La boda de su hermano había sido la pesadilla que imaginó. Katherine, su cuñada, era una chica con un molesto exceso de afabilidad, sonriendo a los invitados y abrazando a desconocidos como si los hubiera tratado de toda la vida. Mientras que su hermano, era el vacilón de su grupo de amigos, inaguantable.—Cuñado, me alegro de que hayas podido asistir —le había dicho Katherine, con un genuino gesto de gratitud en el rostro.—Muchas felicidades —se limitó a responder, aunque su cara no mostró ni una pizca de gozo.Su medio hermano se acercó a él y sin decir alguna palabra le dio un abrazo.—Felicidades —repitió Lison, dándole unos golpecitos en el hombro.Se separaron y los novios fueron a saludar a la demás familia.Por suerte, todo eso ya había terminado. Ahora, como de costumbre, se verían, dos o tres veces en los siguientes eventos “familiares” que quedaran en el año.Esa experiencia le hizo recordar a una persona muy especial. Y aunque se negaba a visitarla, pues, eso haría revivi
Eliot tenía la mirada fija en el televisor. Era todo un amante de las comedias románticas.Dejó escapar un largo suspiro. Entonces, su móvil comenzó a sonar, el tipo lo tomó entre sus manos, imaginó que el gigantón se comunicaría con él; sin embargo, no creyó que lo haría tan rápido.—¿Diga? —Forjes respondió al teléfono, sabiendo quién era la persona que estaba en la otra línea.—¿Dónde está Libia Musso? —Lison no se anduvo con rodeos, su tono de voz era aterrador, quien lo conociera sabría que el tipo estaba en otro nivel de enojo.—¿Quién habla? —se burló Eliot, reprimiendo una carcajada.—No me gusta que se mofen de mí. Así que responde.Forjes se aclaró la garganta, acomodando su cabellera hacia atrás y se levantó de su asiento.—No sé —dijo con una sonrisa en los labios—. No he sabido nada de esa personita desde tu última amenaza.—Algo me dice que mientes. Así que tendré que encontrar la manera de que me digas.Eliot sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal, aun así, si
En solo dos días, Eliot Forjes consiguió poner a todos en contra. La policía investigaba a Tiodor y su fugaz e intensa relación con Libia Musso, que, según lo que los empleados contaban, la fría mirada de aquel extranjero parecía derretirse cuando ella estaba a su lado.Lison accedió a ser entrevistado por la policía. Allí les dijo que si él era la mente maestra del secuestro no tendría razones para cooperar con ellos.—Señor Lison, el portero del condominio de la señorita Musso, nos informó que cierto día, usted salió del lugar sumamente molesto, lo vio tan mal, que fue a ver si Libia estaba bien, cuenta que la encontró en un mar de llanto, diciendo que no le pasó nada. ¿Acaso ese día ella lo dejó y por eso le propinó un golpe?—No —respondió con un gesto estoico.—Qué tipo de relación mantenía con…—La charla terminó. Yo no estaba aquí cuando el crimen se llevó acabo, tengo muchas pruebas de que asistí a la boda de mi hermano en Brasil —dijo, haciendo una seña con el dedo índice par
—¿¡Qué es lo que quieres!?, ¿qué pretendes? —demandó una respuesta.Forjes atinó el siguiente golpe, más fuerte que el anterior, para luego masajear su mano.—¿¡Qué esperas de todo esto!? —preguntó de nuevoTiodor, sin poder zafarse de los tipos que le impedían acercarse a él.—De rodillas, puta. —Él ignoró a Lison, y con una sonrisa torcida, observó como la joven obedecía sus órdenes.—Aquí estoy, Forjes, quieres entretenerte, aquí me tienes. Deja que la estúpida chica se vaya.Libia tiritaba en el suelo, con las mejillas calientes y los ojos vidriosos. Agachó el rostro, y de repente sintió algo sobre su cabeza.—Mi m****a tiene mayor valor que tú —gruñó, para después quitar el pie que tenía encima de ella.—¡Déjala! —exigió Tiodor, forcejeando con aquellos sujetos.Forjes ladeó la cabeza en dirección a Lison.—Eres ridículo, vienes a mí con tu cara de matón, alardeas de ser un hombre duro, insensible y apático, pero la verdad eres un blandengue. —Luego se inclinó hacia Libia, acercó s
¿Ese sería el fin? El zumbido en sus oídos lo hacía escuchar las cosas más lejos de lo que en verdad estaban.—¡Bajen sus armas! —ordenó el comandante, pero nadie parecía estar dispuesto a hacerle caso.Forjes corrió hacia la salida, disparando sin miramientos. Tiodor se levantó del suelo y, recordó haber recibido innumerables heridas de bala en el pasado, así que le restó importancia y se arrastró lo más rápido que pudo hacia Libia. Se puso encima de ella, fungiendo tal escudo humano, y sintió su pecho empapado de sangre. La muchacha se movía inquieta en su lugar.—Tengo mucho frío —susurró con dificultad, las lágrimas se mezclaron con la sangre que le brotaba de las heridas.—Vas a salir de esto —juró Lison.Pero Libia perdió la conciencia. No podía soportar más, entre el dolor del hombro y la hinchazón de su cara. El tiempo parecía detenerse, y a lo lejos Tiodor escuchó una voz conocida que lo llamaba.—Señor —insistió Arturo, repitiendo el nombre de su jefe varias veces—. Los de pr
La habitación estaba sumida en la oscuridad, apenas iluminada por una lámpara tenue en la esquina. El cuerpo de Libia yacía sobre la cama, con el rostro irreconocible, lleno de contusiones. En el cuarto se escuchaba el monitor de signos vitales, mezclado con el sonido rítmico y constante de la ventilación mecánica invasiva, como si fuera un suave suspiro.—Esperemos que todo salga bien —dijo el médico, inexpresivo.—¿Hay posibilidad de que ella vuelva a la normalidad? —preguntó Lucas con el corazón apachurrado, sintiéndose culpable por no estar, cuando Libia más lo necesitaba.—Te repito que es una moneda al aire —contestó poniendo su brazo derecho en el hombro de Simón con familiaridad.—Gracias por tu sinceridad, gracias por no darme falsas esperanzas. —Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, mirando con tristeza la figura magullada sobre el colchón.En otra parte de la ciudad, Natalia Rodríguez lloraba a mares, su rostro pálido e hinchado denotaba dolor. Nunca había tenido
Tiodor miró los mensajes recibidos en su móvil. Por supuesto, los reclamos de Emily estaban en primera fila, negó con la cabeza, no tenía tiempo para preocupaciones llenas de hipocresía.En su mente repasó los momentos más traumáticos que había experimentado. El trabajar como policía militar lo llevó a vivir situaciones de alto riesgo acompañadas de escenarios desoladores. Perdió la cuenta de las veces que tuvo que usar su arma, aunque disparaba a malhechores, simples hombres dispuestos a violar las leyes, dar muerte a una persona siempre le dejaba un sin sabor. En una ocasión, en especial, le arrebató la existencia a un grupo de cuatro jóvenes, en la persecución previa había experimentado una buena dosis de adrenalina, y aquellos individuos abrieron fuego de manera tan vigorosa como impulsiva y no le dejaron otra opción. Al recordar los rostros inertes de los hombres, su semblante se tornó sombrío. Dudó que tuvieran la mayoría de edad. Fue en ese instante que su arma se sintió muy pe
Un par de semanas después, Tiodor se encontraba sumergido en la culpa, «va a mejorar», le habían repetido incontables veces. ¿Era demasiado extraño querer permanecer en su vida? Quizá sí, luego de ver el trato tan íntimo que tenía con Lucas. Cada visita le daba la sensación de ponerse en medio de ellos y, por más que el chico jugara a ser el hombre perfecto, los celos se le notaban a kilómetros.Pese al drama del pasado, ella se mostraba a gusto ante presencia. Siendo la parlanchina de siempre, aun con su pequeño impedimento del habla. No obstante, la lujuria que alguna vez los unió, se esfumó y fue sustituida por la conmiseración.Aun así, no se liberaba de esa necesidad de estar a su lado.Cada día, ella daba avances significativos. Entonces, pasó un mes.*****—Señor Lison —saludó Lucas con hostilidad, a estas alturas, era evidente que no se soportaban el uno al otro.—Señor Simón —respondió con sorna.El más joven puso los ojos en blanco, ambos caminaron por el pasillo hasta llega