Doy un paso sin quitarle la vista de encima. Desde aquella distancia la poca luz que invade la habitación desde la ventana me permite notar algunos de sus rasgos.
No parece mucho más mayor que yo; su pelo negro le tapa casi por completo la frente mientras su rostro queda totalmente opacado por unos ojos profundamente oscuros. Mi mirada encuentra la suya haciendo que experimente una rara sensación, algo que hace que mi piel palpite de manera extraña. No sé si es por ese aire salvaje que parece rodearle o por el singular toque oscuro que adorna sus ojos.
En ese preciso instante da un paso hacia a mí, consiguiendo que una especie de electricidad atraviese mi piel.
– ¿Quién demonios eres?
Aunque esa pregunta se forma clara en mi cabeza no es mi boca precisamente de la que sale, mas bien, es él quien acaba de preguntar aquello. Me quedo callada durante unos momentos como si de repente mi lengua se hubiera trabado por completo. Aquella sensación ajena me invade de nuevo, sin embargo, decido ignorarla por el momento.
– Voy a llamar a la policía. – anuncia después de ver que no digo nada.
Mi cabeza empieza a dar vueltas sin entenderlo. ¿La policía? Lo miro de nuevo con confusión pensando que tiene que ser una broma. Quiero hablar, sin embargo, es como si de repente mi voz hubiese desaparecido.
– ¿Cómo has entrado? – cuestiona con voz grave sin quitarme la vista de encima.
Inspiro con fuerza notando que empiezo a ponerme realmente de mal humor. Para colmo un dolor en la parte frontal de mi cabeza ha vuelto a aparecer.
– Eso es lo que yo me pregunto, ¿quién eres? – por fin mi voz aflora, aunque con algo de temblor, y elevo el brazo señalándolo. – Si alguien tiene que llamar a la policía debería ser yo.
– ¿Llamaras a la policía después de haber entrado en una casa que no es tuya? – su voz denota completo asombro. Alza las cejas. – Que valor.
Lo observo sin entender de que diablos habla. ¿Quién demonios es ese chico?
– Vivo aquí. – declaro por fin.
La mirada que me echa es extraña. En ese mismo instante se acerca un paso, consiguiendo que retroceda para terminar chocando contra la encimera de la cocina. Tiemblo al ver que no se detiene, así que aprieto el cucharon en mi mano y lo elevo de nuevo haciendo que deje de avanzar finalmente. Mis ojos buscan su rostro para mirarlo con rabia, aunque él tiene una sonrisa extraña dibujada en su rostro.
– ¿Vives aquí? – pregunta denotando algo de diversión. Aprieto los labios, me pone realmente nerviosa la forma en que me mira. Hay algo en sus ojos, una sombra que se vislumbra con fuerza. – ¿Quién eres?
Intento no asustarme ante el cambio repentino de su voz. Respiro con dificultad, pero consigo sostenerle la mirada y sus ojos conectan directamente con los míos. Después de unos segundos un extraño miedo empieza a apoderarse de mi.
¿Estará loco? ¿Por eso ha entrado en la casa? ¿Y si es peligroso?
Me pego aún más a la encimera deseando poder fundirme con ella.
– ¿Cómo has entrado?
– Te lo he dicho. – mi voz suena mas segura al fin. – Vivo aquí.
Algo en su mirada cambia de repente. El gesto de su rostro se relaja levemente y esta vez su voz suena algo más suave cuando habla.
– ¿Tienes algún problema en tu cabeza? – inquiere llevando una mano hacia su frente haciendo un gesto seguido de sus palabras.
– ¿Perdona?
– ¿Te has confundido de casa? – su mirada desciende y su voz baja de tono casi como si hablara consigo mismo. – ¿Es eso posible? A lo mejor tiene problemas mentales...
– ¡No tengo ningún problema! – exclamo con rabia comenzando a hartarme de toda aquella escena tan ridícula. – ¿Cuál es el tuyo? Te lo he dicho, vivo aquí. Y si alguien tiene problemas mentales eres tú ya que no paras de soltar estupideces.
No dice nada durante unos momentos, simplemente se limita a observarme. Suelto el aire con rabia. Entonces veo como eleva la mano y se cubre la boca.
– Oh dios. – su voz es ahora apenas un susurro, pero consigo entender lo que dice. – Estás loca de verdad.
Gruño elevando la vista al techo sin poder creer aquella situación surrealista. ¿Es un clase de broma pesada? Desciendo mi rostro y resoplo consiguiendo que mi pelo se alborote. Levanto mi mano libre hasta mi pecho.
– Estoy en mi sano juicio, gracias. – puntualizo apretando los dientes.
Veo como suspira.
– Mira niña... – empieza a decir.
– ¿Niña?
El miedo que había estado sintiendo se había evaporado casi por completo desde hacia unos minutos. En vez de eso, el sentimiento de cólera se esta apoderando poco a poco de mi cuerpo. Tomo aire con fuerza.
– O me empiezas a dar respuestas o llamo a la policía. – informa a la vez que se cruza de brazos.
– Oh, adelante llama.
Alza las cejas y esta vez me mira como si realmente estuviera loca.
– Llama. ¿Necesitas mi móvil? Puedo dejártelo. – doy un paso hacia adelante. – Llama, estaré encantada de ver como te sacan a rastras. Y si es esposado mejor.
Frunce el ceño y noto su confusión, pero antes de que pueda decir nada una voz proveniente de la escaleras interrumpe aquella extraña escena.
– ¿Se puede saber que está sucediendo?
Me giro con rapidez y por primera vez un alivio inmenso se apodera de mi cuando veo a Tania de pie en las escaleras vestida con una extraña bata rosa. Tiene el pelo revuelto y por su rostro estoy segura de que acaba de despertar. Abro la boca dispuesta a hablar, sin embargo, el chico da un paso separándose de mí en dirección hacia ella.
– Menos mal. – su voz emite alivio, lo cual no entiendo. – Tania, no quería despertarte por esto, pero esta extraña chica ha entrado en la casa. No se quien es, parece tener algún problema en su cabeza. – mi puño se cierra notando las ganas de estamparlo en su cara. – Estaba a punto de llamar a la policía.
Tania esta a punto de hablar, sin embargo, la interrumpo.
– Oh por favor, ¡no te detengas! – vocifero. - ¡Llama! Solo con ver como te ponen la esposas y te sacan de aquí a rastras dormiré tranquila.
– ¿Realmente has perdido la cabeza? – pregunta atónico. – Si a alguien sacaran a rastras es a ti.
Me planto delante de él solo para mirarlo con rabia. Decidido, era un completo lunático. Abro la boca mas que lista para responder cuando siento la mano de Tania en mi hombro y mi cabeza voltea hacia ella casi automáticamente.
– Nadie va a llamar a la policía. – declara cerrando los ojos mientras suspira. – Sentaros. Los dos.
– Pero...
– Ahora.
Su voz autoritaria hace que los dos hagamos lo que dice sin decir ni una palabra y nos sentemos en el viejo sofá cerca de la cocina. Me siento en la esquina poniendo la máxima distancia entre él y yo. Ella se detiene delante de nosotros y nos mira con los brazos cruzados.
– Sois...- veo como cierra la boca con una mueca de impaciencia escrita en su rostro. - ¿Acaso os habéis vuelto locos? – la miro sin entender.
Por el rabillo del ojo me fijo en el chico, él también me mira pero solo durante unos segundos, enseguida su vista vuelve a Tania.
– Menos mal que me habéis despertado a mi y no a ellos... - noto el temblor en su voz.
Pero en cuanto esas palabras salen de su boca el sonido de unas pisadas hace que todos los presentes elevemos el rostro. Trago saliva, como si aquellos sonidos fueran el del mismísimo Satanás al despertar. Lo siguiente que se oye es un gran estruendo y acto seguido el berrido de un bebe.
– Ay dios...
Sale corriendo escaleras arriba, no si antes darnos un breve y nada satisfactoria explicación.
– Ya os lo había dicho, pero como se ve que no escucháis... – respira hondo antes de hablar y en su boca se forma una mueca divertida. – Adam ella es Melissa Bush. Mel él es Adam Wood. Felicidades, acabáis de conocer a vuestro compañero de casa.
🏵🏵🏵🏵🏵🏵🏵
Las palabras de Tania se mantienen en mi mente incluso cuando llego a mi habitación y me acuesto. ¿Compañero de piso? Intento hacer memoria. Tania no tiene más hijos, siempre que habíamos coincidido solo había conocido a los mellizos, es imposible que tenga un hijo tan mayor. Pero entonces, ¿quién es? Dijo que se llamaba Adam. ¿Vive también en la casa? ¿Por qué? ¿Y por qué demonios mi madre no me había advertido sobre eso? ¿Acaso no era bastante con dejarme con una mujer que apenas conozco y sus horribles hijos? Ahora también me toca lidiar con un imbécil. Lo reconozco, no soy buena con los desconocidos; llevo toda mi vida viviendo en el mismo lugar, rodeada por la misma gente. He tenido la misma mejor amiga desde los seis años, mis compañeros de clases nunca han variado sa
Después del episodio de la harina veo a Adam dos veces aunque ninguno de los dos dice nada. Creo que después de habernos llenado de harina mutuamente estamos en paz, o por lo menos, eso pienso .Cuando aquella tarde bajo a la cocina la encuentro completamente desierta. Las tripas me gruñen, pues no he comido nada desde la noche pasada y mi estómago me pide a gritos cualquier cosa que pueda echarme a la boca. Avanzo unos pasos sin saber muy bien cómo proceder. A ver, tampoco es que nunca haya preparado mi propia comida, no he vivido en una burbuja; se preparar huevos fritos bastante decentes. Al abrir el refrigerador lo primero que captan mis ojos son variostápers,unas cuantas pequeñas cajas de lo que parece comida precocinada y bastantes cartones de leche. Alzo las cejas, por mucho que mire no veo nada que me sirva por ninguna parte. ¿Qué clase de comidas hacen? A co
Lo que queda de semana pasa lenta. No he salido de la casa desde que llegué pues como sospechaba no parece haber mucho que hacer en aquel lugar. Por lo que Tania me ha dicho en el centro había varias tiendas, restaurantes y cafeterías, además de una gran iglesia, la cual parece ser una especie de pequeño punto turístico. Según ella es un buen lugar y la mayoría de gente suele reunirse en esa parte de la ciudad, sin embargo, a mi no me despierta ningún tipo de interés. Además ni siquiera conozco a nadie con quien ir. ¿Qué iba a ser sola por ahí sin conocer nada? Asimismo afectaba el hecho que desde que he llegado mi estado de ánimo ha estado por los suelos. Me paso los días en mi habitación intentando matar el aburrimiento hablando con mis amigas por teléfono o dibujando. Tania también insiste de vez en cuando en que coma y cene con ellos, pero yo opto por no hacerlo, con una vez f
Dejo a la niña en el suelo sin saber que demonios hacer. ¿Cuánto puede llorar un bebe? En algún momento se detendría, ¿no? Observo como eleva los brazos hacia a mi como si esperara que la volviera a coger. Ni hablar. Llora aún más si eso es posible. Miro hacia los lados notando que la situación se esta volviendo catastrófica. ¿Tendrá hambre? ¿Quiere que le cambie el pañal? Jamás en mi vida he cambiado uno. En ese momento me encuentro maldiciendo una y mil veces a Adam. Voy corriendo hacia la nevera y echo un vistazo al interior desesperadamente en busca de algo que me pueda servir. ¿Potitos? Gracias al cielo.
Es un sonido fuerte y sonoro lo que hace que abra finalmente los párpados aquella mañana. Resoplo contra la almohada segundos antes de girarme y estirar la mano hacia el aparato evitando las ganas de lanzarlo contra la puerta, en vez de eso lo llevo hasta mi oreja y respondo. – ¿Sí? Mi voz suena completamente ronca y extraña. Bostezo sin variar mi posición. – Cariño, que alegría escucharte por fin. El tono de mi madre desprende tanta alegría que hace que una pequeña parte de mi se sienta culpable enseguida, pues he estado ignorado sus mensajes desde que se había marchado abandonándome en aquella casa. No voy a negar que ha sido algo totalmente infantil de mi parte, pero tampoco voy a pretender que soy una chica mayor y madura. No lo soy en realidad. – Hola, mamá. Nuestra conversación no dura demasiado; básicamente hablamos de como le va en su trabajo, el cual por ahora no tenían demasiado que hacer hasta que llegaran mas gente a las in
Es un desastre, no puedo decirlo de otra manera. Uno de los mellizos comienza a llorar mientras el otro va corriendo a la cocina. Primero miro a uno y luego al otro, sin saber cual de los dos podía ser mas peligroso. Momentos después veo que Milo ha cogido una caja de lo que parecen ser chocolatinas y algo mas que no puedo ver bien en ese momento, aunque eso no es lo que causa que el pánico me inunde, mas bien es la sonrisa que brota de sus labios dándome la sensación de que acaba de hacer un trato con el mismísimo demonio en persona. - Deja eso ahora mismo - ordeno enseguida señalándolo con el dedo. Su sonrisa se ensancha aun mas provocando auténticos escalofríos en mi piel y en ese instante va corriendo en dirección hacia las escaleras. Intento detenerlo pero es mas rápido de lo que esperaba, se mueve con tal velocidad que en un par
Un grito me despierta aquella mañana y gruño contra la almohada sin haber despertado del todo aún. No me hace falta levantarme y abrir la puerta para saber de donde provenía aquel grito.Es Milo.O Nicolas.Desde hace dos días se han turnado para ir a despertarme por las mañanas, pues parece que les divierte ver como abro la puerta y los persigo escaleras abajo con cara de dormida y el pelo revuelto.Suspiro y me levanto sabiendo que a menos que abra la dichosa puerta no se detendrán. Como supuse al abrirla veo a Milo con
Los siguientes días realmente fueron mucho mejores. Aunque los mellizos seguían haciendo desastres allá por donde iban al menos ya estaba cien por cien segura que lo único que podría estar en peligro de mi persona era mi ropa, por lo que evitaba usar prendas que me gustaran demasiado, aparte al menos mi pelo y mi cara estaban a salvo. Por ahora. Y con Adam me llevaba mucho mejor que antes, solíamos hablar en los desayunos y las comidas cuando no estaban los mellizos, pues era realmente complicado tener una conversación con ellos presentes pues no se les podía quitar la vista de encima. Había descubierto que era tres años mayor que yo, estudiaba ingeniería en la universidad, aunque al parecer este año se había tomado un descanso.Era un chico tranquilo, bastante bromista y torpe. Si l