10. Cena atrevida
Hedrick le dio un fuerte mordisco en la espalda a Heleanor, provocando que a ella se le escapara un pequeño gemido. Se alzó su pantaloneta y controló su excitación. Buscó la ropa de ella y se la dio; le entregó todo, menos los pantis, pues a través del camisón de seda se le marcaban los rígidos pezones.

—¿Dónde te vas a esconder? —susurró Heleanor, mientras se peinaba el cabello con las manos para disimular su estimulante y corta velada, que no pudo concretarse.

—Heleanor, ¿estás ahí? —dijo Hanna, dando golpecitos en la puerta del cuarto.

—Sí, Hanna, un momento, ya te abro —dijo Heleanor, para que Hanna no entrara por su cuenta.

Hedrick miró en qué lugar podría ocultarse y solo había un lugar en el que podía hacerlo con prontitud.

—Debajo de la cama —respondió él con su torso al descubierto.

Hedrick agarraba su suéter en la mano derecha y la braga verde claro de Heleanor en la izquierda. Antes de irse a esconder le dio un pequeño beso y se deslizó por debajo de la cama.

Heleanor
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