CAPÍTULO 38

Me siento cansada, pero creo que el hambre me obliga a despertar. Estiro mi brazo esperando encontrar a Richard a mi lado, pero no está, solo encuentro el colchón frío y las mantas arrugadas.

Paso mis manos sobre mi rostro y me obligo a abrir los ojos. La habitación está casi que totalmente oscura, por lo cual no me es posible calcular la hora, así que tanteo hasta encontrar mi celular y descubrir con sorpresa que es casi medio día.

Dijo que me mostraría algo, no debería haberme dejado dormir tanto. Me arreglo y bajo esperando encontrarlo en alguna parte de la casa, pero en su lugar, veo a una mujer de unos cincuenta años, quien me saluda con una amplia sonrisa y me ofrece algo ligero para comer, mientras termina de preparar el almuerzo.

Su nombre es Consuelo y parece ser que mi ahora señor marido, la trajo para que nos atienda por unos días, pues yo cocino terrible, aparentemente solo puedo hacer el desayuno. No se equivoca, no sé preparar nada más complejo que unos huevos revuel
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