17. Regalos

—Quiero decir. —Hedrick era inteligente y astuto. Cerró sus ojos para pensar en algo y en pocos segundos, una idea atravesó su cabeza—. Ayer vi que se acostó hasta tarde; parecía estar revisando documento del trabajo. Debe estar cansada y lo mejor sería no molestarla. Después de todo, ha venido a tomarse un descanso —dijo él, sin titubear o mostrar nerviosismo.

—Sabes —dijo Hanna—. Tienes razón. Pero no te demores mucho. Ya pronto terminaré de preparar el desayuno.

—Sí, acabaré lo antes posible —dijo Hedrick, mirando a Heleanor y le guiñó el ojo con semblante de victoria.

Hedrick esperó a que no escucharan los pasos de su madre en el pasillo y volvió a embestir a Heleanor con más ímpetu. Luego caminaron hasta la regadera del baño, mientras el agua de la ducha, caía sobre ellos y los mojaba con agrado. Después Hedrick la alzó por las piernas y ella se aferró por el cuello de él. Se acomodó de nuevo dentro de Heleanor y le pegó la espalda contra la pared, en tanto movía sus caderas. Las
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