Estamos ansiosos por terminar lo que iniciamos en aquel rincón oscuro y la discoteca definitivamente no es el lugar para eso. Después de intercambiar teléfonos con mi nuevo mejor amigo, el señor Richard Brown y recibir un guiño de felicitación de su parte, salimos bastante apurados del lugar.
—Vamos a mi apartamento — le digo mientras subimos al vehículo.
—Claro que no — contesta con firmeza mientras me atrae a su cuerpo y hábilmente introduce su mano bajo mi falda —vamos al Beverly Hills Hotel — le dice con voz firme al conductor, quien solo, hecha una mirada rápida por el espejo retrovisor.
—De inmediato, señor — contesta el sujeto, poniendo en marcha el motor.
No tengo tiempo de refutar, pues sus labios, ya están sobre los míos exigiendo atención, mientras una mano excesivamente juguetona, pasea sin correa entre mis muslos y genera estragos mayores en cierta zona especial de mi cuerpo.
Una sonrisa socarrona, baila en sus labios desde que descendimos del vehículo y lo acompaña todo el trayecto hasta el lobby del hotel, allí una chica muy sonriente, le entrega la llave del penthouse, dónde supe más tarde, se está alojando desde el día anterior.
—¿Y esa sonrisa? ¿Tan feliz te tengo? — pregunto mirándolo de reojo, mientras nos dirigimos al ascensor vacío.
Deben ser cerca de las 2:30 am y salvo por unos pocos empleados del hotel, el lugar está prácticamente desierto, así que aunque aquí debemos guardar las apariencias, por aquello del decoro y la decencia, filtramos uno que otro beso y caricia en el trayecto.
El asunto en el ascensor, es completamente diferente, todo el mundo sabe que los ascensores de la zona VIP no tienen cámaras y no es necesario ser un genio, para saber el porqué.
—Algo así — contesta por fin y voy a parar contra uno de los costados del ascensor, sintiendo a mi espalda, como su cuerpo se impone sobre el mío y cierta zona de su anatomía cobra vida mientras se frota contra mi trasero —sonrío de solo imaginar todo lo que estamos a punto de hacer — y aprisiona sin problema con una sola mano las mías sobre mi cabeza, mientras con la otra constata el estado de mi ropa interior y frota estratégicamente sobre esta.
La escena me parece tan malditamente sugestiva, que ya estoy incómoda con el exceso de humedad que se genera en mi zona íntima.
—Más te vale que seas tan buen amante como te estás vendiendo — atino a decir mientras la puerta del elevador se abre y acomodo nuevamente mi vestido en su sitio.
—Ya me lo dirás en un rato — y el brillo de sus ojos, me dice lo seguro que está de sus habilidades.
Una vez cruzamos el umbral, la temperatura del lugar sube drásticamente, mi espalda termina contra la pared, mientras sus labios aprisionan nuevamente los míos y nos enfrascamos en una lucha de poder, por una supremacía que no puede ser definida. Un jadeo escapa de mí, cuando sus labios forman un camino húmedo, que atraviesa mi cuello y se enfrasca en mis senos.
Una de sus manos envuelve mi pierna alrededor de su cadera, haciendo que esa parte especial de su anatomía, entre más en contacto con la mía; mis dedos se enredan en su cabello y ayudan a marcar el compás inicial, hasta que los dos requerimos un cambio de ritmo. Mis brazos rodean su cuello y termino de aprisionar sus caderas entre mis piernas, siendo más que evidente que nuestra ropa está sobrando.
El hombre no se hace de rogar, nos conduce a la cama y puedo sentir parte de su peso sobre mí, sus manos recorren mi cuerpo con la presión necesaria para hacer que mi piel se erice, para luego terminar su recorrido en mi intimidad. Mis manos acarician su espalda y de manera involuntaria muevo mi pelvis, como ayuda a marcar el ritmo que exige mi cuerpo.
En poco tiempo, diferentes sonidos y olores de connotación sexual llenan la habitación, a medida que nuestros cuerpos se perlan. La experiencia es un ataque a mis sentidos, no supe como lo hizo, pero las sensaciones se intensificaron a tal grado que perdí la cuenta de las veces que el orgasmo me asaltó.
Ese hombre es un dios del sexo y mi comentario no tiene nada que ver con su tamaño, el cual es más que respetable, sino con su técnica, sabe perfectamente dónde tocar, cuánta presión hacer, pero sobre todo el ritmo correcto para torturarme y hacer que perdiera la cabeza.
Mi ego no será lastimado esta noche, así que llegado el momento, cabalgo sobre él sin limitación alguna, inspirándome cada vez más, la amalgama de sonidos que este hombre era capaz de producir, para acompañar el choque de nuestros cuerpos sudorosos.
Supongo que mi desempeño también es bueno para él, pues termina tan cansado como yo. Dormimos muchas horas y extrañamente su presencia a mi lado, no me molesta.
Despierto primero y observo su rostro cubierto por la sombra de una barba. Este hombre acaba de lograr una hazaña, hacer que después del sexo no quiera espantarlo.
Mis dedos recorren suavemente el contorno de su rostro y terminan perdiéndose por la línea que atraviesa sus abdominales, regresando a dónde iniciaron el recorrido.
Sus brazos me atrapan nuevamente y me pegan a su pecho.
—Duerme — me dice —a no ser que busques ya una próxima ronda — y pude sentir como hace el amague de reaccionar la parte que tenía pegada a mi trasero.
Sus manos ya estaban posicionadas para masajear mis senos, cuando mi celular suena, pero mi mente está nuevamente concentrada en temas más placenteros, que los que pude ofrecerme esa llamada, así que lo escucho sonar en repetidas ocasiones, hasta que se cansan de marcar.
Ahora el celular que suena es el de Oliver, el cual está al alcance de mi mano, por lo cual pude leer el nombre de Richard Brown en la pantalla. Le entrego de inmediato el aparato y detiene toda acción, para hablar con el hombre.
Es ese instante el espíritu de maldad me invade y no resistí la tentación de hacerle algunas travesuras, durante el tiempo que dura la llamada.
—Maldadosa, el señor Brown nos quiere ver hoy — me informa antes de continuar con la tarea muy comedidamente.
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Debo volver a mi apartamento para arreglarme y estar lista para el paseo de fin de semana que quiere Richard, pero nada impide que en ese momento disfrute del manjar visual que se está vistiendo en frente mío.
Oliver es un hombre en sus treinta años, tiene un cuerpo definido y un gran tatuaje ocupa casi todo su brazo derecho, algo difícil de imaginar cuando lo miré por primera vez con traje formal en la sección de restaurante. Sus hermosos ojos grises están enmarcados tras unas cejas gruesas y tan oscuras como su cabello.
No posee el tipo de belleza que lo convertiría en un modelo de revista, pero tiene esa constitución ósea y el porte que hace que lo mire por dónde lo mire, desprenda masculinidad y fuerza.
Una sonrisa maniaca se apodera de mis labios, cuando mi mente me comunica su decisión.
Yo, Lorena Andrea Rajoy Meritano, decreto que Oliver Taylor, será mí hombre y ahora la intervención de un juez no podrá hacer que me aleje y le ponga límites a mis deseos, al fin de cuentas por este motivo fue que estudie derecho.
—Bombón, te informo que eres mío — y paso por su lado palmeando su trasero —nos vemos en un rato.
No recuerdo a cuál de las sustancias químicas que produce mi cuerpo debo agradecer, si a las endorfinas o a la oxitocina, pero la sensación de satisfacción y plenitud que invade mi cuerpo en este momento, no la experimentaba hace muchos años y sí que la extrañé.Salgo dando saltitos y repartiendo sonrisas a todo el que se cruza en mi camino, para luego ingresar al vehículo de seguridad que me esperó toda la noche.—¿Así de bueno fue? —pregunta Roberto mientras me escudriña con esa mirada de halcón en la que tanto confío.Con él no necesito aparentar nada, así que dejo que mi verdadera sonrisa asome mientras estiro los brazos en la parte de atrás del vehículo.—Maravilloso, no existe otra forma de describirlo —mi respuesta hace que el ceño de Roberto se junte, demostrando el nivel de entendimiento al peso que tienen mis palabras.—Entonces me prepararé para lo que viene —esa respuesta sobra, pues si de algo estoy segura es de su incondicionalidad y habilidad para hacer siempre lo que n
¿Qué debe empacar una mujer para un fin de semana en clima caliente? Muy fácil... todo lo que pueda y sea bonito, eso quiere decir que siempre quedarán cosas importantes por empacar.Aun así, lo mínimo deben ser tres vestidos de baño con sus respectivas salidas, gafas de sol, bloqueador y bronceado, un vestido corto y holgado para salir a bailar si se presta la oportunidad y como voy completamente a ciegas sobre a donde vamos un par de pintas muy cómodas.—¿Estás planeando enamorarme o algo así? —le digo a Richard apenas descendimos de su jet privado en una lujosa finca de recreo.—No inventes —me contesta restando importancia a mis palabras —eres una mujer que se crio entre lujos, no creo que puedas ser conquistada a punta de cosas materiales —luego de manera burlona continúa —tus papitos debieron regalarte alguna vez un poni de cumpleaños o algo por el estilo.Ahora soy consciente de como suena eso, pero aún en mi mente, Rayito fue y seguirá siendo el mejor regalo que he recibido. E
Permanezco estática por unos segundos, asimilando lo que acaba de pasar; entendí, que un hombre especialmente poderoso y peligroso, está desarrollando un interés especial en mí y lo más interesante de todo es, que fue capaz de hacer que me mojara como si fuera una adolescente, sin siquiera tocarme.No soy ilusa, no creo que el hombre tenga un interés romántico hacia mí, quizás está igual que yo, tentado por la locura, me tiene curiosidad en más de un sentido, le intriga como pienso, pero sobre todo, quiere sentir lo que es tener sexo conmigo cuando realmente deseo a un hombre.La mirada de Oliver finalmente se encuentra con la mía y sus labios van tomando la forma de una sonrisa encantadora a medida que se acerca. Su atuendo es mucho más relajado que el de ayer, viste un pantalón de material suave y una camisa de botones blanca a medio apuntar.- Me arreglé expresamente para ti - afirma después de casi quitarme el aliento con un beso - ¿Acaso no merece un hombre unas palabras bonitas
No soy muy creyente en materia religiosa, pero en ese preciso momento, no imaginan la cantidad de promesas que hice a la virgen y a cuanto santo pude recordar. El hombre apesta a alcohol y puedo sentir su aliento prácticamente en mi rostro mientras hala de mi cabello; aprieto los ojos y contengo el aliento derrotada ante la avasalladora diferencia en fuerza física que tenemos.Por primera vez en mi vida me siento impotente por ser mujer, odio mi debilidad física y saber que no existe forma en que pueda mejorar eso, así que mi deseo de poder y respeto se afianza en sobremanera, nunca volveré a estar en esta situación, encontraré la forma de cobrarle esta ofensa a este desgraciado, Roberto no estará maniatado nunca más en este tipo de reuniones para hacer su trabajo.Un sonido suave y parecido al de un engranaje se escucha muy cerca a nosotros y los movimientos del hombre cesan en su totalidad. Lentamente abro mis ojos y puedo ver al tal Roy apuntando con un arma a la cabeza a mi atacan
En mi mente ya existe un plan de acción, sé que el sujeto no se puede levantar, pero gritar si y aunque el resto de personas no lo escucharía yo si y eso no me dejaría disfrutar el baño, así que, decido buscar la forma de amordazarlo, antes de que se despierte.Profesional no se ve mi trabajo, debo confesarlo, pero me siento más que satisfecha para ser mi primera vez, así que decido tomarle unas cuantas fotos al tipo, para que me queden como evidencia, pues obviamente no puedo dejarlo así eternamente.Mi habitación es mucho mejor que la de Oliver, sobre todo, agradezco la existencia de esa tina gigante que me está ayudando a relajarme, así que una vez que vuelvo a vestirme, salgo de la habitación con la esperanza de que Richard ya hubiera terminado con su faena; no es necesario tocar la puerta ni que la abran, para darme cuenta, de que el hombre sigue ocupado y que preciso, llegué en la mejor parte, pues la voz potente de la mujer me hace saber muy claramente cada vez que se viene y c
—Impresionante —dice Richard entrando a mi habitación y recorriendo con la mirada las cuerdas que atan al hombre —debes aprender a hacer nudos decentes, pero no está nada mal para ser tu primera vez —termina su ronda de inspección poniéndose de cuclillas para quedar al nivel de la vista del hombre —sé que tu hombre de confianza te puede enseñar a hacerlos o si quieres lo hago yo.—Gracias por el ofrecimiento, lo pensaré —contesto mientras lo miro con curiosidad, pues aunque sé que me está hablando a mí, su mirada no se despega de los ojos de Pablo.Baja la mordaza permitiendo que el hombre mueva debidamente su quijada y pueda relajarla.—¡Esta loca...! —pero las palabras del hombre se detienen apenas Richard hace una seña que indica silencio y un suave shhh sale de sus labios.—No tienes idea de lo fea que es esa palabra Pablo —lo dice de una manera tan calmada y lo mira tan fríamente que hasta yo siento ese corrientazo de miedo recorriendo mi columna.Es la segunda vez que siento eso
¿Por qué haces eso Lorena? Me regaño mentalmente mientras tomo camino a la habitación de Oliver. Una vez ingreso a la casa y me siento libre de la mirada de todos los curiosos, me dispongo a hacer una pequeña pataleta para tratar de disipar mi frustración. No pienso hacerla delante de Oliver y arriesgarme a que él se de cuenta de mis niñadas, así que ahí, en medio del pasillo zapateo como si fuera una niña chiquita, sacudo mis manos sin control y me hago la que lloro, para al final terminar acuclillada contra una pared con los ojos cerrados y la cabeza entre mis rodillas. ¿Vale la pena tanto riesgo por un poco de emoción? No sé ni por qué me hago esa pregunta cuando sé que la respuesta es sí. Hace mucho no me sentía tan viva, tan Lorena, tan yo. —¿Qué es lo que haces Lorena? —Reconozco la voz de Richard sin necesidad de mirarlo. Puedo sentir que está cerca y eso no es bueno para mí en el estado de excitación en que me encuentro, bueno tal vez sí... ¡Ah! ¡No Lorena! ¡No! Y me doy
¿Qué se responde a eso? ¡Sí! Esa es la respuesta lógica, Oliver escondiendo el negocio actual con Richard, es el hombre perfecto y es literal, el único hombre de los que he elegido, que mis padres aprobarían. Es guapo, trabajador, es soltero, no tiene hijos, sin antecedentes penales y mis padres demorarán en darse cuenta de la existencia de ese gran tatuaje, así que no hay lío, el único problema aquí lo estoy poniendo yo.¿Qué rayos estoy buscando? ¿Qué es lo que realmente quiero? Problemas, no hay otra explicación lógica, no tendría por qué estar sintiendo esta dualidad.Me incorporo en la cama y pongo mis piernas a cada lado de su cadera, iniciando un vaivén lento sobre su cuerpo, con el cual puedo sentir, como despierta ente el roce de mi ropa interior de encaje, esa parte que tanto disfruto de su anatomía, inclino mi tronco hacia el frente y susurro a su oído.—Tienes lo que queda de este fin de semana para convencerme —puedo ver el hambre en su mirada y mi sonrisa se expande, p