Entraron al gran establecimiento nocturno agarrado de manos. Había una increíble multitud saltando y bailando al ritmo de la música electrónica, que sonaba a gran volumen. Luces de colores azules y fucsia se movían de un lado para otro. El ambiente era muy animado.
Hedrick no encontró a sus amigos, pero divisó un espacio libre en la pista, donde poder llevar a Heleanor. Encorvó su espalda hacia adelante y extendió su brazo hacia Heleanor. Alzó su cara hacía ella y con una gran sonrisa la invitó a bailar, pero el fuerte sonido opacó sus palabras. Tuvo que acercarse y susurrarle en el oído: ¿me permite esta pieza, mi señora?
Heleanor sonrió y aceptó complacida. Lo rodeó por la nuca con sus brazos y levantó la mirada para verlo a directo a los ojos. ¿Por qué se sentía tan cómoda con ese muchacho? Él la hacía sentir segura, como si pudiera desnudar su alma frente a él y mostrarse como en realidad era, sin tener que contenerse. La confianza que él le producía, era como si pudiera quitarse una máscara y revelar su verdadero ser; ese que nadie había podio ver. No creyó que un hombre más joven, fuera la que la hiciera sentir libre y deseada. Después de la traición de su ex prometido, había decidido cerrarse a los hombres y a cualquier tipo de relación. Pero estaba convencida de que, si ella se entregaba a ese amable y lindo desconocido, del que ni siquiera sabía el nombre, estaba segura de que él guardaría su primera vez como el más preciado de los tesoros. Aunque fuera un acto de despecho; él había logrado cautivarla como ningún otro. Solo una noche, eso era lo que necesitaba y era perfecto. Más nunca lo volvería a ver y quedaría grabado en su memoria con tinta eterna, como el mejor recuerdo, que habría experimentado hasta ahora. Sí, solo una noche.
Hedrick la abrazó por la cintura y la pegó con suavidad contra él. Ella no opuso resistencia y cedió encantada. Inclinó su cabeza hacia abajo para verla mejor. Podría estar viéndola por horas enteras y no se cansaría de contemplarla; esa mirada celeste como el cielo, ese ondulado cabello azabache y ese semblante de mujer adulta, lo atraían como un poderoso imán, que los arrastraban sin consideración hacia ella. Nunca había estado con una chica, pero tampoco era tímido o tonto; no había encontrado a alguien que le despertara tanta atracción como lo hacía esa hermosa desconocida, de la que aún ignoraba el nombre. Estaría encantado de poder estar más tiempo con ella, pero si nada más podría gozar de su compañía por hoy, entonces debía disfrutar al máximo para no arrepentirse en el mañana, por lo que pudo ser y no fue. Si no volverían a verse, estaba dispuesto a pasar cualquier extremo para conquistarla.
Heleanor inició el movimiento y Hedrick le siguió el suave ritmo que ella imponía. Las respiraciones de los dos se encontraban con gusto. La danza era lenta y el tacto de sus cuerpos, siendo cubiertos por la ropa, los hacía querer sentir más. Heleanor se dio vuelta, mientras seguía el excitante meneo con sus caderas. Hedrick la sostenía y los blandos glúteos de ella, rozaban con atrevimiento su entrepierna. El cabello ondulado, similar a un río de oscuridad, le acariciaba el rostro y podía ver mejor la espalda de ella por la abertura que tenía el vestido, casi que podía calcar las triangulares figuras de los sobresalientes omoplatos de Heleanor. La música seguía y las respiraciones de ambos ya comenzaban a agitarse. Su pecho les brincaba con más fuerza y la vergüenza entre los dos se extinguió y solo querían calmar ese enardecido fuego que, los hacía estremecer. Pegaron sus mejillas y las sobaban entre ellos, la una contra la otra. Se quedaron viendo de cerca. Sus bocas casi se tocaban y sus miradas se traspasaban con fulgor. La flama del deseo, centelleaba en la vista de ambos. Ninguna podía resistirse y los dos querían lo mismo: solo una noche.
Heleanor percibió el húmedo peso de los labios de Hedrick sobre los de ella. Esa sensación era diferente, nunca había experimentado un beso tan apasionado y excitante, además que, tenía el sabor de la bebida que habían tomado en el bar. El pudor había desaparecido y lo mejor era que, nadie les prestaba atención. Nadie los juzgaba, en este sitio era común, que dos personas se dieran cariño en público.
—¿Quieres ir a un lugar más privado? —preguntó Hedrick, jadeante y sobándole la ruborizada mejilla a Heleanor.
—Sí —dijo ella, asintiendo también con su cabeza—. Vayamos a mi departamento. —Le volvió a dar un beso a Hedrick—. Allí nadie nos molestará.
Hedrick tumbó a Heleanor sobre la cama. Se apoyó con sus brazos, colocándoselos a los lados de la cabeza.Heleanor abrió sus piernas para dejar que Hedrick se acomodara entre ellas. Laprisionó por el cuello, mientras que sus labios se unieron y se humedecieron al contacto. Abrieron sus bocas y sus lenguas se encontraron para comenzar un gustoso jugueteo que los dos disfrutaban.Hedrick se separó con delicadeza del rostro de Heleanor y vio las mejillas rozadas y el pecho que se le inflaba y desinflaba de forma acelerada. Esa mujer, tan hermosa, lo descontrolaba, y la expresión que, ella mostraba, lo estimulaba demasiado. Estaba a punto de explotar. Volvió a atacarle los labios y luego bajó por el cuello; la besó por ambos lados y por el frente, dejando fuertes chupones, que hacían excitar cada vez más a Heleanor. Luego la despojó del vestido vino tinto. Admiraba el cuerpo, solo con su ropa interior de encaje de color negro. La vista era maravillosa, demasiado para él. Observó, como ell
Heleanor buscó con su brazo, tratando de encontrar al atractivo muchacho, cono el que había compartido su cama, pero no lo halló por ningún lado. Así estaba bien, era mejor que tener que echarlo de su departamento para que se fuera. Después de todo, solo había sido una aventura de una noche y lo había disfrutado, como para terminar en malos términos. Se cubrió con la sabana y su celular timbró, el ruido resultaba fastidioso. Un pequeño dolor de cabeza la hacía ver con dificultad.—Buenos días, señora Heleanor —dijo una voz femenina al otro lado del móvil. Era su secretaria y la que llegaría al país en los próximos días.—¿Qué sucede, Lara? —preguntó ella, aún indispuesta.—Ya todo está listo para que ocupe el puesto de directora de la corporación Heard en la sede de esa ciudad.Heleanor tenía varias empresas, pero su patrimonio más valorado, era la corporación Heard. Había varios edificios en distintos países y ahora se haría cargo de la que estaba en esta nación.—Me tomaré libre est
Tres días pasaron en los que Heleanor y Hedrick, no se dirigieron ni una sola palabra. Ambos se evitaban tanto en miradas como en presencia. Todavía estaban asimilando la inesperada verdad, que les había explotado en sus narices, como una poderosa bomba. Ni siquiera lograban concebir el sueño, por el insomnio que les provocaba saber, que sus habitaciones estaban a pocos metros del uno del otro. Hanna Diehl dormía en el piso de abajo y ellos dos, arriba. Bastaban algunos pasos y podrían discutirlo, pero ninguno lo hizo. Lo más difícil era a la hora de la comida, pues lo hacían en la misma mesa y sus asientos estaban ubicados de frente. Las marcas de su noche pasional, estaban por borrarse. Pero no podían seguir así, necesitaban hablar o perderían la cordura.Era de tarde y ya habían terminado las clases. Hedrick y sus amigos estaban sentados en el verdoso campus de la universidad, formando un círculo.—Hedrick… Hedrick. —Lo llamaba Aaron con insistencia y Hedrick salió de los pensamien
Tres días pasaron en los que Heleanor y Hedrick, no se dirigieron ni una sola palabra. Ambos se evitaban tanto en miradas como en presencia. Todavía estaban asimilando la inesperada verdad, que les había explotado en sus narices, como una poderosa bomba. Ni siquiera lograban concebir el sueño, por el insomnio que les provocaba saber, que sus habitaciones estaban a pocos metros del uno del otro. Hanna Diehl dormía en el piso de abajo y ellos dos, arriba. Bastaban algunos pasos y podrían discutirlo, pero ninguno lo hizo. Lo más difícil era a la hora de la comida, pues lo hacían en la misma mesa y sus asientos estaban ubicados de frente. Las marcas de su noche pasional, estaban por borrarse. Pero no podían seguir así, necesitaban hablar o perderían la cordura.Era de tarde y ya habían terminado las clases. Hedrick y sus amigos estaban sentados en el verdoso campus de la universidad, formando un círculo.—Hedrick… Hedrick. —Lo llamaba Aaron con insistencia y Hedrick salió de los pensamien
Hanna Diehl había regresado caminando despacio y vio a Hedrick acostado en el sofá con su celular y a Heleanor en la silla del comedor. Había silencio y se notaba la distancia entre ellos. Por suerte les había avisado para lograrse separar a tiempo oportuno y no le pareció extraño, pues no los había visto cruzar palabra, ni una sola vez, después de que se presentaron con sus nombres.—Hanna —dijo Heleanor, tratando de recuperar el aliento—. ¿Qué ha sucedido?—Se me ha olvidado la cartera —respondió Hanna. Pero ella notó las mejillas que aún estaban rosadas—. ¿Qué tienes, Heleanor? Estás toda roja. —Hedrick miró por el rabillo del ojo hacia donde estaba ellas. ¿Debía preocuparse? —. Ten cuidado, podrías resfriarte. —No, su madre no había encontrado nada inusual.—Lo haré, Hanna. Tendré más cuidado con el resfriado —dijo ella con astucia, mirando a Hedrick.—Ya vuelvo —dijo Hanna. Agarró su bolso y volvió a irse.Hedrick esperó varios segundos. Luego tomó su mochila y caminó hasta donde
Hedrick caminó con sigilo y la vio a ella, sentada en el escritorio, tecleando en una computadora portátil. El cabello azabache lo tenía suelto y le lucía hermoso, como si fuera un río de oscuridad. Todavía tenía el mismo camisón de seda azul y eso era demasiado provocador. Se le acercó por la espalda y le dio un beso lento en la mejilla.—¡Oye! —exclamó Heleanor, sorprendida y dejó de trabajar en el aparato tecnológico—. Estás todo sudado. —Ella se acordó de la presencia de su mejor amiga y temía que los descubriera. En la tarde, casi lo hace, pero advirtieron a tiempo y lograron disimularlo con total normalidad—. ¿Y Hanna?—No te preocupes. Está bañándose, por eso me he colado en tu cuarto. —Hedrick se quitó el suéter y le mostró su torso marcado.—Vaya, había olvidado que tenías un cuerpo así de deportivo.Heleanor se quedó admirando el abdomen marcado y los tonificados músculos de él. Era alto y de contextura esbelta. Podría tocarlos y metérselos a la boca como deliciosas chocolat
Hedrick le dio un fuerte mordisco en la espalda a Heleanor, provocando que a ella se le escapara un pequeño gemido. Se alzó su pantaloneta y controló su excitación. Buscó la ropa de ella y se la dio; le entregó todo, menos los pantis, pues a través del camisón de seda se le marcaban los rígidos pezones. —¿Dónde te vas a esconder? —susurró Heleanor, mientras se peinaba el cabello con las manos para disimular su estimulante y corta velada, que no pudo concretarse. —Heleanor, ¿estás ahí? —dijo Hanna, dando golpecitos en la puerta del cuarto. —Sí, Hanna, un momento, ya te abro —dijo Heleanor, para que Hanna no entrara por su cuenta. Hedrick miró en qué lugar podría ocultarse y solo había un lugar en el que podía hacerlo con prontitud. —Debajo de la cama —respondió él con su torso al descubierto. Hedrick agarraba su suéter en la mano derecha y la braga verde claro de Heleanor en la izquierda. Antes de irse a esconder le dio un pequeño beso y se deslizó por debajo de la cama. Heleanor
Hedrick salió sin decir nada y se reincorporó a su lugar para comenzar a comer. Era atrevido, pero en ese momento, no podía hacer nada y lo mejor era detenerse antes de empezar algo que no terminaría. Al final terminaron de comer y Hanna les dijo que quería mostrarles una sorpresa; lo había estado preparando y lo había culminado hace poco. Los tres se sentaron en el sillón, y ahí, su madre, reveló un álbum de fotos, desde el día de su bautizo hasta su graduación en el colegio. —¿Heleanor, te acuerdas de este día? —comentó Hanna con gracia, mientras reía. Para Heleanor era un poco incómodo verlas, aunque le deba ternura ver las imágenes de Hedrick de cuando era niño. Siempre estaba serio y con expresión de pocos amigos. —Sí, fue hace mucho —comentó ella, un poco melancólica. Hedrick se pegó a la espalda de Heleanor para ver las fotografías, tenía curiosidad por conocerla en su niñez. Comprobó que lo que la había contado en la tarde era verídico, pues vio que una linda niña de cabell