¡No Lorena! ¡No! Y me doy
¿Qué se responde a eso? ¡Sí! Esa es la respuesta lógica, Oliver escondiendo el negocio actual con Richard, es el hombre perfecto y es literal, el único hombre de los que he elegido, que mis padres aprobarían. Es guapo, trabajador, es soltero, no tiene hijos, sin antecedentes penales y mis padres demorarán en darse cuenta de la existencia de ese gran tatuaje, así que no hay lío, el único problema aquí lo estoy poniendo yo.¿Qué rayos estoy buscando? ¿Qué es lo que realmente quiero? Problemas, no hay otra explicación lógica, no tendría por qué estar sintiendo esta dualidad.Me incorporo en la cama y pongo mis piernas a cada lado de su cadera, iniciando un vaivén lento sobre su cuerpo, con el cual puedo sentir, como despierta ente el roce de mi ropa interior de encaje, esa parte que tanto disfruto de su anatomía, inclino mi tronco hacia el frente y susurro a su oído.—Tienes lo que queda de este fin de semana para convencerme —puedo ver el hambre en su mirada y mi sonrisa se expande, p
Y así de fácil se escapa mi sensación de triunfo. Quiero gritar para desahogarme, pero él podría escucharme y no pienso darle esa satisfacción. Tal vez ser tan prudente con Richard es lo que me tiene en esta extraña situación, así no soy yo, he sido casi una santa desde que lo conozco, aunque el motivo real es que coincidió con haber conocido a Oliver.Tengo un par de espinitas que debo sacarme y me cansé de que me deje con ganas de más (en muchos sentidos), pero debo concederle un punto y es que es verdad que no le he mostrado mi verdadero rostro a Oliver y no pensaba hacerlo, hasta que nuestra relación se solidificara y Richard saliera de la ecuación, pues estoy segura de que sin él cerca no tendré dudas de nada, pero tal parece que debo abandonar esa idea.Tomo mi celular y levanto mis brazos sobre mi cabeza para estirar todos los músculos de mi cuerpo y termino parada en punta de pies, busco mi celular y pongo la música a todo volumen, mientras me dirijo a la nombrada mesa de b
Es cerca de la media noche cuando ingreso a mi apartamento, prendo el aire acondicionado y me lanzo boca abajo en mi cama, pensando en todo lo que ha cambiado mi vida, en tan solo tres días.Oliver debe volver a Oakland, pero cuadramos para vernos en estos días y continuar las cosas dónde las dejamos. Con el problema del robo, aún quedan algunos asuntos que necesitan mi atención urgente y él también debe seguir al pendiente de su negocio, si realmente pretende salvarlo.Se siente algo raro estar interesada en un hombre que indudablemente aprueban mis padres, pero supongo que algo malo debía de tener.Por otro lado mi mente salta a Richard, físicamente es muy normalito, no es el sueño de ninguna mujer, pero tiene su no sé que, en su no sé dónde, ese algo que lo convierte en la manzana prohibida y cuya peligrosidad enciende todas mis alarmas, diciéndome que si cruzo la línea con él, no podré devolverme.La fachada elegida para trabajar por este hombre, es más que adecuada, en apariencia
Agradezco en ese momento que sus brazos sostengan con firmeza mi cuerpo, pues su mirada me grita tantas cosas, que siento tal y como narran en las novelas tontas de romance, que mis piernas pierden fuerza y no me habrían podido sostener.No puedo abandonar su mirada, soy como un cervatillo encandilado con las farolas de un auto, completamente estático, esperando el impacto que posiblemente termine con mi vida.Bajo saliva pesadamente, mientras mi mente se niega a creer todo lo que gritan esos ojos.El sonido de voces a lo lejos, interrumpen el momento y lo veo parpadear volviendo en sí, para recorrer con la vista el pequeño salón de exposición en el que nos encontramos. Una pequeña cámara de seguridad fue testigo del hecho, pero difícilmente los operadores de esas cámaras, habrían podido captar la realidad e intensidad de lo que pasó.—¿Estás bien? —sus palabras son suaves y sus brazos aflojan un poco el agarre.Solo puedo responder con un movimiento lento de cabeza y de manera involu
El lugar es hermoso, me atrevo a decir que aún más que The Ivy. Al salón principal le faltan algunos detalles para poder ser abierto al público, aun así, es más que evidente que será uno de mis lugares favoritos de ahora en adelante.Mis pies agradecen poder estar libres en el suelo y aunque sé, que eso le resta mucha elegancia a mi atuendo, en este momento no me importa.Nos conducen a una mesa en la terraza del lugar, la cual aparentemente, es la única área completamente terminada. Amo recibir la brisa, mirar el cielo, pero sobre todo, el ambiente relajado que crearon para nosotros. —Eres toda una caja de sorpresas —digo una vez que nos acomodamos en la mesa —no creí que tuvieras tan buen gusto en restaurantes.—No suelo venir mucho a estos lugares —responde sincerándose un poco —pero por negocios debo tener contactos y conocer lugares, así que solo cobré un favor pequeño.—No me gustaría deberte un favor —digo tras tomar la copa de champaña en la mano.—No es bueno deber favore
Este efecto ya lo había sentido muchas veces, así que hace años decidí no seguir buscando una explicación racional al fenómeno y solo, me acuesto en posición fetal a la espera de que mágicamente, mi energía suba un poco en la mañana.Música suave suena al fondo, muchas parejas sin rostro danzan de manera monótona en una gran y ostentosa pista de baile y de la nada una figura masculina me toma de la mano y me arrastra a esa pista. Mi vestido es elegante y tan aburrido como el del resto de las mujeres, es largo, acartonado, pesado y agradezco al cielo no tener un espejo al frente, pues estoy segura de que también tengo un peinado alto y pomposo.Luego el paisaje cambia de la nada y estoy en una casa grande con un hermoso piso en mármol y al alcance de mi vista, está el lujoso juego de cubiertos en plata y un sobrio juego de té, tomo una galleta que luce deliciosa, pero no soy capaz de comerla y creo que es culpa del ajustado corsé que llevo puesto.Murmullos llegan a mis oídos y al le
—Quería tener una conversación decente con mi hija que durara más de dos minutos —luego sigue y deja su bolso sobre una de las sillas de la sala —aparentemente esta es la única forma de hacerlo.Aunque su rostro denota tranquilidad, sus palabras son una historia completamente diferente, pues con ella siempre significaban otra cosa. Mis padres han iniciado nuevamente con el tema del matrimonio, con que debo encontrar un buen esposo que me ayude a administrar los negocios de la familia, alguien que me resguarde de los problemas del mundo y me de la felicidad de ser madre. ¿Lindo sueño, verdad? Lástima que no es el mío.—Madre, sabes que no me interesa hablar del tema, no pienso conocer al hijo tonto de alguna amiga o amigo de papá —y me desplomo en mi sofá verde aterciopelado.—Hija, tu padre y yo no nos estamos haciendo más jóvenes —luego toma mi mano para darme una mirada de perro triste —ya tienes veintisiete años, no eres una niña y sabes como funciona el mundo, tu reloj biológic