Hedrick tumbó a Heleanor sobre la cama. Se acomodó sobre de ella y sus labios pronto se fundieron con los de su amada. Sus lenguas se movían adentro de sus bocas como un suave torbellino. Su entrepierna se endureció al instante y se le notaba el bulto en el pantalón. Le quitó la túnica.—Espera aquí —dijo Hedrick y se separó de ella. La vio entonces con el rostro sonrojado y expresión dócil. La azulada mirada de Heleanor lo observaba atento y eso lo estimulaba mucho más.Hedrick se levantó con destreza de la cama. Se quitó la camisa, los zapatos y las medias. Buscó en el lugar donde había dejado los objetos que había comprado en la tarde. En su mano zurda tenía un dildo rosado de tamaño promedio y en la diestra un vibrador ovalado de color morado. Debatió en cuál debía escoger para usarlo en Heleanor. Sus ojos brillaron con maldad ante la idea que asaltaba sus pensamientos. Entonces agarró una máscara satinada, unas esposas de cuero, el consolador pequeño y el frasco con aceite de oli
Hedrick escuchó la voz de su madre a su espalda. Se había quedado dormido, pero luego se había desperado y había llevado a Heleanor al cuarto de ella. Solo tenía una toalla blanca que le cubría de la cintura para abajo. Estaba cansado y un poco atontado por el desgaste. Había guardado los objetos eróticos. Soltó un suspiro de alivio, pues se había encargado de limpiar la escena del crimen a tiempo y no quedaba evidencia de la noche pasional que había tenido con su madura amante. —Madre —dijo Hedrick. Se dio la vuelta y vio a Hanna—. Ya has vuelto. —¿Todavía estás despierto? —preguntó Hanna, apartando la mirada del cuerpo de su hijo. Se había llevado la sorpresa de verlo semidesnudo y se percató de que ya había dejado de ser un niño—. Solo venía a despedirme. Buenas noches, Hedrick —dijo Hanna con una enorme sonrisa en sus labios—. Pero, ¿a qué huele? —interrogó ella, inhalando el hedor del orgasmo de Hedrick y Heleanor, que se percibía con ligereza en el ambiente. Hanna respiraba y
—Hanna —dijo la mujer que había llevado a la casa, mientras miraba con detenimiento cada detalle en el vestido de Hanna, Heleanor y también el de Hedrick.—Clara —respondió Hanna. Se puso de pie y saludó a su amiga dándole un beso en la mejilla—. Te ves muy hermosa.—Igual tú —comentó Clara con una gran sonrisa en sus labios, pero le causaba indignación que aquella compañera de estudios que, no había terminado la carrera, se viera más linda y elegante que ella que, si había culminado la universidad. Eso era inaceptable—. ¿Y ellos?—Él es mi hijo. —Hanna extendió la mano en dirección de su hijo—. Hedrick.—Un gusto —dijo Hedrick con expresión neutra y con voz severa.—Y ella es mi mejor amiga. Heleanor.Heleanor asintió con su cabeza y no dijo nada. Acto que no causó aceptación en el grupo de amigas. Ellas se llevaron a Hanna, para continuar hablando. Hedrick y Heleanor quedaron solos en la mesa. Veían como llegaban otros invitados: niños, adolescentes y personas mayores.—Son serpient
Hedrick inclinó su cabeza hacia un lado y juntó sus labios a los de Heleanor. Le dio vuelta y le abrió la cremallera del vestido vino tinto. La prenda cayó al suelo, mostrando la seductora lencería interior de su amada. Era de encaje negra semitransparente con diseños de pequeñas flores. Su entrepierna se alzó con ímpetu al verla y se le marcaba en el pantalón de su traje gris. Le apartó el cabello oscuro hacia un lado y le besó por la nuca.—¿Dónde lo haremos? —preguntó Heleanor con voz pesada.—Aquí y luego en mi cama —respondió Hedrick, mientras le apretaba las nalgas—. ¿Nadie te ve la espalda, cierto?—Sí, alguien la ve —respondió Heleanor. Hedrick endureció su expresión al oírla—. Solo tú.Hedrick cambió su semblante y sonrió con malicia. Comenzó chuparle la blanquecina piel del dorso y le dejaba marcas rojas que, debido al color como mármol limpio y brillante, se formaban con facilidad. Aun sin succionar con tanta fuerza, se le dibujaban los manchas rojas, provocadas por su boca
Heleanor estaba en una reunión ejecutiva en el edificio de su empresa. Luego de haber terminado la junta con los accionistas y con los ejecutivos, puso sus codos sobre la gran mesa rectangular de oficina, agachó la cabeza y moldeó una pequeña sonrisa, recordando lo que había sucedido dos semanas atrás con Hedrick, cuando lo ayudó con el pago de la matrícula de la universidad; la carrera de él no era la más costosa, pero tampoco la más barata, pero el valor era considerable.—¿Qué es esto? —peguntó Hedrick. Estaban en la cama y Heleanor se había sacado un papel blanco del busto, que traía en el camisón para dormir.—Es el pago para tu matrícula. Ya pronto regresarás a la universidad. Es mi regalo —dijo Heleanor con agrado—. Ya lo he hablado con Hanna, así que no tienes que poner escusas para aceptarlo. Yo la he convencido, ella no me la ha pedido.—¿Por qué? —interrogó Hedrick con seriedad—. Ya me has dado muchos regalos y tengo más de lo que pude llegar a imaginar a mi edad, sin todav
Hedrick la cargó en sus brazos y subieron hasta el cuarto, donde verificó que sí tenía un poco de fiebre. Quiso ir a comprar medicamentos para ella, pero Heleanor le dijo que ya había agendado una cita con su doctora, por lo que tenía que esperar a que le dijeran que era lo que tenía y que dieran la receta de lo que necesitaba. Esa noche no tuvieron relaciones y se acostaron en camas separadas. Pero él no pudo conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada.A la mañana siguiente, sin nada relevante que haya acontecido, más que la despedida de beso de Hedrick para irse a la universidad. Heleanor se preparó para ir la cita con su médico. Caminaba por los pasillos del hospital y la atendieron sin que tuviera que esperar nada.—Bienvenida, señora Heleanor —dijo la doctora, que estaba detrás de un escritorio blanco—. Tome asiento por favor.Heleanor se acomodó en la silla y cruzó las piernas, para recibir la consulta.—Dígame. ¿Qué la trae por aquí?—Verá. En estos últimos días me he
Lara regresó a la empresa, luego de haber completado la tarea encomendada por Heleanor. Había hablado con la directora y le había manifestado el interés de otorgar doce pasantías en la empresa de Heard Inc. A lo que Anne le pareció maravilloso y aceptó el convenio; sabía que era una compañía de prestigio y líder en tecnología a nivel nacional e internacional. Tocó la puerta de la oficina ejecutiva de Heleanor.—Señora, ya ha regresado —dijo Lara, para avisarle a su señora.—Pasa, Lara —respondió Heleanor. La voz se le escuchaba débil y ronca.—Todo ha salido bien, señora. La directora ha aceptado y hoy terminaré de enviarle los documentos.Heleanor respiraba de manera pesada y solo quería acostarse a dormir. Se puso de pie con algo de esfuerzo.—Te dejo a cargo, Lara. Me iré a descansar. Solo estaba esperando a que regresaras, para recibir la información de forma personal.—Como usted ordene, señora. Espero se mejore pronto.Heleanor caminó con dificultad hasta su auto y fue directo a
Heleanor respiró profundo, como si una carga pesada se la hubieran quitado de la espalda. Su respiración se calmó y sus sentidos se normalizaron, ya no estaba alarmada. Esas palabras la habían tranquilizado.—¿Es seguro? —preguntó Heleanor, para confirmar la veracidad del resultado.—Sí, la prueba de sangre es muy certera; tanto la cuantitativa como la cualitativa. La Cantidad de Beta hCG en el examen de sangre ha sido menor a cinco miliunidades internacionales por mililitro, por lo que es negativo. Para que un resultado dé positivo, por lo general debe haber más de veinte —dijo la doctora con total seguridad—. Otra cosa. Su fiebre es por un resfriado común. No tiene nada grave, siga la receta que le he mandado y se recuperará pronto.—Entiendo. Gracias por todo.—Es mi trabajo. Vuelva cuando a agendar una cita cuando quiera, señora Heleanor. Hasta luego. Heleanor dejó escapar un suspiro y se dejó caer en la cama, mientras una extensa sonrisa se mostraba en su rostro. Acarició la sáb