CAPÍTULO 31

El hombre sonríe levemente y me da lo que pido.

—Julieth Cohen, es la hija de los proveedores más grandes que tengo de cebada —su rostro está serio, pero si lo que quiere es usar esa seriedad en mi contra, eso no funcionará en este momento, no en esta situación —No seas extrema, es todo lo que pido.

No la atacaré de frente, mi lección fue muy bien aprendida, así que no repetiré los errores de juventud. No creo que me esté diciendo mentiras, la mujer sí puede ser hija de un proveedor, aun así, la mirada de ella, aun cuando nos vio besarnos, me irrita y algo tengo que hacer para marcar con mayor firmeza mi territorio.

Es una lástima que hace años no cargo chicles en el bolso, así que debo recurrir a un último recurso y es meter mi mano bajo la mesa y disimuladamente arrancar algunos de los que siempre hay pegados. ¿Pensaban que eso no pasaba en lugares finos? Sorpresa, en todos lados pasa, solo que aquí es en menor medida que en otros.

—Pero qué cosas dices corazón —le digo con una
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