El día en que Heleanor había recibido la llamada en su oficia, luego de la sesión erótica, había sido de la doctora, que le había realizado la prueba de embarazo.—Señora Heleanor —dijo la doctora, preocupada—. ¿Está libre hoy? Es menester, que me reúna con usted.—¿Por qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Heleanor. Arrugó el entrecejo. Pensó que sus pendientes habían terminado con ella, al dictar el resultado de la prueba—. ¿Es tan relevante?—Sí, señora Heleanor. Lo que debo contarle, no se lo puedo decir por teléfono y es de carácter urgente.Heleanor no demoró en asistir al consultorio de la doctora, la cual se había expresado de forma inquieta; por lo que ella, también, se había colocado intranquila, con lo que podría estar sucediendo.—¿Cuál es la razón, por la que me hace venir, doctora? —pregunto Heleanor. Se había sentado en la silla, que estaba al frente del escritorio de la especialista de la salud.—Ha ocurrido un error —dijo la médico y agachó la cabeza; era un fallo de las emplea
Hedrick estaba en la tarima, dictando el discurso de graduación, junto a Hela, por ser los dos mejores de la carrera. Heleanor y Hanna, eran los invitados de Hedrick, mientras que Holly y su madre nodriza, que era una mujer mayor. La ceremonia continuaba, hasta que llegó a su conclusión. Hedirck pasó tiempo con sus compañeros, debido a que era la última vez en que se reunirían. Pero, no veía la hora, en regresar al departamento, donde se había ido a vivir junto a Heleanor. Los tres entraron a al enorme lugar y se encontraron con un grupo de niñeras, que habían sido contratadas, nada más por ese día. Lara era la que había quedado al mando, para que supervisara a los dos bebés, que estaban en las cunas. Más da un año había pasado, desde aquel momento, en que supo lo del embarazo. Heleanor todavía se estaba recuperando. Sin embargo, ya se mostraba bien. Se acercó a los dos bebés, que dormían de manera plácida, y suspiró al verlos. Eran tan tiernos, frágiles y lindos, que pareciera qu
Diez años después de aquel entonces. Heleanor estaba viendo la imagen de su boda con Hedrick.—Mami, mami, Hypnos me está molestando de nuevo —dijo una bella niña, de cabello oscuro como la noche y ojos azules, como el cielo.—Hypnos, ya te dije que no molestes a tu hermana —dijo Heleanor, con voz autoritaria, pero con una gran sonrisa en su rostro. Ellos tres, eran su más hermosa tormenta—Sí, se lo voy a decir a mi papi.—¿Qué me vas a decir, Hebe? —preguntó un Hedrick adulto, que vestí un galante traje sastre color negro.—Papi. —Hebe corrió hacia Hedrick, quien la cargó en sus brazos, sin hacer ningún tipo de esfuerzo—. Papi, Hypnos me está molestando.—Hypnos, no molestes a tu hermana —dijo Hedrick, con ternura. —Tú y Her, como sus hermanos mayores, deben protegerla. Ella es la princesa y ustedes sus guardianes.—No, papi. Yo no quiero ser la princesa —dijo Hebe, con seguridad y convicción—. Yo quiero ser la reina villana.Hedrick miró a Heleanor, arrugando el entrecejo. Su espos
Hedrick Diehl, un joven de veintiún años, que cursaba sexto semestre de la carrera de economía, estaba sentado en la cómoda silla del aula, que era similar a una sala de cines; los asientos eran escalonados y el tablero blanco, incrustado en la pared, parecía como el de una gran pantalla de un televisor. Había heredado los ojos azules claros y el cabello azabache de su madre. No había crecido con una figura paterna, pues su padre los había abandonado cuando se enteró del embarazo, que lo daría a luz a él. No era de una familia adinerada y tampoco era el más popular o el más guapo de la universidad; su atractivo era ordinario, pero lo suficiente para tener varias admiradoras suspirando por él. Su personalidad era la de un hombre responsable y le gustaba ser directo a la hora de hablar. Le fascinaban las matemáticas y también la lectura. Llevaba puesto un pantalón negro y una camisa azul royal de mangas largas. Atento, apuntaba notas de lo que decía el profesor. Era de tarde y esta era
Él y sus tres amigos universitarios, ya estaban sentados en una de las mesas del bar nocturno. La música era suave y las luces eran de un fucsia relajante. Buscaban a sus acompañantes de la noche para luego ir a un ambiente más movido como lo era el de una discoteca. Según ellos, encontrar pareja en un sitio más calmado y privado era mejor, y en este sitio, era perfecto, porque las mujeres siempre ofrecían una compañía más responsable.Hedrick vestía una camisa, que estaba remangada hasta por los codos y desabrochada hasta por el pecho y unos pantalones ajustados de color negro Su semblante era serio, casi que inexpresivo, pero era porque no había nada interesante que hacer, por ahora, porque él era un buen conversador. Uno de sus amigos le hizo señas con su cabeza y vio a la hermosa mujer con vestido vino tinto, que había entrado al establecimiento. Ella tenía una silueta de ensueño y unas caderas que hechizarían a cualquier hombre. Nada más la alcanzó a ver por unos segundos, pero s
—¿Eres una clase de playboy o algo así? —espetó ella con rapidez. Sin volverlo a ver.—No soy millonario, ni de vida ociosa, tampoco soy un hombre un promiscuo que va enamorando y acostándose con cualquier mujer —dijo Hedrick, tomando el control de la discusión—. Además, un playboy te halagará y hablará con rodeos hasta obtener lo que desea, y si lo rechazas, se enojará y es posible que trate mal después de eso, pero yo enseguida te diré a lo que he venido, porque me gusta ser directo: me gustaría seducirte y llevarte a la cama para hacerlo contigo. Solo a ti, no a nadie más. —Hedrick sonrió con levedad, satisfecho con la respuesta que le había dado—. Yo propongo, pero tú eres quien decide.—¿Eres valiente, un tonto o un atrevido? —preguntó Heleanor, esta vez con complicidad con el joven.—Nunca he sido valiente y no he sido descortés contigo, así que tal vez, solo soy un tonto —dijo Hedrick, pidiéndole una bebida al camarero—. ¿Puedo sentarme? —preguntó una vez más a Heleanor—. Si te
Entraron al gran establecimiento nocturno agarrado de manos. Había una increíble multitud saltando y bailando al ritmo de la música electrónica, que sonaba a gran volumen. Luces de colores azules y fucsia se movían de un lado para otro. El ambiente era muy animado.Hedrick no encontró a sus amigos, pero divisó un espacio libre en la pista, donde poder llevar a Heleanor. Encorvó su espalda hacia adelante y extendió su brazo hacia Heleanor. Alzó su cara hacía ella y con una gran sonrisa la invitó a bailar, pero el fuerte sonido opacó sus palabras. Tuvo que acercarse y susurrarle en el oído: ¿me permite esta pieza, mi señora?Heleanor sonrió y aceptó complacida. Lo rodeó por la nuca con sus brazos y levantó la mirada para verlo a directo a los ojos. ¿Por qué se sentía tan cómoda con ese muchacho? Él la hacía sentir segura, como si pudiera desnudar su alma frente a él y mostrarse como en realidad era, sin tener que contenerse. La confianza que él le producía, era como si pudiera quitarse
Hedrick tumbó a Heleanor sobre la cama. Se apoyó con sus brazos, colocándoselos a los lados de la cabeza.Heleanor abrió sus piernas para dejar que Hedrick se acomodara entre ellas. Laprisionó por el cuello, mientras que sus labios se unieron y se humedecieron al contacto. Abrieron sus bocas y sus lenguas se encontraron para comenzar un gustoso jugueteo que los dos disfrutaban.Hedrick se separó con delicadeza del rostro de Heleanor y vio las mejillas rozadas y el pecho que se le inflaba y desinflaba de forma acelerada. Esa mujer, tan hermosa, lo descontrolaba, y la expresión que, ella mostraba, lo estimulaba demasiado. Estaba a punto de explotar. Volvió a atacarle los labios y luego bajó por el cuello; la besó por ambos lados y por el frente, dejando fuertes chupones, que hacían excitar cada vez más a Heleanor. Luego la despojó del vestido vino tinto. Admiraba el cuerpo, solo con su ropa interior de encaje de color negro. La vista era maravillosa, demasiado para él. Observó, como ell