—Pensé que ese lugar era muy preciado y que era difícil convencer a una mujer para que aceptara. —Hedrick vio la incómoda posición en la que se encontraba Heleanor. Miró, hacia los asientos traseros y esos estaban unidos como un gran sofá y el volante no los estorbaría—. Pasémonos a los puestos de atrás.Hedrick salió de ella y se ubicaron en el nuevo sitio.Heleanor volvió a recostarse de espaldas. Se relajó, pero lo que más le sorprendía era que, no le avergonzaba ni le incomodaba que él la viera en posiciones donde le revelaba toda su humanidad.Hedrick se acomodó con su cara en la entrepierna de Heleanor y se puso las dos piernas de ella en sus hombros.Heleanor sentía la respiración de Hedrick en su intimidad. Los vellos de la piel se le erizaron. Levantó su cabeza, para ver los hechizantes ojos azules que la miraban de vuelta. De inmediato percibió un cosquilleo en zona genital, que solo él podría calmar. Su pecho la ardía, como si una llama le quemara el torso. Los pezones los
Hedrick se bajó del carro a mitad de camino. Se aseguraron de que fuera en un sitio donde no hubiera nadie. Se acercó a darle un extenso beso a Heleanor.—Te espero en casa —dijo ella y su rostro era como el de una adolescente enamorada.Hedrick alzó su mano y se quedó observando como el auto de Heleanor se alejaba. Hizo ejercicios, aunque todavía estaba agitado. En sus fosas nasales había quedado impregnado el olor de Heleanor. Sonrió de recordar lo que habían hecho y empezó a correr.Los días pasaron y Heleanor adquirió un nuevo departamento. En las tardes, Hedrick salía a trotar, pero también era con la intención de encontrarse con Heleanor en el nuevo sitio. Ambos disfrutaban como pareja y al terminar, se dirigían a la casa, donde en reiteradas ocasiones dormían juntos, y por la madrugada, el que había ido a hacer compañía, regresaba a su cuarto. Se encargaban de que nadie los viera juntos y de no mostrar sus sentimientos frente a Hanne, que inocente de lo que ocurría, no sospecha
El aire fresco de la tarde, se combinaba con el aroma salino del mar. Los rayos del sol todavía se mantenían impetuosos. Había una gran cantidad de personas reunidas. Niños, hombres, mujeres y hasta perros se observaban en la playa. Algunas muchachas quedaron prendadas de Hedrick y los hombres de las dos hermosas mujeres que lo acompañaban.Heleanor destacaba con su artística figura y su piel blanca que resplandecía como mármol inmaculado. Se había colocado un traje de baño de dos piezas color rojos, con una túnica larga semitransparente blanca.Hanna, a pesar ser madre, había recuperado su silueta y ni siquiera parecía que hubiera tenido un hijo, es más, sus pechos y sus caderas habían aumentado su tamaño y eso le otorgaba un encanto mayor. Llevaba puesto ropa interior azul y una bata igual a la de su mejor amiga.Hedrick vestía una pantaloneta negra y su suéter índigo de mangas cortas. Alquilaron una carpa y dejaron sus cosas adentro de la tienda.—Debimos esperar un poco más —dijo
La música sonaba a gran volumen. Una multitud de muchachos y chicas saltaban con emoción. Había pantallas que iluminaban el sitio de color amarillo, fucsia y azul. Algunos tenían vasos plásticos con bebida en sus manos, mientras que otros estaban reunidos en grupo y se divertían juntos.Heleanor, Hedrick y a Hanna, se le habían bronceado la piel con levedad; el bloqueador había hecho su trabajo y en varios días recuperaron su color natural.Hedrick se había colocado una camisa guayabera blanca de mangas cortas, en la que mostraba su pecho y también un pantalón largo y unos zapatos color beige. Era alto y su físico lo hacía lucir, atractivo. Además de su semblante neutro y las bellas facciones de su rostro, eran como de modelo de revista.Heleanor se había colocado un sencillo atuendo escotado vino tinto, el cual tenía una abertura en su pierna derecha. Así se había vestido Hanna, pero con uno de color verde y, además, había optado por un sombrero de playa, que la hacía lucir como una
Hedrick vio a una niña de cabello castaño y ojos azules. Vestía un vestido de color azul escarchado y tenía puesta una tiara plateada en la cabeza. Era una auténtica señorita de la realeza.—Sí, mi nombre es Hedrick y ahora yo seré tu nuevo maestro —dijo él con amabilidad.—El mío es Holly Hammel y tengo doce años.—Bueno, ya se han conocido —dijo la directora—. Si necesitas algo, solo házmelo saber, Hedrick y me dice si esta pequeña princesa está siendo obediente.—Las niñas de la realeza somos obedientes, madre —dijo la niña acento refinado.Hedrick sonrió. Creyó que sería más complicado, pero en el trascurso de la clase, no tuvo inconveniente para enseñarle a Holly, que era inteligente y solo tenía problemas para prestar atención en las clases de la escuela, pero ahora toda su atención estaba centrada en la materia y resolvía los problemas matemáticos sin tanto esfuerzo. Así siguieron las clases y pronto una amistad surgió entre ambos. Él había convertido en el hermano mayor que, H
Hedrick tumbó a Heleanor sobre la cama. Se acomodó sobre de ella y sus labios pronto se fundieron con los de su amada. Sus lenguas se movían adentro de sus bocas como un suave torbellino. Su entrepierna se endureció al instante y se le notaba el bulto en el pantalón. Le quitó la túnica.—Espera aquí —dijo Hedrick y se separó de ella. La vio entonces con el rostro sonrojado y expresión dócil. La azulada mirada de Heleanor lo observaba atento y eso lo estimulaba mucho más.Hedrick se levantó con destreza de la cama. Se quitó la camisa, los zapatos y las medias. Buscó en el lugar donde había dejado los objetos que había comprado en la tarde. En su mano zurda tenía un dildo rosado de tamaño promedio y en la diestra un vibrador ovalado de color morado. Debatió en cuál debía escoger para usarlo en Heleanor. Sus ojos brillaron con maldad ante la idea que asaltaba sus pensamientos. Entonces agarró una máscara satinada, unas esposas de cuero, el consolador pequeño y el frasco con aceite de oli
Hedrick escuchó la voz de su madre a su espalda. Se había quedado dormido, pero luego se había desperado y había llevado a Heleanor al cuarto de ella. Solo tenía una toalla blanca que le cubría de la cintura para abajo. Estaba cansado y un poco atontado por el desgaste. Había guardado los objetos eróticos. Soltó un suspiro de alivio, pues se había encargado de limpiar la escena del crimen a tiempo y no quedaba evidencia de la noche pasional que había tenido con su madura amante. —Madre —dijo Hedrick. Se dio la vuelta y vio a Hanna—. Ya has vuelto. —¿Todavía estás despierto? —preguntó Hanna, apartando la mirada del cuerpo de su hijo. Se había llevado la sorpresa de verlo semidesnudo y se percató de que ya había dejado de ser un niño—. Solo venía a despedirme. Buenas noches, Hedrick —dijo Hanna con una enorme sonrisa en sus labios—. Pero, ¿a qué huele? —interrogó ella, inhalando el hedor del orgasmo de Hedrick y Heleanor, que se percibía con ligereza en el ambiente. Hanna respiraba y
—Hanna —dijo la mujer que había llevado a la casa, mientras miraba con detenimiento cada detalle en el vestido de Hanna, Heleanor y también el de Hedrick.—Clara —respondió Hanna. Se puso de pie y saludó a su amiga dándole un beso en la mejilla—. Te ves muy hermosa.—Igual tú —comentó Clara con una gran sonrisa en sus labios, pero le causaba indignación que aquella compañera de estudios que, no había terminado la carrera, se viera más linda y elegante que ella que, si había culminado la universidad. Eso era inaceptable—. ¿Y ellos?—Él es mi hijo. —Hanna extendió la mano en dirección de su hijo—. Hedrick.—Un gusto —dijo Hedrick con expresión neutra y con voz severa.—Y ella es mi mejor amiga. Heleanor.Heleanor asintió con su cabeza y no dijo nada. Acto que no causó aceptación en el grupo de amigas. Ellas se llevaron a Hanna, para continuar hablando. Hedrick y Heleanor quedaron solos en la mesa. Veían como llegaban otros invitados: niños, adolescentes y personas mayores.—Son serpient