Hedrick permaneció inmóvil en su posición. ¿Así acabaría su romance y su noviazgo? Días, meses de relación. Mañanas, tardes y noches de pasión, en que sus cuerpos se habían convertido en uno solo, nada más para separarse de esta manera tan lamentable. ¿Se iría del país? ¿Por qué? ¿Tantas ganas tenías de dejarlo, que se iba a ir al extranjero? En sus pensamientos revivió la escena en que se conocieron. Había venido a buscar refugio del engaño de su ex prometido, y ahora, se marcharía de nuevo, por algo similar, solo que esta vez, los dos habían engañado a su propia madre. Se asomó por la ventana, observando entre lágrimas, como ella se marchaba en el auto. La vida cambiaba en un segundo, y ni siquiera te daba tiempo de asimilar las cosas. Caminó hasta su cuarto y atrancó la puerta. Su expresión era sería y melancólica, como la de un hombre que había perdido a la mujer que amaba, sin poder hacer nada para evitarlo. Se tumbó sobre la cama, mirando hacia arriba. Se puso su brazo derecho e
Heleanor empezó a llorar, mientras lo veía. Lo mejor era que no hubiera venido, porque la sola presencia del hombre que amaba, le rompía el corazón. Ya había tomado una decisión y no daría marcha atrás.—Lo haces difícil —dijo Heleanor, desde la puerta del jet—. Te dije, que solo fuiste mi despecho. ¿Qué es lo que no quieres entender?—No te creo lo que dijiste. Una mujer que no ama, no se entregaría a un hombre, así como lo hiciste conmigo. Tu boca puede decir una cosa, pero lo que tu cuerpo me contaba, era otra muy distinta. Quizás, si lo hiciste por venganza al principio. Pero, luego, dime, ¿qué nunca llegaste a sentir nada por mí? —Hedrick endureció su expresión—. Si logras mentirme, de tal manera, que yo me lo crea. No te detendré y podrás irte.Heleanor se aguantó de los soportes de la entrada, para no caerse y para no salir corriendo hasta donde estaba Hedrick.—Hicimos todo mal. Engañamos a Hanna. Separarnos, es lo mejor.—Dime, por favor, la razón que te impulsa a marcharte d
—Ha pasado mucho —dijo Heleanor, con añoranza—. Me enteré de que te vas a casar con esa chica.—Hela Hart —dijo Hedrick, con tono severo—. Ese es su nombre. Sí, es mi prometida.—Entiendo… —Heleanor bajó su cabeza.—Te esperé todos estos años. Pero nunca llegaste, jamás volvist. —Las lágrimas, abandonaron los ojos de Hedrick—. ¿Sabes cómo me siento? Quisiera abrazarte, besarte y mostrarte, cuando te he extrañado durante todo este tiempo. Sin embargo, ya es tarde para nosotros. Jamás te traicioné a ti, y tampoco lo haré con Hela. Engañar a la persona que más confía a ti, la que más te ha ayudado, con la que duerme en la misma cama y en el mismo cuarto; eso es lo más cruel y rastrero, que puede hacer un ser humano.—Esta fue una de las razones, por la que me enamoré de ti. Siempre fuiste fiel a tus ideales y a tus sentimientos. En cambio, yo… —Guardó silencio, mientras agachaba la cabeza.—Dudaste al principio, durante nuestra relación y también al final.—Sí —dijo Heleanor, dejando esc
El día en que Heleanor había recibido la llamada en su oficia, luego de la sesión erótica, había sido de la doctora, que le había realizado la prueba de embarazo.—Señora Heleanor —dijo la doctora, preocupada—. ¿Está libre hoy? Es menester, que me reúna con usted.—¿Por qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Heleanor. Arrugó el entrecejo. Pensó que sus pendientes habían terminado con ella, al dictar el resultado de la prueba—. ¿Es tan relevante?—Sí, señora Heleanor. Lo que debo contarle, no se lo puedo decir por teléfono y es de carácter urgente.Heleanor no demoró en asistir al consultorio de la doctora, la cual se había expresado de forma inquieta; por lo que ella, también, se había colocado intranquila, con lo que podría estar sucediendo.—¿Cuál es la razón, por la que me hace venir, doctora? —pregunto Heleanor. Se había sentado en la silla, que estaba al frente del escritorio de la especialista de la salud.—Ha ocurrido un error —dijo la médico y agachó la cabeza; era un fallo de las emplea
Hedrick estaba en la tarima, dictando el discurso de graduación, junto a Hela, por ser los dos mejores de la carrera. Heleanor y Hanna, eran los invitados de Hedrick, mientras que Holly y su madre nodriza, que era una mujer mayor. La ceremonia continuaba, hasta que llegó a su conclusión. Hedirck pasó tiempo con sus compañeros, debido a que era la última vez en que se reunirían. Pero, no veía la hora, en regresar al departamento, donde se había ido a vivir junto a Heleanor. Los tres entraron a al enorme lugar y se encontraron con un grupo de niñeras, que habían sido contratadas, nada más por ese día. Lara era la que había quedado al mando, para que supervisara a los dos bebés, que estaban en las cunas. Más da un año había pasado, desde aquel momento, en que supo lo del embarazo. Heleanor todavía se estaba recuperando. Sin embargo, ya se mostraba bien. Se acercó a los dos bebés, que dormían de manera plácida, y suspiró al verlos. Eran tan tiernos, frágiles y lindos, que pareciera qu
Diez años después de aquel entonces. Heleanor estaba viendo la imagen de su boda con Hedrick.—Mami, mami, Hypnos me está molestando de nuevo —dijo una bella niña, de cabello oscuro como la noche y ojos azules, como el cielo.—Hypnos, ya te dije que no molestes a tu hermana —dijo Heleanor, con voz autoritaria, pero con una gran sonrisa en su rostro. Ellos tres, eran su más hermosa tormenta—Sí, se lo voy a decir a mi papi.—¿Qué me vas a decir, Hebe? —preguntó un Hedrick adulto, que vestí un galante traje sastre color negro.—Papi. —Hebe corrió hacia Hedrick, quien la cargó en sus brazos, sin hacer ningún tipo de esfuerzo—. Papi, Hypnos me está molestando.—Hypnos, no molestes a tu hermana —dijo Hedrick, con ternura. —Tú y Her, como sus hermanos mayores, deben protegerla. Ella es la princesa y ustedes sus guardianes.—No, papi. Yo no quiero ser la princesa —dijo Hebe, con seguridad y convicción—. Yo quiero ser la reina villana.Hedrick miró a Heleanor, arrugando el entrecejo. Su espos
Hedrick Diehl, un joven de veintiún años, que cursaba sexto semestre de la carrera de economía, estaba sentado en la cómoda silla del aula, que era similar a una sala de cines; los asientos eran escalonados y el tablero blanco, incrustado en la pared, parecía como el de una gran pantalla de un televisor. Había heredado los ojos azules claros y el cabello azabache de su madre. No había crecido con una figura paterna, pues su padre los había abandonado cuando se enteró del embarazo, que lo daría a luz a él. No era de una familia adinerada y tampoco era el más popular o el más guapo de la universidad; su atractivo era ordinario, pero lo suficiente para tener varias admiradoras suspirando por él. Su personalidad era la de un hombre responsable y le gustaba ser directo a la hora de hablar. Le fascinaban las matemáticas y también la lectura. Llevaba puesto un pantalón negro y una camisa azul royal de mangas largas. Atento, apuntaba notas de lo que decía el profesor. Era de tarde y esta era
Él y sus tres amigos universitarios, ya estaban sentados en una de las mesas del bar nocturno. La música era suave y las luces eran de un fucsia relajante. Buscaban a sus acompañantes de la noche para luego ir a un ambiente más movido como lo era el de una discoteca. Según ellos, encontrar pareja en un sitio más calmado y privado era mejor, y en este sitio, era perfecto, porque las mujeres siempre ofrecían una compañía más responsable.Hedrick vestía una camisa, que estaba remangada hasta por los codos y desabrochada hasta por el pecho y unos pantalones ajustados de color negro Su semblante era serio, casi que inexpresivo, pero era porque no había nada interesante que hacer, por ahora, porque él era un buen conversador. Uno de sus amigos le hizo señas con su cabeza y vio a la hermosa mujer con vestido vino tinto, que había entrado al establecimiento. Ella tenía una silueta de ensueño y unas caderas que hechizarían a cualquier hombre. Nada más la alcanzó a ver por unos segundos, pero s