Las palabras de Tania se mantienen en mi mente incluso cuando llego a mi habitación y me acuesto.
¿Compañero de piso?
Intento hacer memoria. Tania no tiene más hijos, siempre que habíamos coincidido solo había conocido a los mellizos, es imposible que tenga un hijo tan mayor. Pero entonces, ¿quién es? Dijo que se llamaba Adam. ¿Vive también en la casa? ¿Por qué? ¿Y por qué demonios mi madre no me había advertido sobre eso? ¿Acaso no era bastante con dejarme con una mujer que apenas conozco y sus horribles hijos? Ahora también me toca lidiar con un imbécil.
Lo reconozco, no soy buena con los desconocidos; llevo toda mi vida viviendo en el mismo lugar, rodeada por la misma gente. He tenido la misma mejor amiga desde los seis años, mis compañeros de clases nunca han variado salvo por alguna persona nueva a la que realmente nunca he hecho caso; por dios, ni siquiera recuerdo a otro vecino que no hayan sido los señores Pond.
Mi madre suele decir que soy demasiado cuadriculada por no salir de mi circulo o conocer gente nueva. Realmente para mí eso no es un problema, controlar y saber quien está cerca de mí me ayuda a tener mi vida en completo orden y a ahorrarme disgustos. Como por ejemplo, el mismo que tengo en este momento rodeada de completos desconocidos; una madre que trabaja demasiado, un bebe que solo parece saber llorar, dos niños que como he dicho estaba segura de que eran descendientes del mismísimo satanás y un chico que lo que tenía de mono lo doblaba por imbécil.
Creo que un manicomio hubiera sido mejor opción.
No sé a que hora consigo que mis párpados se cierren finalmente, pero un fuerte pensamiento cruza mi mente antes de perder la conciencia.
Este verano va a ser completamente horrible.
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Lo primero que hago a la mañana siguiente es empezar a desempacar mis cosas. He traído bastantes por lo que en poco tiempo la habitación apenas es visible con todas las cosas que hay por medio. Cuando abro el armario empotrado para colgar mi ropa arrugo la nariz. La madera de dentro parece muy vieja, ha perdido todo su brillo y en algunas partes sobresalen algunos clavos. Inspiro con fuerza, aquel verano iba a ser muy largo.
Cuando acabo decido pegarme una ducha, por suerte lado de mi habitación hay un cuarto de baño el cual según Tania solo usaría yo, gracias a los astros que no tengo que compartirlo con los mini demonios, no quiero ni imaginar lo que podría encontrar cada mañana allí si fuera el caso. Supongo que por eso entro tan tranquila, dando por hecho que ese cuarto me pertenecía en algún sentido y los mellizos no harían nada allí.
Claro error.
En cuanto abro la puerta y entro oigo un ruido, y a continuación siento como algo cae sobre mi haciendo que pegue un grito seguido de una maldición. No me da tiempo a reaccionar, antes de darme cuenta un cubo, el cual supongo que estaba encima de la puerta, ha caído volcando todo su contenido sobre mí. Miro hacia abajo, donde mi ropa y el resto de mi cuerpo están cubiertos de algo blanquecino.
Dos segundos después siento unas fuertes pisadas de alguien acercándose hasta que se detiene. Abro los ojos, que por suerte había conseguido cerrar en un acto reflejo, y veo a Adam de pie delante de mi con su mano en la boca en un extraña postura. Lo observo durante unos instantes en los cuales el no me quita la mirada de encima.
El muy imbécil está aguantándose la risa.
– Vaya –. comienza a hablar con voz nerviosa – pensé que tardarían un poco mas en declararte la guerra.
Lo miro echando chispas e intentando controlar las ganas de ir y rodear su cuello con las manos para borrar esa estúpida sonrisa de su cara.
– Los voy a matar –. declaro mientras con una mano intento quitarme lo que supongo que es harina de la cara.
– Solo ha sido una broma de...
Se detiene con un extraño sonido y al alzar la vista hacia el veo que vuelve a tener su mano cubriéndole la boca. Sus ojos chispean.
– ¿Te estás riendo?
Se pone serio de repente y quita su mano dejando ver un gesto completamente serio en su rostro. – Por supuesto que no.
– Son unos demonios.
– Es su forma de darte la bienvenida.
– ¿Bienvenida? – pregunto atónita.
– Da gracias, a mi me tocó un sapo en la cama.
Abro la boca sin saber que demonios decir a eso. Primero porque parece como si a Adam le hubiese divertido encontrar un sapo en su cama, segundo porque no puedo evitar preguntarme de donde diantres lo habían conseguido.
— Al menos la harina es fácil de quitar – se acerca y pasa la mano por mi hombro sacudiendo parte de la harina que tenía encima, luego sonríe – no sabes lo difícil que es atrapar a un sapo, casi tuve que dormir con el.
Intento no fijarme en su sonrisa, la cual para mi total fastidio hace que su rostro resplandezca, o su cercanía, que para mi horror ha conseguido ponerme nerviosa. Por lo que mis ojos se quedan fijos en los suyos mientras rechino los dientes.
– Harina o sapo, esos niños se van a enterar.
Se aleja un paso de mi cruzándose de brazos y cambiando su postura, me mira como si no entendiera mi enfado.
– Solo es harina –. se encoge de hombros – seguro que es buena para el cutis.
Abro la boca indignada, pues entre aquello y la sonrisa en sus labios me deja claro que se está divirtiendo de lo lindo con todo esto.
– Aunque... – baja la voz al mismo tiempo que se lleva los dedos a la barbilla repentinamente pensativo – Pensé que también habrían puesto el huevo...
Aquello lo dijo en tono bajo, pero suficientemente alto para que lo oyera. Mis ojos se abren y la indignación de apodera por completo de mi de un latigazo.
– ¡Tu les diste la idea! – acuso señalándolo con el dedo.
– Por supuesto que no –. asegura con voz angelical – ¿Cómo podría hacer algo así? ¿Conspirar contra ti con unos niños?
Niega con la cabeza cerrando los ojos y al mirarme tiene la mirada de un niño de cinco años que jamás ha hecho un fechoría. Podría creerle, si no fuera por la sonrisa tan grande que decora sus labios en estos momentos.
– Te voy a matar – declaro dando un paso hacia él.
Levanta las manos retrocediendo sin borrar la sonrisa de su cara.
– Vamos, tu casi me diste un sartenazo, creo que estamos en paz.
– Debí habértelo dado de verdad –. mascullo completamente furiosa.
Suspira llevándose las manos a la cadera como si estuviera teniendo una discusión con una niña pequeña.
– Creo que le advertiré a Tania de los peligros de tener sartenes en casa.
Aquel tono de nuevo hace que enerva. Tengo claro que se va a seguir burlando de mi, y la verdad, estar llena de harina mientras un chico se burla de ti no es lo mejor para ningún orgullo. Mis ojos se desvían hasta el cubo que había hasta hace unos momentos encima de la puerta y que me ha convertido en una especie de preparado para pastel. Luego miro a Adam que ha comenzado a reírse.
– Intento no reírme ... – suelta una carcajada y se tapa la boca – pero si tu misma te vieras admitirías que es divertido y que...
No sigue, sus palabras se ahogan mientras el resto de la harina cae sobre él. Primero me mira a mi, para luego volar su vista hacia el cubo que en ese momento sostengo con una mano sobre él. Parpadea varias veces, como si no creyera lo que acaba de suceder. A continuación doy un paso atrás admirando mi obra de arte y siento como esta vez son mis comisuras son las que se elevan.
– Tenías razón, es bastante cómico.
Después de decir eso dejo el cubo caer delante de él y salgo del baño para ir directa a mi habitación. Mi ducha tendrá que esperar, pero ha valido la pena después de ver el rostro de Adam lleno de harina.
No me hace falta una sartén para dar lecciones.
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Después del episodio de la harina veo a Adam dos veces aunque ninguno de los dos dice nada. Creo que después de habernos llenado de harina mutuamente estamos en paz, o por lo menos, eso pienso .Cuando aquella tarde bajo a la cocina la encuentro completamente desierta. Las tripas me gruñen, pues no he comido nada desde la noche pasada y mi estómago me pide a gritos cualquier cosa que pueda echarme a la boca. Avanzo unos pasos sin saber muy bien cómo proceder. A ver, tampoco es que nunca haya preparado mi propia comida, no he vivido en una burbuja; se preparar huevos fritos bastante decentes. Al abrir el refrigerador lo primero que captan mis ojos son variostápers,unas cuantas pequeñas cajas de lo que parece comida precocinada y bastantes cartones de leche. Alzo las cejas, por mucho que mire no veo nada que me sirva por ninguna parte. ¿Qué clase de comidas hacen? A co
Lo que queda de semana pasa lenta. No he salido de la casa desde que llegué pues como sospechaba no parece haber mucho que hacer en aquel lugar. Por lo que Tania me ha dicho en el centro había varias tiendas, restaurantes y cafeterías, además de una gran iglesia, la cual parece ser una especie de pequeño punto turístico. Según ella es un buen lugar y la mayoría de gente suele reunirse en esa parte de la ciudad, sin embargo, a mi no me despierta ningún tipo de interés. Además ni siquiera conozco a nadie con quien ir. ¿Qué iba a ser sola por ahí sin conocer nada? Asimismo afectaba el hecho que desde que he llegado mi estado de ánimo ha estado por los suelos. Me paso los días en mi habitación intentando matar el aburrimiento hablando con mis amigas por teléfono o dibujando. Tania también insiste de vez en cuando en que coma y cene con ellos, pero yo opto por no hacerlo, con una vez f
Dejo a la niña en el suelo sin saber que demonios hacer. ¿Cuánto puede llorar un bebe? En algún momento se detendría, ¿no? Observo como eleva los brazos hacia a mi como si esperara que la volviera a coger. Ni hablar. Llora aún más si eso es posible. Miro hacia los lados notando que la situación se esta volviendo catastrófica. ¿Tendrá hambre? ¿Quiere que le cambie el pañal? Jamás en mi vida he cambiado uno. En ese momento me encuentro maldiciendo una y mil veces a Adam. Voy corriendo hacia la nevera y echo un vistazo al interior desesperadamente en busca de algo que me pueda servir. ¿Potitos? Gracias al cielo.
Es un sonido fuerte y sonoro lo que hace que abra finalmente los párpados aquella mañana. Resoplo contra la almohada segundos antes de girarme y estirar la mano hacia el aparato evitando las ganas de lanzarlo contra la puerta, en vez de eso lo llevo hasta mi oreja y respondo. – ¿Sí? Mi voz suena completamente ronca y extraña. Bostezo sin variar mi posición. – Cariño, que alegría escucharte por fin. El tono de mi madre desprende tanta alegría que hace que una pequeña parte de mi se sienta culpable enseguida, pues he estado ignorado sus mensajes desde que se había marchado abandonándome en aquella casa. No voy a negar que ha sido algo totalmente infantil de mi parte, pero tampoco voy a pretender que soy una chica mayor y madura. No lo soy en realidad. – Hola, mamá. Nuestra conversación no dura demasiado; básicamente hablamos de como le va en su trabajo, el cual por ahora no tenían demasiado que hacer hasta que llegaran mas gente a las in
Es un desastre, no puedo decirlo de otra manera. Uno de los mellizos comienza a llorar mientras el otro va corriendo a la cocina. Primero miro a uno y luego al otro, sin saber cual de los dos podía ser mas peligroso. Momentos después veo que Milo ha cogido una caja de lo que parecen ser chocolatinas y algo mas que no puedo ver bien en ese momento, aunque eso no es lo que causa que el pánico me inunde, mas bien es la sonrisa que brota de sus labios dándome la sensación de que acaba de hacer un trato con el mismísimo demonio en persona. - Deja eso ahora mismo - ordeno enseguida señalándolo con el dedo. Su sonrisa se ensancha aun mas provocando auténticos escalofríos en mi piel y en ese instante va corriendo en dirección hacia las escaleras. Intento detenerlo pero es mas rápido de lo que esperaba, se mueve con tal velocidad que en un par
Un grito me despierta aquella mañana y gruño contra la almohada sin haber despertado del todo aún. No me hace falta levantarme y abrir la puerta para saber de donde provenía aquel grito.Es Milo.O Nicolas.Desde hace dos días se han turnado para ir a despertarme por las mañanas, pues parece que les divierte ver como abro la puerta y los persigo escaleras abajo con cara de dormida y el pelo revuelto.Suspiro y me levanto sabiendo que a menos que abra la dichosa puerta no se detendrán. Como supuse al abrirla veo a Milo con
Los siguientes días realmente fueron mucho mejores. Aunque los mellizos seguían haciendo desastres allá por donde iban al menos ya estaba cien por cien segura que lo único que podría estar en peligro de mi persona era mi ropa, por lo que evitaba usar prendas que me gustaran demasiado, aparte al menos mi pelo y mi cara estaban a salvo. Por ahora. Y con Adam me llevaba mucho mejor que antes, solíamos hablar en los desayunos y las comidas cuando no estaban los mellizos, pues era realmente complicado tener una conversación con ellos presentes pues no se les podía quitar la vista de encima. Había descubierto que era tres años mayor que yo, estudiaba ingeniería en la universidad, aunque al parecer este año se había tomado un descanso.Era un chico tranquilo, bastante bromista y torpe. Si l
Adam no vuelve a decir ni una palabra mientras lo sigo hasta la casa. En cualquier otra circunstancia le bombardearía con mil preguntas, pero solo me hace falta un solo y rápido vistazo a su rostro para saber que es mejor mantener mi querida boca cerrada; aunque por dentro esté muriéndome por la curiosidad de saberlo todo. Eh, hay instintos que no se pueden controlar, y uno de ellos está mi absoluta necesidad de saber que demonios pasaba a mi alrededor. Cuando entramos al salón me percato como los ojos Tania se encuentran con los de Adam por unos instantes y un extraño gesto cruza su rostro, uno que no llego a entender. Unos segundos después, simplemente recoge el paquete que no habíamos llegado a enviar y nos dice que subamos arriba con un gesto de su cabeza. Adam tarda menos de dos segundos en darse la vuelta para subir las escalera