Suya por contrato
Suya por contrato
Por: Venus Kozlov
Capítulo 1

•Leonid Kuznetzov•

Le di un sorbo a mi copa de vino y reposé mi espalda en la silla de aquel lujoso restaurante.

Me encontraba en una reunión de negocios importante con dos de mis socios, discutíamos temas de interés mientras esperábamos la comida para poder cenar.

Uno de ellos era el dueño del restaurante, por lo que nos encontrábamos en una de las áreas más alejadas del lugar.

Necesitábamos mucha privacidad para lo que discutíamos, por lo que ese era el sitio perfecto para hacerlo.

Mi secretaria anotaba absolutamente todo en su tablet, mientras que yo escuchaba atentamente todo lo que mis socios tenían para decir.

—Y eso sería todo, si les parece bien, entonces ya está todo dicho —compartí miradas con mi secretaria y al tener su confirmación de que había anotado todo lo que habíamos dicho, asentí.

—Considero que hay puntos por discutir, pero eso ya lo haríamos en la empresa —di mi opinión y ambos estuvieron de acuerdo.

Brindamos por ello y decidimos finalmente pedir algo para comer, se nos había hecho tarde y nos habíamos olvidado de ingerir alimento alguno en medio de la reunión.

Llamamos a un camarero para que nos pudiera atender y vino al instante, anotando en su pequeña libreta todo lo que le decíamos.

Miré el menú con atención y, al decidirme por mi platillo, le entregué la carta y se retiró al instante prometiendo volver en unos segundos.

Todos comenzamos a conversar de temas que no tenían absolutamente nada que ver con los negocios, pues nuestra reunión ya había terminado y no tenía caso seguir haciéndolo.

—Disculpe, jefe —le presté atención a mi secretaria cuando escuché como me llamaba —. Se me acaba de presentar un inconveniente con mi hijo en casa, ¿Existirá la posibilidad de poder retirarme por hoy?

Ella era una mujer algo mayor que había tenido un hijo hace algunos años, según me contó, el niño sufría de problemas respiratorios y tenían que estar muy al pendiente de él porque a veces se le iba la respiración.

Ella trabajaba para poder sacarlo adelante, pues su pareja la había dejado sola y era su madre quien la ayudaba a cuidarlo mientras ella trabajaba en la empresa.

Era muy eficiente en lo que hacía, llegaba siempre temprano, nunca tenía una queja de su parte y todo lo hacía justo como me gustaba.

En pocas palabras, para mí, era la mujer perfecta.

Así que, sin pensarlo, asentí.

La familia era primero.

Era estricto con mis empleados, pero no tanto como para decirles que no en un momento como ese.

No era papá, lo anhelaba con todo mi ser, pero tenía sobrinos que amaba demasiado y pensar en ellos me hizo ponerme en el lugar de esa madre.

—No te preocupes, ve tranquila y tómate el día de mañana libre —dije rápidamente y ella me miró sorprendida —. El chófer te llevará a casa y en tu cuenta depositaré algo de dinero por cualquier cosa que necesites.

—No es necesario, de verdad —dijo apenada y negué.

—Sabes que sí lo es, así que ve y cualquier novedad me llamas, estoy al pendiente —dije entregándole el pañuelo que cargaba en mi saco por las lágrimas que amenazaban con salir de sus mejillas.

Sin saber qué más decir, me agradeció en silencio y se retiró de la mesa despidiéndose también de mis socios, quienes no dijeron nada al respecto hasta que se fue.

—Es una buena mujer, deberías considerar en darle un aumento, Leonid —dijo Misha, el dueño del restaurante y asentí al escucharlo.

Estaba considerando en hacerlo, pero no me había terminado de decidir. Aunque después de ello, seguro que lo haría.

Era una mujer que se ganaba la vida trabajando día y noche, por lo que sin duda se lo merecía.

Salí de mis pensamientos cuando una hermosa mujer con el uniforme del restaurante apareció en mi campo de visión en compañía del primer empleado que nos había atendido minutos antes.

Comenzaron a colocar nuestros platillos al frente y no pude despegar mi mirada de ella.

Era realmente hermosa.

Tenía un cabello rubio natural que, sin duda, era la sensación del lugar a pesar de que lo tenía recogido en un moño elegante.

En ningún momento me miró, lo que me dejó más descolocado de lo normal.

¿Acaso no era atractivo a sus ojos?

Cualquier mujer en su sano juicio lo notaría, era por ello que tenía a miles detrás de mí, pero sin duda ninguna llenaba mis expectativas.

Hasta que apareció ella.

Intenté mirar su nombre en la placa de su uniforme, pero ese espacio se encontraba vacío, lo que me hizo fruncir el ceño.

¿Por qué carajos no tenía nombre en su placa?

Miré sus delicadas manos servir el exquisito vino tinto y quise sentarla en mi regazo para que viera como me había dejado de erecto, porque sí, mi amigo se encontraba más despierto que nunca y parecía que en cualquier momento rompería la tela de mis pantalones.

Apreté mis dientes con fuerza y, sin despegar mi mirada de ella, le di un sorbo a mi copa de vino.

Hasta ese momento ella seguía sin mirarme, parecía estar muy concentrada en lo que hacía que apenas y miraba a nadie.

Lo que me alegró un poco, pues no me gustaría ver como miraba a mis socios y disfrutaba de sus físicos teniéndome a mí frente a ella.

Sé que era algo idiota pensar de esa manera, pero aún así lo hacía y la sangre comenzó a hervir en mi sistema de tan solo pensar de que ese bonito cuerpo tuviera dueño.

¡No!

Ella tenía que ser mía, carajo.

Era una diosa que merecía estar con alguien como yo. Me importaba un carajo si era una empleada de aquel lugar, buscaría la manera de hacerla mía así fuera lo último que hiciera.

No despegué ni un solo segundo mi mirada de su cuerpo cuando se alejó al cumplir con su trabajo.

Aún sin probar bocado y, al perderla de vista, miré rápidamente a Misha.

—¿Quién es? —pregunté refiriéndome a ella y él frunció el ceño al escucharme.

—¿A quién te refieres? —preguntó confundido y Akram a su lado soltó una carcajada.

—¿No viste como casi se come con la mirada a tu empleada, Misha? —le preguntó en tono burlón y lo miré mal.

Sabía que había sido muy obvio, pero me importaba un carajo, necesitaba verla para asegurarme de que era real.

Era demasiado bella para serlo.

—Se llama Aleshka y es una de mis mejores empleadas —dijo restándole importancia a su comentario y le presté total atención.

—¿Y desde hace cuánto trabaja para tí? —le pregunté con interés y él levantó la mirada de su plato solo para verme.

Por otro lado, Akram se reía de la escena mientras yo solo pensaba en lo mucho que quería saber de esa mujer.

—¿Por qué tanto interés con ella, Leonid? —preguntó con voz dura e inmediatamente me puse a la defensiva.

¿Por qué se ponía así si se suponía que solo era su empleada?

—¿Y por qué no? Es una mujer realmente hermosa —le respondí a la defensiva y él levantó una ceja al oírme.

—Con ella no, lo tienes totalmente prohibido —me advirtió y la rabia comenzó a crecer en mí al escucharlo.

¿Quién carajos se creía como para prohibirme saber de esa hermosa mujer?

—¿Qué? ¿Acaso te gusta? —le pregunté con los dientes apretados y él negó con su cabeza antes de reír.

—¿Bromeas? Amo con locura a Nina —se refirió a su novia y me relajé un poco al escucharlo porque era verdad, no tenía ojos para otra mujer que no fuera ella —. Te lo digo porque es una muchacha que trabaja casi 24/7 para poder sacar a su familia adelante.

Espera, ¿Era casada?

—¿Acaso tiene esposo e hijos?

Sí me decía que si, juro que sería capaz de ir a buscar al idiota y partirle la cara solo porque sí.

Esa mujer me gustaba y quería hacerla mía, solo mía.

—No, imbécil —le dió un sorbo a su copa y luego me miró —. Su madre sufre del corazón y no puede trabajar, tiene varios hermanos a los que mantener y le toca trabajar día y noche para poder sacarlos adelante.

No puede ser.

En ese momento su mirada cansada comenzó a tener sentido para mí.

—¿Y le pagas lo suficiente? —indagué nuevamente.

Quería creer que así lo hacía, pues si esa era su situación, merecía uno de los mejores sueldos.

—Te estoy diciendo que es una de las mejores empleadas que tengo, es por ello que es una de las mejores pagadas —sentí alivio al escucharlo y medité en sus palabras.

Luego de eso, no dije nada más y comencé a degustar mi platillo en medio de las bromas de Akram, quién se reía y burlaba de mí, pues decía que me había enamorado como niño de primaria.

Ignorandolo, comencé a pensar cómo haría para poder acercarme a ella y conocerla más a profundidad.

La haría mi mujer, de eso me encargaría así fuera lo último que hiciera.

(...)

Aleshka Zaytseva

Entré a los baños del restaurante y me lavé la cara rápidamente antes de comenzar a quitarme el uniforme.

No me gustaba salir de mi jornada laboral toda sudada, por lo que ya se me había hecho costumbre el ir al baño minutos antes de salir, lavarme la cara y quitarme el uniforme al igual que varios de mis compañeros.

Afortunadamente hoy no me había tocado cubrir horas extra, por lo que me iría temprano a casa y lograría dormir un poco más de lo normal.

Mamá de seguro se encontraba despierta esperándome, pues ya era una costumbre que tenía desde que comencé a trabajar en el restaurante.

Ella padecía de una enfermedad en el corazón, por lo que debía llevar una vida exageradamente tranquila y no tener ningún tipo de emociones fuertes.

Todo se había complicado cuando papá nos abandonó con miles de deudas por pagar, varios meses de alquiler vencido y sin nada de comida en la alacena.

Mamá no lo podía creer, pues era un hombre que decía amarla y dar la vida por nosotros, pero cuando una mujer más hermosa se le apareció al frente, todo sus promesas se fueron al carajo.

Razón por la que me tocó ir a la calle a buscar trabajo aún siendo menor de edad.

No había sido fácil, pues jamás en mi vida había trabajado, pero aún así logré adaptarme y poder resolver todos nuestros problemas económicos.

Aunque no del todo, pues mamá necesitaba de muchos medicamentos para que su corazón pudiera seguir funcionando bien, pero los sueldos que tenía por mis múltiples trabajos apenas y me daban para poder costear los gastos de la casa, personales y del colegio de mis hermanos.

Salí de mis pensamientos cuando unos toques en la puerta del baño me avisaron que ya debía salir, pues alguien más de seguro quería entrar.

Así que terminé de arreglarme y salí, encontrándome con mi otra compañera de turno, que por cierto no recordaba su nombre en ese momento.

La saludé con una sonrisa y caminé hasta el área de recepción para firmar mi hora de salida. Al llegar, saludé con una sonrisa amable a mis compañeros y coloqué mi huella en el aparato que confirmaba mi hora de salida.

—Por cierto, esto lo dejó un cliente para ti —Nikita, la encargada, me tendió un sobre completamente blanco y la miré asombrada.

Únicamente tenía unas letras en el reverso del mismo, pero no decía nada más.

Le agradecí en silencio y me retiré caminando hasta la parada de autobuses más cercana.

Con curiosidad, abrí el sobre y me llevé una gran sorpresa al ver un fajo de billetes de alta denominación al lado de una pequeña carta con caligrafía perfecta.

"Es lo que te mereces por ser tan hermosa y tu excelente atención, espero venir nuevamente y poder deleitarme con el exquisito olor de tu perfume y belleza.

Sin duda me dejaste cautivado.

L.K"

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