Es un sonido fuerte y sonoro lo que hace que abra finalmente los párpados aquella mañana. Resoplo contra la almohada segundos antes de girarme y estirar la mano hacia el aparato evitando las ganas de lanzarlo contra la puerta, en vez de eso lo llevo hasta mi oreja y respondo.
– ¿Sí?
Mi voz suena completamente ronca y extraña. Bostezo sin variar mi posición.
– Cariño, que alegría escucharte por fin.
El tono de mi madre desprende tanta alegría que hace que una pequeña parte de mi se sienta culpable enseguida, pues he estado ignorado sus mensajes desde que se había marchado abandonándome en aquella casa. No voy a negar que ha sido algo totalmente infantil de mi parte, pero tampoco voy a pretender que soy una chica mayor y madura. No lo soy en realidad.
– Hola, mamá.
Nuestra conversación no dura demasiado; básicamente hablamos de como le va en su trabajo, el cual por ahora no tenían demasiado que hacer hasta que llegaran mas gente a las in
Es un desastre, no puedo decirlo de otra manera. Uno de los mellizos comienza a llorar mientras el otro va corriendo a la cocina. Primero miro a uno y luego al otro, sin saber cual de los dos podía ser mas peligroso. Momentos después veo que Milo ha cogido una caja de lo que parecen ser chocolatinas y algo mas que no puedo ver bien en ese momento, aunque eso no es lo que causa que el pánico me inunde, mas bien es la sonrisa que brota de sus labios dándome la sensación de que acaba de hacer un trato con el mismísimo demonio en persona. - Deja eso ahora mismo - ordeno enseguida señalándolo con el dedo. Su sonrisa se ensancha aun mas provocando auténticos escalofríos en mi piel y en ese instante va corriendo en dirección hacia las escaleras. Intento detenerlo pero es mas rápido de lo que esperaba, se mueve con tal velocidad que en un par
Un grito me despierta aquella mañana y gruño contra la almohada sin haber despertado del todo aún. No me hace falta levantarme y abrir la puerta para saber de donde provenía aquel grito.Es Milo.O Nicolas.Desde hace dos días se han turnado para ir a despertarme por las mañanas, pues parece que les divierte ver como abro la puerta y los persigo escaleras abajo con cara de dormida y el pelo revuelto.Suspiro y me levanto sabiendo que a menos que abra la dichosa puerta no se detendrán. Como supuse al abrirla veo a Milo con
Los siguientes días realmente fueron mucho mejores. Aunque los mellizos seguían haciendo desastres allá por donde iban al menos ya estaba cien por cien segura que lo único que podría estar en peligro de mi persona era mi ropa, por lo que evitaba usar prendas que me gustaran demasiado, aparte al menos mi pelo y mi cara estaban a salvo. Por ahora. Y con Adam me llevaba mucho mejor que antes, solíamos hablar en los desayunos y las comidas cuando no estaban los mellizos, pues era realmente complicado tener una conversación con ellos presentes pues no se les podía quitar la vista de encima. Había descubierto que era tres años mayor que yo, estudiaba ingeniería en la universidad, aunque al parecer este año se había tomado un descanso.Era un chico tranquilo, bastante bromista y torpe. Si l
Adam no vuelve a decir ni una palabra mientras lo sigo hasta la casa. En cualquier otra circunstancia le bombardearía con mil preguntas, pero solo me hace falta un solo y rápido vistazo a su rostro para saber que es mejor mantener mi querida boca cerrada; aunque por dentro esté muriéndome por la curiosidad de saberlo todo. Eh, hay instintos que no se pueden controlar, y uno de ellos está mi absoluta necesidad de saber que demonios pasaba a mi alrededor. Cuando entramos al salón me percato como los ojos Tania se encuentran con los de Adam por unos instantes y un extraño gesto cruza su rostro, uno que no llego a entender. Unos segundos después, simplemente recoge el paquete que no habíamos llegado a enviar y nos dice que subamos arriba con un gesto de su cabeza. Adam tarda menos de dos segundos en darse la vuelta para subir las escalera
Adam se dedica a ignorarme durante los siguientes días, ni siquiera me dirige la palabra cuando coincidimos en el desayuno, los mellizos si que me hablan, aún así parecen un poco molestos también.No sé qué demonios ocurre o si Adam tiene algún problema con aquel chico llamado Cole, lo único que sé es que más de una vez sus ojos se posan en mí de manera muy extraña, como si algo le preocupara de sobremanera. He intentado preguntarle, pero ni siquiera me da una respuesta.Llega el viernes y yo estoy mas que decidida a ir, no porque él me hubiese dicho que no fuera, la verdad es que sentía que llevaba demasiado tiempo en esa casa sin hacer nada interesante, aparte de guerras de espaguetis o baños de potingues extraños.
Entro a la casa casi llevándome a la gente por delante, consiguiendo más de una mala mirada y algún que otro insulto. Las lágrimas están a punto de escapar de mis ojos, pero las mantengo a raya sabiendo que ese no era el momento ni el lugar para desmoronarme. Salgo por fin por la puerta principal y saco enseguida el móvil del bolso viendo que tengo varias llamadas y mensajes de Lucia. Le devuelvo la llamada rogando que responda, sin embargo, no lo hace.Me dejo caer en las escaleras del porche de la entrada mientras permito el aire salir y entrar de forma forzosa de mis pulmones; consigo tranquilizarme después de un largo rato en el que no me he movido del sitio, mientras que una apacible briza juega con la piel de mis brazos y mi pelo suelto, el cual estoy segura que se encuentra hecho un total desastre en este momento, ni siquiera me hac
Una brisa cocha contra mi cuerpo haciendo que tiemble, aunque realmente no estoy segura si mis te
Lo observo durante unos instantes con la respiración acelerada deseosa de saber que demonios le pasa por la cabeza en estos momentos.– Lo entiendo todo, Adam.Me mira como si de repente el tiempo se hubiese detenido y el mundo hubiese dejado de girar sobre su eje.– Solo intento protegerte –. su voz hace que tiemble una vez más, consiguiendo que mi piel hormiguee.– ¡Estoy harta de tu protección! – exploto contra su rostro.Me doy la vuelta enfadada antes de hacer una locura y estampar de verdad un sartenazo en su cara. Camino decidida hacia la puerta y salgo fuera sin importarme la lluvia que cae en esos momentos, pero apenas